Porco Rosso
lunes, 17 de diciembre de 2018
ENTRE DOS AGUAS de Isaki Lacuesta - 2018 - ("Entre dos aguas")
Cuando sale de prisión, Isra vuelve a San Fernando, su ciudad de siempre, dispuesto a comenzar una nueva vida. Allí se reencuentra con su hermano Cheíto, que ha conseguido ser militar y que mantiene bien a su familia. Él, por el contrario, no tiene dinero para ayudar a sus tres hijas pequeñas, y para colmo ni su mujer ni su madre le quieren ver, por lo cual ha de vivir en una chabola. Isra está dispuesto a todo para dar carpetazo a su pasado. Pero en su ciudad no hay trabajo y él no tiene ninguna formación, y su futuro se le presenta muy, muy negro.
Isaki Lacuesta lo ha vuelto a hacer: ha vuelto a marcarnos para siempre con una película que vuelve a coger el documental y a reinventarlo por completo. "Entre dos aguas", que hace referencia intencionada al tema homónimo del mítico Paco de Lucía, es la segunda parte de aquella apabullante película de 2006 llamada "La leyenda del tiempo", y sigue de nuevo a Isra y a su hermano Cheíto, los dos protagonistas de aquella, doce años después. Falta la cantante japonesa Makiko, que también era la otra protagonista de aquella, pero se le perdona. Porque "Entre dos aguas" es un retrato demoledor y sobrecogedor de la pobreza y de la falta de oportunidades como lleva mucho tiempo sin hacerse uno en el cine español. La vida no ha tratado bien a Isra desde que murió su padre cuando era sólo un adolescente: ha acabado en la cárcel y, al cumplir su condena, regresa a su ciudad de siempre, San Fernando, en Cádiz, en donde se da de bruces con una realidad que no tiene ninguna salida. A su hermano le ha ido mejor: es militar y mantiene a su familia, aunque a pesar de todo tiene muchas deudas y su trabajo no es seguro. Lacuesta rueda, en su estilo habitual, alejado emocionalmente, de documental casi, pero fuertemente enraizado en sus personajes, a los que ama con la cámara. Israel y Francisco José Gómez Romero duelen ante el espectador. Duelen. Se interpretan a sí mismos, en su ambiente, en una ciudad abandonada, sin oportunidades, sin futuro salvo el de la droga y el retorno a la cárcel. "Entre dos aguas" es puro pedazo de realidad, sin concesiones.
Isaki Lacuesta coloca su cámara y toma, muchas veces, planos cercanos. Los actores no profesionales se desenvuelven como en un día normal. San Fernando, una ciudad sureña deprimida, es un personaje más, aunque suele verse lejano, ausente y presente. Isra trata de recuperar a su familia, de llevar, simplemente, una vida normal y corriente y de pasar la página de sus problemas con las drogas y el trapicheo y su estancia en prisión. No puede: no tiene nada, y su ambiente no tiene nada que ofrecerle. Deambula por su barrio, se gana el pan de mala manera, hace algunas chapuzas, visita a sus hijas, va a fiestas y sale con sus amigos. Su madre no le habla y su hermano trata de ayudarle. Pero la existencia para algunos no es más que un agujero, desde que nacen. "Entre dos aguas" es belleza y horror, desesperación y humanidad pura. Es una de las películas más descorazonadoras, hermosas y combativas de los últimos años. Viva Isaki Lacuesta.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario