Porco Rosso

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miércoles, 1 de agosto de 2018

EL JUSTICIERO de Eli Roth - 2018 - ("Death Wish")


Paul Kersey es un cirujano que vive feliz en Chicago con su mujer y su hija, que está a punto de ir a la universidad. Es un hombre tranquilo que disfruta de la vida cotidiana y de los pequeños placeres con su familia y con su mejor amigo, que es su hermano Frank. Un día, algo horrible le ocurre... Alguien hace daño a sus seres queridos... Paul va a cambiar radicalmente para hacer justicia.


El vicioso del pastiche Eli Roth, autor de algunas cositas con ideas por lo menos interesantes (aunque muchas de ellas fallidas) y de bastantes bodrios sonados e infumables, ha presentado hace poco "El justiciero", un remake de "El justiciero de la ciudad", la primera de una larga saga mítica de los años setenta sobre un justiciero callejero de métodos expeditivos protagonizada por el incombustible Charles Bronson de su mejor momento. No es una película maravillosa, pero sí que es de lo mejorcito que ha hecho últimamente el director de "Hostel" (que tampoco es que sea decir mucho). Bruce Willis, que lleva unos añitos muy chungos haciendo thrillers de mierda como churros de esos que ya no se estrenan en el cine fuera de los USA (cada vez se parece más a Nicolas Cage, lo que me produce una pena tremenda), es el protagonista ahora, y aunque no sea su papel un papelón, por lo menos no da vergüencita ajena. Otro que, en definitiva, se apunta a la moda de vengador urbano brutal que ha popularizado Liam Neeson con la trilogía de "Venganza" y a la que se han unido desde Keanu Reeves hasta Jackie Chan. "El justiciero", para ser un remake y un consciente pastiche, tiene una cierta personalidad: es divertida y muy violenta (con alguna escena hasta sádica para el cánon comercial) y conserva un aura de serie B que se digiere con gracia y cariño. Sus escenas de acción son resultonas y los diálogos, los villanos y los secundarios no son maravillosos pero, a pesar de ser puros tópicos, tampoco resultan terribles.


Es cierto que todo el conjunto del filme daba para mucho más, por supuesto, y su ambigüedad es bastante curiosa, porque lo mismo glorifica la Ley del Talión, del "ojo por ojo, diente por diente", justificándola especialmente cuando la justicia no funciona como supuestamente debería funcionar (y aquí tenemos un debate abierto que da para ríos y ríos de tinta y miles de polémicas), mientras que por otro critica la cultura de las armas en los Estados Unidos y la facilidad para acceder a ellas o a tutoriales para fabricarlas en Internet. No sé si es todo esto trabajo realizado a conciencia de Roth o es que simplemente le ha sonado la flauta. El caso es que el filme hasta sugestiona, aunque no lo haga por completo. "El justiciero" es olvidable, y simplista en muchas de sus propuestas, pero funciona y entretiene, aunque la semana que viene ya no te acuerdes de ella. Disfrutable y punto, pero disfrutable.


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