Porco Rosso
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miércoles, 16 de mayo de 2018
SHREK TERCERO de Chris Miller y Raman Hui - 2007 - ("Shrek The Third")
Al morir el Rey Harold de "Muy Muy Lejano", Shrek (que no quiere ser el heredero del trono ni de lejos) y sus amigos han de partir en busca de un nuevo monarca legendario para el país. La nueva aventura que se les pone por delante va a ser, por supuesto, delirante una vez más. Mientras, Fiona se queda en el castillo... Pero algo ocurre: el Príncipe Encantador está maquinado en la sombra su venganza y tiene un plan malévolo entre manos.
Chris Miller es un director de animación norteamericano que se ha encargado de "Shrek Tercero" y del spin-off de la saga "El Gato con Botas". Raman Hui, que ha co-dirigido con él la película que comentamos, es un director de Hong Kong que tiene en su haber "Monster Hunt", uno de los grandes éxitos comerciales del último cine fantástico de China.
"Shrek Tercero" todavía tiene un cierto pase, pero con ella ya empieza claramente, y por desgracia, la decadencia de una saga que se ha exprimido demasiado y, lo que es mucho peor, se ha vuelto políticamente correcta. Shrek y sus amigos parten ahora en busca de un nuevo rey para "Muy Muy Lejano" mientras Fiona y varias princesas de cuentos clásicos luchan contra la nueva conspiración del Príncipe Encantador, que quiere vengarse. Hay todavía algunos chistes que funcionan, y los nuevos personajes también resultan solventes, pero hay ya una sensación de agotamiento bien patente en la repetición de bastantes gags, en la explotación ya descarada de tópicos de las dos anteriores entregas, en las mediocres escenas de acción y de aventuras y, como he dicho, todo se vuelve políticamente correcto, lo cual es imperdonable, porque, sin ser la quintaesencia del humor negro o canalla, "Shrek" nació como una saga que desmontaba a los cuentos clásicos del rollo de Walt Disney y ahora lo que hace finalmente, y a las alturas de una tercera entrega, es meter un mensajito ñoño y cutre a favor de la familia y del sentar la cabeza. ¿De verdad? ¿En 2007 y con "Shrek" y "Shrek II" a las espaldas? Es verdaderamente lamentable. Se puede disfrutar "Shrek Tercero" todavía, como he dicho, en especial gracias a personajes como las mencionadas princesas que ayudan a Fiona o como el jovencito Rey Arturo y otros como el desquiciado mago Merlín que le acompaña. Pero todo es en general bastante decepcionante y ya en la horrorosa cuarta parte de la franquicia, de 2010, está el cuento chino más que agotado. Una lástima: otra saga que se estandariza, se infantiliza y se adapta a las exigencias más comerciales del público norteamericano más paleto y poco exigente. Una verdadera pena el destino de esta saga y la bajada de pantalones de Dreamworks Animation.
sábado, 30 de diciembre de 2017
LOS CABALLEROS DE LA MESA CUADRADA Y SUS LOCOS SEGUIDORES de Terry Jones y Terry Gilliam - 1975 - ("Monty Phyton and The Holy Grail")
El Rey Arturo y sus caballeros han recibido un encargo divino: encontrar el Santo Grial. Por eso, recorren Inglaterra y, de camino, deshacen o rehacen entuertos y se enfrentan a toda clase de enemigos, desde otros caballeros como ellos hasta soldados franceses pasando por brujos terribles, campesinos revolucionarios o bestias monstruosas.
A estas alturas no hace falta presentar, creo, a los Monty Phyton, uno de los grupos de humoristas más importantes, personales y geniales de la historia, con una carrera juntos que pienso que fue, por desgracia, demasiado corta. Su programa de televisión, "Monty Phyton's Flying Circus", que estuvo en antena desde 1969 a 1974, es impagable y toda una referencia del género, al igual que las únicas tres películas que dirigieron. En 1971 estrenaron, para las grandes pantallas, "Se armo la gorda", que es realmente su primera producción de este tipo, aunque era una colección de sus mejores gags, ya vistos en la pequeña pantalla, y no una película como tal. "Los Caballeros de la Mesa Cuadrada y sus locos seguidores", de 1975, fue su debut real, dirigido por Terry Jones y Terry Gilliam, dos de sus miembros. En ella, se pasaban por el forro toda la mitología artúrica y se liaban a aberrarlo todo con su sentido del humor absurdo, desprejuiciado, anacrónico y social. Porque, aunque sería "La vida de Brian" la que se llevaría la palma en este aspecto, uno de los toques clásicos de los Monty Phyton es el consistente en hacer sátira social de los problemas e hipocresías contemporáneos basándose en aspectos coloquiales de otras épocas. Aquí no dejan títere con cabeza. Se burlan del epicismo patriotero inglés, del acento de los franceses, de las revoluciones de postín, del clasismo, del "postureo", de las religiones, de las superproducciones cinematográficas y hasta de ellos mismos. Y a veces, lo intercalan todo con escenas que son puramente absurdas, sin sentido ninguno, pero que son del todo desternillantes. Los actores son ellos, que están espléndidos en sus papeles chorras, y los efectos especiales conscientemente lamentables, los escenarios cutres impostados y los estupendos y carismáticos segmentos animados terminan de redondear una inolvidable parodia de unos maestros del humor como no ha habido otros.
Sí que el filme tiene algunos momentos en los que llega a ser algo desequilibrado: hay gags que son menos efectivos que otros y algunos que duran demasiado, y todo esto hace que a veces el ritmo del conjunto llegue a ser abrupto. Pero no, esto no lastra un ápice su capacidad cachonda e infinita de hacer reír, de divertir, y de destripar de paso los convencionalismos de una sociedad llena de valores tontos, de tradiciones idiotas y de injusticias. "Los Caballeros de la Mesa Cuadrada y sus locos seguidores" es comedia de diez, de la más personal, y el debut histórico de este gran grupo de cómicos al que se echa tanto de menos.
domingo, 27 de agosto de 2017
TRANSFORMERS: EL ÚLTIMO CABALLERO de Michael Bay - 2017 - ("Transformers: The Last Knight")
Las cosas entre los humanos y los transformers están peor que nunca y, para colmo, Optimus Prime ha desaparecido sin dejar rastro y muchos creen que no va a volver nunca más a la Tierra. Por si fuera poco, una amenaza ancestral como nunca antes ha conocido el planeta está a punto de llegar... Los terrícolas y los robots van a tener que volver a unir sus fuerzas si quieren sobrevivir...
Vuelve Michael Bay con su saga estrella, Transformers, y con su quinta parte, que nos trae de vuelta una vez más toda su pirotecnia absurda de siempre y todo su patrioterío para tontos de siempre, aunque ahora, por suerte, no nos comemos con patatas la sobredosis de barras y estrellas que nos comimos en la cuarta entrega, una película que claramente estaba orientada a animar a la población americanita en 2014, cuando se acababan de superar los peores años de la crisis mundial que nos ha azotado a todos en mayor o menos grado. Ahora el empleo en los USA y en Europa y en el mundo en general está bastante mejor y muchos dan ya por finiquitada la gran recesión mundial que estalló en 2008 y, curiosamente, como he dicho, "Transformers: El último caballero" es mucho, pero mucho menos patriótica que su antecesora. El resto está igual, no se hagan ilusiones de todas formas: personajes chorras, explosiones gratuitas, escenas de acción confusas, lagunas en la trama de la saga por todas partes, diálogos diarreicos y un humor lleno de gags de pura vergüenza ajena. Mark Whalberg repite como protagonista humano y gana mucho dinero pero también pierde muchos puntos de seriedad, y los robots habituales con alguno nuevo que no nos importa un pito están por ahí otra vez haciendo sus cabriolas y diciendo sus habituales frases fostiables. Hay personajes nuevos que tampoco nos importan un pepino (un grande como Anthony Hopkins se une a Whalberg en hacer el pamplina con un papel lamentable) y los robots dinosaurios que en la cuarta película eran lo más de lo más aquí sólo sirven para hacer el tonto un rato y ahora la última moda son unos transformers medievales de rollo artúrico, para aprovechar el tirón de la versión de las aventuras del Rey Arturo que este mismo verano ha estrenado Guy Ritchie y de camino vender nuevos muñequitos, que al fin y al cabo es de lo que se trataba de lograr con esta franquicia y con otras como la de los GI JOE desde sus entrañables inicios.
La historia de "Transformers: El último caballero" es un despropósito que da risa y que mezcla a los robots cansinos y molones de Bay con la historia del mencionado rey de Camelot con explicaciones que producen la hilaridad cuanto menos (si no te dan ganas de ponerte a llorar). Luego, tenemos un humor vergonzante (especialmente representado por ese robot mayordomo supuestamente chistoso al que dan ganas de desintegrar), tenemos glorificación a todo tren de la vida militar (marca de la casa), tenemos mucho fuego y mucho grito y mucha carrera imposible de corte de videojuego, tenemos incongruencias con las otras partes de la saga y faltan personajes (total, para qué se van a fijar en cuadrar bien los guiones si el público palomitero de los pueblos de la Norteamérica profunda ya se ha olvidado de todas ellas) y, por supuesto, un metraje al que le sobran por lo menos cuarenta y cinco minutos. Dos horas y media de robots dándose ostias y diciendo paridas es insoportable, aunque los efectos especiales sean preciosos (es cierto, al César lo que es del César). Valoración: basura (otra vez). Y me juego el cuello a que habrá sexta entrega.
viernes, 18 de agosto de 2017
REY ARTURO: LA LEYENDA DE EXCALIBUR de Guy Ritchie - 2017 - ("King Arthur: Legend of the Sword")
Arturo es un joven que ha crecido en la ciudad de Londinium en un burdel con prostitutas que le han cuidado desde que era niño y le encontraron en el río. No recuerda nada de su pasado. Arturo es valiente, fuerte y un incansable defensor de los más débiles. Un día, algo ocurre que cambia su vida. Algo que no esperaba jamás que le ocurriese a él... Y que le convierte de repente en el salvador y última esperanza de Inglaterra, aplastada por la tiranía del cruel rey Vortigern.
Con Sherlock Holmes le salió muy bien, pero con el Rey Arturo le ha salido muy mal. Que Guy Ritchie es un director que se repite más que el ajo es un hecho, pero que casi siempre sabe sacar frescura de sus historias, a pesar de que sean tan reiterativas, también lo es. "Rey Arturo: La leyenda de Excalibur" tiene todas las constantes de su cine: montaje rápido basado en flashbacks, personajes molones, humor canalla, mucha acción y lectura moderna de códigos del pasado (cuando la obra se ambienta en otras épocas). A priori, tendría que haber funcionado. Pero no, no lo ha hecho esta vez. "Rey Arturo: La leyenda de Excalibur" es un tostonazo con trama tonta, sin imaginación y sin ritmo ninguno. El mencionado montaje basado en flashbacks llega a ser cansino, tan casino, que aburre mortalmente. No se deja un maldito segundo de respiro para asimilar la trama, asimilar los planos, asimilar a los personajes. Ni uno. Todo va tan rápido que el sopor se hace infumable. A veces, un montaje vertiginoso no es sinónimo de rapidez, sino de todo lo contrario. Por si fuera poco, la trama es un peñazo sin interés ninguno: predecible, llena de tópicos, con personajes con desarrollo nulo que son o malos muy malos o buenos muy buenos, con lagunas e incoherencias por todas partes (el personaje de La Maga podría usar sus poderes desde el principio y se acabó la película...), con escenas que no sirven para nada, con giros de guión que no vienen a cuento, con unos diálogos que dan ganas de llorar (en serio, son malos, pero malos de cojones) y con una relectura de los mitos artúricos que se pasa toda la esencia de sus relatos por el forro. Se completa el despropósito con una colección de escenas de acción basadas en la acumulación barroca de hechos y en los efectos especiales irreales y colosalistas de baratillo (pero miren que son feos: para lo que se puede hacer hoy en día es que dan el cantazo a niveles bestiales).
Escenas como las del cutre y burdo combate final, que parece sacado de un "Street Fighter" o un "Tekken" (con todo el respeto para estas grandes sagas de videojuegos), son para pegarle un tiro al director (aparte de no venir a cuento y de salir a última hora por la Vía de Tarifa). Y finalmente, hay que terminar diciendo que los monstruos que aparecen en la película, además de ser muy pencos, tienen una imaginación "desbordante": todos ellos son animales normales y corrientes agrandados; elefantes gigantes (elefantes en Inglaterra, genial), ratas gigantes, murciélagos gigantes, serpientes gigantes. Todo gigante. Todo de postín. Pero todo para nada. Esta pesadez tontorrona e interminable es, tristemente, lo peor que ha hecho Guy Ritchie desde "Barridos por la marea". No pierdan el tiempo con ella: es una plasta inaguantable.
jueves, 30 de abril de 2015
EL REY ARTURO de Antoine Fuqua - 2004 - ("King Arthur")
El general romano Arthur, destinado en la salvaje Bretaña, sueña cada día con retornar a Roma para llevar una vida pacífica. Sin embargo, la propia Roma está sumida en la decadencia y el Imperio está disgregándose a pasos agigantados entre la corrupción, las luchas internas y las amenazas bárbaras. En la propia Bretaña una gran invasión de brutales bárbaros del norte se está gestando y está a punto de cambiar las cosas para siempre... Arthur no se lo imagina, pero está llamado a ser uno de los reyes más grandes que ha conocido la historia.
Me gustan las revisiones de las historias épicas de siempre, y más cuando intentan ahondar en el supuesto origen histórico de estas historias épicas. Por eso revisité hace no mucho "El Rey Arturo", esta cinta del irregular Antoine Fuqua, que hace poco más de diez años cambiaba de registro (su género predilecto suele ser el thriller) para rodar una suerte de lo que ahora llamaríamos "Rey Arturo Begins" (solamente que en aquel entonces, en 2004, quedaba más o menos un año para que Christopher Nolan presentase su ultrainfluyente "Batman Begins"). Tenemos así a un Rey Arturo que es un general romano quemado de todo y que ve cómo Roma se va al garete, tenemos una ambientación sucia y oscura y alejada de la épica habitual esplendorosa heredada del Hollywood dorado y tenemos personajes más desencantados de lo habitual que se mueven en un mundo crepuscular. Como el de tantos westerns de la etapa final de la era de oro del género, o como el de "Robin & Marian" de Richard Lester, La película, por desgracia, funciona a medias. Históricamente no sé hasta que punto es real, aunque sí que he leído que el supuesto Rey Arturo era realmente, según una de las últimas teorías que se barajan, un general romano llamado Lucius Artorius Castus. En fin, es otra más de estas teorías, pero ahí está y hacer una película de ficción basándose en ella puede ser interesante. Como he dicho, "El Rey Arturo" es irregular, aunque lo cierto es que básicamente también distrae y no produce vergüenza ajena.
La película tiene todos los tópicos de siempre: exaltación de la libertad y la lealtad hasta el final en un empaque épico. Los personajes son esperables y predecibles. Hay errores que hasta alguien no muy ducho en historia puede pillar (¿Qué leches hace una villa romana más allá del Muro de Adriano, que separaba el Imperio Romano de un mundo de tribus salvajes a las que todos temían?). Por otra parte, la película es demasiado larga (le sobran perfectamente veinte minutos) y por ello su ritmo se resiente. Sin embargo, hay aciertos también: la representación de la Roma que se hunde y de la época de invasiones bárbaras que se le viene encima a Europa está bien labrada, con el elemento justo de extrañeza y brutalidad y con unos escenarios decadentes que anticipan bien la llegada de la Edad Media. Las batallas están en general bien recreadas (aunque alguna se pase en acción made in USA, ustedes me entienden) y los actores están muy bien (la verdad es que Clive Owen chupa cámara y se lleva de calle al espectador). "El Rey Arturo" no es un filme exactamente fallido: cumple a secas, pero básicamente cumple. Sin embargo, podría haber dado mucho de sí y se nota que Antoine Fuqua, a pesar de haber dirigido un peliculón como "Training Day", no sale de ser un simple artesano.
sábado, 19 de octubre de 2013
MERLÍN EL ENCANTADOR de Wolfgang Reitherman - 1963 - ("Sword in the Stone")
Inglaterra vive una edad oscura donde triunfan la fuerza bruta y la ignorancia. Arturo es un niño de doce años al que todos conocen como "Grillo" y al que todos menosprecian por su debilidad. Aunque trabaja muy duro para ser escudero, su desconsiderada familia adoptiva lo obliga a realizar otras tareas que nada tienen que ver con su sueño. Esto va a cambiar cuando conozca al sabio y bondadoso mago Merlín y éste se preste a ser su maestro: juntos, van a conocer el mundo y sus grandes secretos. Merlín sabe que el joven Arturo está destinado a traer a Inglaterra un futuro glorioso.
La última película del estudio de Walt Disney que se estrenó en vida del gran maestro de la animación fue esta maravillosa e infravalorada (por lo eclipsada que ha sido por otros clásicos de dicho estudio) "Merlín el Encantador", una película de corte claramente "educativo" pero que ya da muestras de que los tiempos han cambiado con respecto al conservadurismo tradicional de las décadas anteriores en los USA. Las lecciones de los primeros filmes de Disney como "Pinocho" o "Dumbo", basadas en la amenaza y en el miedo al castigo (convertirse en burro por ser un niño "malo", ser perseguido por siniestros elefantes rosas por beber alcohol) son sustituidas por las sabias enseñanzas del mencionado mago Merlín, el profesor entregado, bondadoso y comprensivo que todos querríamos haber tenido alguna vez y que enseña mediante ejemplos y no mediante el terror. Grillo, un pre-adolescente Rey Arturo, se prepara junto a Merlín para un futuro glorioso y aprende la lección principal de su vida: la sabiduría y la habilidad vencen a la fuerza bruta y la bondad vence a la maldad. El cambio que se ha operado en la filosofía educativa de la compañía es patente (y muy de agradecer).
"Merlín el Encantador" sigue una trama ciertamente didáctica en la que el jovencito Arturo y el espectador viajan por diferentes medios (el acuático, el arbóreo, el aéreo...) estudiando la naturaleza y asuntos tan variados como el ciclo de la vida, el amor a los animales, el juego limpio en todas las empresas de la vida, los avances de la ciencia, la autoestima o el primer amor frustrado por imposible (maravilloso el capítulo de las ardillas con toda su parte triste y desoladoramente "realista"). Todo, por supuesto, acompañado por la animación maravillosa de siempre y por la esplendorosa y mágica ambientación de siempre y, además, por una galería de personajes como siempre fantástica (el búho Arquímedes y la loca y malvada Madam Mim son dos de los seres más personales y divertidos del estudio de Walt Disney y por desgracia dos de los más olvidados). "Merlín el Encantador" debe ser reivindicada sin cesar y revalorizada como se merece.
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