Porco Rosso

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miércoles, 28 de noviembre de 2018

¿QUIÉN PUEDE MATAR A UN NIÑO? de Narciso Ibañez Serrador - 1976 - ("¿Quién puede matar a un niño?")


Tom y Evelyn, joven pareja, planean unas vacaciones en la costa mediterránea española y, más concretamente, en la Isla Almanzora, que dicen que es un pequeño paraíso natural y rústico. Se trasladan allí y descubren un bello pueblo costero blanco... Que sin embargo parece estar totalmente deshabitado. Únicamente hay niños en él; unos niños que ni hablan ni parecen transmitir ningún sentimiento. Algo extraño ocurre en el lugar.


Basada en la novela "El juego de los niños" de Juan José Plans y con un fondo de metáfora social desprejuiciada e imaginativa, "¿Quién puede matar a un niño?" sigue resultando tan aterradora hoy como en el día de su estreno, y también igual de dura y cruda. Tras un inicio con unos créditos en los que se muestra el monstruoso sufrimiento que padecen por culpa de los adultos niños de todo el mundo y de todas las décadas del pasado siglo XX (desde campos de concentración nazis hasta guetos de países del Tercer Mundo), se narra la historia de una pareja extranjera (inglesa o norteamericana, no se aclara) que, de vacaciones en la costa mediterránea española, visita una pequeña isla llamada Isla Almanzora (en realidad, salvo la zona del puerto, el municipio toledano de Ciruelos) esperando encontrar un paraíso natural y típico y no encuentra otra cosa que un pueblo abandonado con niños monstruosos y salvajes que, sin demostrar sentimientos de ningún tipo, están progresivamente asesinando a todos los adultos. El juego de la supervivencia comienza en una habilísima y angustiosa mixtura de "El señor de las moscas" con películas de zombies clásicas y de niños asesinos del estilo de "El pueblo de los malditos" y apuntes de otras inclasificables como "Los pájaros", en las que una fuerza supuestamente inofensiva acaba con los hombres de manera inexplicable.


La tensión no abandona al espectador un segundo, así como el sufrimiento de la pareja en un ambiente de violencia brutal cargado de luz en el que el cielo azul y el murmullo del mar y de las gaviotas no pueden aliviar el horror ni un ápice. Escenas para el recuerdo quedan montones: los niños jugando (o pescando) con cadáveres, apaleando a ancianos o matando a sus propios padres, el bebé destrozando el vientre materno, el protagonista desquiciado tiroteándo a los referidos niños... Y por supuesto su estremecedor y opresivo desenlace. Hoy, esta obra maestra del cine de terror con mensaje moral habría sido objeto de polémica por la dureza de sus imágenes y por las mencionadas muertes violentas y hasta sangrientas de niños. "¿Quién puede matar a un niño?" es imprescindible dentro del cine de terror español de todos los tiempos. Un pena que el entrañable Chicho no se prodigase nunca más tras esta película y su debut "La residencia" en el largometraje cinematográfico.


miércoles, 5 de septiembre de 2018

LA RESIDENCIA de Narciso Ibáñez Serrador - 1969 - ("La residencia")


Finales del siglo XIX. La joven Teresa llega a la residencia para señoritas de madame Fourneau, una gran casa en un lugar apartado donde se dice que se da una educación excelente para damas. Madame Fourneau es una mujer extraña que domina el centro con mano de hierro, y su alumna predilecta es Irene, que vigila sin cesar para que todo marche bien. Pronto, Teresa descubre que el lugar no es en absoluto idílico...


Aunque por desgracia será por muchos más recordado por los muchísimos, valga la redundancia, programas que aportó a la televisión española (algunos grandes éxitos legendarios de su historia), el director de cine y teatro, guionista y actor uruguayo afincado en España desde los doce años Narciso Ibáñez Serrador (conocido también con su nombre más popular de "Chicho") dirigió dos de las obras maestras definitivas del cine de terror y fantástico patrio: "La residencia" y "¿Quién puede matar a un niño?". Fue, además, uno de los indiscutibles introductores de dichos géneros (especialmente del terror) en España con su inolvidable serie "Historias para no dormir" y su posterior y más actual relanzamiento "Películas para no dormir", que él coordinó. Por desgracia, como he comentado, se alejó muchísimo e inexplicablemente del arte cinematográfico para centrarse más en la televisión, en la que desarrolló una carrera fulminante con programas míticos como "Un, dos, tres... Responda otra vez", "Waku Waku", "Hablemos de sexo" (uno de los primeros programas españoles en los que este entonces polémico asunto ocultado por la rancia moral de la dictadura era tratado sin tapujos y sin efectismos), "Luz roja" o "El semáforo". Lleva desde 1976 sin dirigir un filme largo para las salas. Una pena, repito, que el gran talento cinematográfico de este director se decantase finalmente casi exclusivamente por la mencionada televisión (aunque incursiona con algo más de regularidad en el teatro).


"La residencia" es una obra maestra imprescindible del cine de terror español. Fue la primera película de este país rodada en inglés para favorecer su exportación el mercado internacional, y fue un taquillazo desde el primer momento. En los últimos años de la dictadura de Franco, se las ingenió Ibañez Serrador para crear un mundo claustrofóbico e increíblemente morboso, de fantasías y frustraciones perversas enclaustradas en un ambiente enrarecido y muy sexual, en el que recreaba un juego constante de poder y humillación, de sometedores y de sometidos que intercambiaban sus papeles, abierto a todo tipo de interpretaciones (no han faltado las que dijeron que en realidad se estaba hablando de la mencionada dictadura). El guión da una sorpresa tras otra, disloca las posibilidades, cambia de foco sin cesar, para ponernos los pelos de punta con una trama de total infarto que parece increíble que haya sido rodada en la España de finales de los sesenta y principios de los setenta. El plantel internacional, encabezado por una inconmesurable Lili Palmer totalmente espectacular, está del todo inolvidable, y la reflexión moral que se realiza sobre las tiranías cotidianas, extrapolables a muchos otros contextos, es lúcido y certero. Hay escenas de una dureza sin par que han quedado para el recuerdo y que siguen sorprendiendo. Contiene, por cierto, los dos primeros asesinatos explícitos a cámara lenta de la historia del cine español. Luego, "Chicho" rodaría la también impresionante "¿Quién puede matar a un niño?". Imprescindibles ambas.