Rebeca y Marc son una joven pareja que viaja hasta el viejo caserón de sus familias, en las montañas vascas, para escribir allí, juntos, su historia común. Conforme lo hacen, empiezan a surgir secretos y cosas que estaban ocultas. Pronto, la realidad se desvela ante ellos tal y como es, y surgen los miedos, los rencores y los reproches.
Quien siga este blog, sabrá que en general no me gusta Julio Médem. Eso no quiere decir que me acerque con prejuicios a cada una de sus películas, y eso no me impide apreciar por ejemplo "Vacas" o "Los amantes del Círculo Polar", las cuales considero mejores que el resto, o "La pelota vasca", la cual con sus fallos y demagogias considero arriesgada. A "El árbol de la sangre" me he acercado sin ideas preconcebidas. Y me ha parecido horrorosa. Si hubiese sido de otro director, habría dicho lo mismo. Médem rueda una de sus habituales historias de relaciones personales cruzadas y apasionadas, muy marcada por el azar y la fatalidad, llena de sexo y pretendido lirismo. Dos amantes escriben juntos la historia de sus familias y salen trapos sucios y líos por doquier. El filme es lo más pedante y pretencioso que he visto en mucho tiempo. Su poesía es siempre forzada, aunque sus imágenes tengan belleza. Sus diálogos son terribles, recargados, vacíos pero retorcidos: buscan, una vez más, expresar más de lo que dicen por la fuerza. Una de las marcas de la casa. Los personajes no tienen relieve y sus conflictos son propios de una telenovela de las más malas. Y la trama es un batiburrillo temporal lioso e incoherente, con lagunas por todas partes, con coincidencias fozadísimas (algunas dan hasta vergüenza), con una caracterización pésima (el tiempo no pasa por nadie, en serio, es un error de bulto) y con subtramas que no vienen a cuento (todo el rollo de la mafia rusa y georgiana con sus incursiones baratas en el cine negro más barato no aporta nada).
Soy muy duro tal vez con la película, pero es que lo merece. No veía la hora de que terminase por fin. No pasaba el tiempo. Sólo diálogos barrocos y vacuos, personajes deambulando de un lado a otro muy perdidos, espiritualidad de manual, metáforas y simbolismos muy cutres y atosigantes, saltos temporales y de guión descalabrantes, una suerte de realismo mágico kitsch que da pena, escenas bochornosas una tras otra. "El árbol de la sangre" es un despropósito que trata de dar gato por liebre y que está más desnudo de lo que trata de parecer. Me parece un timo en toda regla, un culebrón que quiere ir de superior con un guión de estudiante de primero de carrera. En serio, trato de no ensañarme con esta película, pero es que no hay por donde cogerla. Por ninguna parte.
Opino como tú. Nunca me ha gustado este director, me parece un puro infumable así sin más.
ResponderEliminarSaludos.