Porco Rosso
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jueves, 26 de diciembre de 2013
LA LEYENDA DEL SAMURAI de Carl Erik Rinsch - 2013 - ("47 Ronin")
Japón. Siglo XVIII. Kai es un mestizo, mitad japonés mitad occidental, que vive marginado por su condición de "extranjero" a pesar de que es un guerrero formidable y un maestro de la katana. Su vida va a cambiar cuando el bondadoso Asano, señor de su próspero reino, sea víctima de la conspiración de su pérfido rival Kira y sea deshonrado ante el Shogún... Una terrible tragedia va a caer sobre su pueblo y Kai, junto a los otros samuráis de Asano, va a ejecutar la venganza contra Kira: la venganza de los 47 ronin.
Creo que "La leyenda del samurái" (terrible título que se le ha dado en España a esta nueva versión de "Los 47 Ronin") es la primera película de Carl Erik Rinsch, porque no he encontrado demasiada información sobre él. Hablando de la cinta en sí, creo que hay que mirarla como lo que es: un manga rodado por Hollywood. Por ello, pienso que compararla con otras versiones como la soberbia de Hiroshi Inagaki de 1962 o la también buena de Kon Ichikawa de 1994 es, a pesar de que sea inevitable, un error. El objetivo de "La leyenda del samurái" no es recrear de nuevo el esplendoroso Japón de antaño ni tampoco el drama humano de la leyenda de los mencionados 47 Ronin de forma fidedigna. Se le puede acusar al filme de excesiva y descarada comercialidad y de faltar al espíritu del relato original, pero la verdad es que no tiene pretensiones en absoluto más allá de divertir y cinematográficamente cumple. La historia básica viene a ser la misma, aunque con licencias tanto personajísticas como fantásticas (lo que ha sido más criticado del filme): el protagonista es un ronin mestizo de origen incierto y por ello despreciado por "extranjero" y encontramos criaturas sobrenaturales como bestias indefinidas con pinta de dragón, ninjas con poderes mágicos, cambiaformas, diablos o piratas europeos que también tienen poderes o cuanto menos habilidades "especiales". Y bueno, la diversión y el drama no se resienten a pesar de esto, qué quieren que les diga.
Keanu Reeves está muy correcto (en su papel de casi siempre de cara de palo, pero se le da bien) y los secundarios igualmente (Tadanobu Asano como el villano destaca y también lo hacen Hiroyuki Sanada y Kou Shibayashi) y la trama está bien llevada, con los momentos emotivos justos y necesarios, con las escenas de acción e instrospección muy bien equilibradas (y por cierto las escenas de acción son solventes en todo momento) y se respeta la esencia básica del relato original a pesar de los mencionados elementos fantásticos. La fotografía es buena y el vestuario rico, y los efectos especiales cumplen. "La leyenda del samurái" es, como he dicho, una versión de "Los 47 Ronin" al más puro estilo manga y completamente libre. No va a gustar a todos (y de hecho muchos fans de la cultura japonesa clásica y de las primeras versiones están en estos momentos echando fuego por la boca en diversos foros y blogs) pero, como otra forma de entender una adaptación... Pues creo que puede valer y, sobre gustos, no hay nada escrito. No es el drama de acción definitivo, desde luego, y por supuesto que no se puede comparar en calidad y personalidad cinematográfica con las mencionadas versiones anteriores, pero lo cierto es que en ningún momento lo pretende.
viernes, 20 de septiembre de 2013
LOS 47 RONIN de Hiroshi Inagaki - 1962 - ("Chushingura")
El noble Asano es respetado y querido por todos sus subordinados, a los que ha dado paz y prosperidad muchos años. El noble corrupto Kira, uno de sus rivales, se dedica a despreciarlo en público constantemente y a ponerle en aprietos para dejarle en evidencia ante las autoridades superiores. Un día Asano se cansa y ataca a Kira, dejándole una cicatriz en la frente. Asano es obligado a hacerse el harakiri según la tradición por la ofensa. Ante esta injusticia, sus 47 samurais, que se quedan sin señor, deciden atacar la casa de Kira exigiendo justicia ante todo Japón.
Desconozco si Hiroshi Inagaki pertenece o es encuadrado en la generación de Masaki Kobayashi o Kaneto Shindo, pero sí estoy seguro de que su periodo de grandeza transcurrió durante los años cincuenta y sesenta, en los que regaló al mundo algunas de las grandes obras maestras del cine épico de todos los tiempos. Hiroshi Inagaki era hijo de actores ambulantes, y, autodidacta en todas las disciplinas en las que trabajó, muy joven entró en el mundo del teatro como actor llevando una vida errante por todo Japón. Su gran oportunidad le llegó al participar en pequeños papeles en películas, ya que en esta etapa se topó con el gran Kenji Mizoguchi, que le dirigió en los años veinte, en los que Inagaki pudo debutar como director con la película La Reina de La Paz. Rodó durante esta época películas de samurais y adaptaciones literarias, y su estilo se fue consolidando. Por lo poco que hemos visto de él en occidente (y aún así es más que de muchos otros), podemos comprobar que fue el creador de una obra ambiciosa como pocas, colosalista y megalómana. Sus películas, a menudo históricas o míticas, tienen un aliento épico inigulable, incluso tratándose de dramas sociales (como El hombre del carrito). Casi todas son de una larguísima duración, llegando sin problemas a las tres horas de metraje y en ocasiones pasando las cuatro.
Es Inagaki un maestro obsesivo del color y del ambiente, representando épocas pasadas con una riqueza llena de matices y cuidada hasta el más mínimo detalle en escenarios y vestuario. Es también un maestro del ritmo, logrando que tres horas puedan pasar en un vuelo gracias a una agilidad pasmosa en unas tramas llenas de fluidez y unas grandiosas escenas de acción. En sus obras, a pesar de su cubierta comercial o aparentemente aventurera sin más, se esconden alegatos antibelicistas o contra la violencia, cuadros de la corrupción y la hipocresía humanas, crudos dramas sociales y geniales retratos psicológicos y anímicos de individuos atormentados o colectividades perdidas en un entorno hostil o desagradecido. Su cine es tal vez más accesible que el de sus otros contemporáneos (exceptuando tal vez a Kurosawa) por su exotismo que fácilmente cautiva a la mirada occidental y por sus personajes universales con conflictos universales a pesar de ser fieramente japoneses. Aquí hemos podido ver, que yo sepa, las siguientes películas de su autoría: la trilogía épica histórica sobre los samurais Samurai, Samurai II y Samurai III; el drama social El hombre del carrito (que triunfó en el Festival de Venecia en su año); el drama épico histórico Los 47 Ronin y el drama épico mítico sobre el nacimiento de la cultura japonesa Los tres tesoros. Queda todavía mucho por conocer de este autor, como de tantos otros olvidados en occidente. Por suerte, ahí está Santa Internet, gracias a la cual su obra es cada vez más accesible.
Drama colectivo basado en una de las grandes leyendas de la cultura japonesa, Los 47 Ronin es una de las obras maestras de Hiroshi Inagaki donde podemos reconocer su particular estilo épico: una deliciosa recreación histórica cargada de minucioso realismo en todos los aspectos, un esplendoroso color que es otro de los protagonistas del filme (que además siempre aparece acorde con el significado último de las escenas), un aliento de poesía épica arrollador, unas escenas de acción inolvidables llenas de dinamismo y emoción y dos historias: la de un hombre que no puede soportar la corrupción y la injusticia y que, por ello, cae en desgracia ante una sociedad injusta e hipócrita de valores a veces absurdos y la posterior, la de sus subordinados, que se disponen a reestablecer esta justicia perdida y a vengar el agravio cometido contra su bondadoso señor. Las primeras horas de metraje se dedican al primer ciclo, al de la presentación; el resto al segundo, al de la acción. Las cuatro horas de metraje se pasan sin que uno se percate casi. No pesa ni un solo minuto ante semejante torrente de acción, ante el retrato coral emocional de los diversos tipos de esta época, ante el desarrollo de los dilemas morales a los que son sometidos. El desenlace es inolvidable, acompañado de una de las batallas mejor rodadas de la historia: el asalto a la mansión del noble Kira, con casi sólo tres colores: el negro de las armaduras y los trajes de los ronin, el blanco de la nieve que lo baña todo y el rojo de la sangre.
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