Porco Rosso
lunes, 11 de diciembre de 2017
SAMURAI CHAMPLOO de Shinichiro Watanabe - 2004 - ("Samurai Champuru")
Fuu es una joven que trabaja de camarera en una casa de té. Un día, los samuráis corruptos del señor del pueblo la lían en el local y tienen un enfrentamiento con dos vagabundos: uno llamado Mugen, canalla y socarrón, y otro llamado Jin, taciturno y sombrío. Ambos resultan ser dos espadachines extraordinarios y les dan una paliza... Y la vida de Fuu queda irremisiblemente ligada a la de los dos extraños visitantes... Para bien y para mal.
"Samurai Champloo" es la segunda serie creada por Shinichiro Watanabe después de "Cowboy Bebop", y sigue sus pautas en gran parte y presenta una gran calidad, aunque creo, desde mi punto de vista, que es algo menor por algunos inconvenientes que comentaré más adelante. Si "Cowboy Bebop" mezclaba el género negro con la space opera, "Samurai Champloo" mezcla el de samuráis, uno de los clásicos del cine japonés de todos los tiempos, con divertidos anacronismos que son propios de nuestros días como el breakdance, el graffiti, la música electrónica, el rap y el hip hop. Como en la primera serie, la mezcla funciona, y a las mil maravillas. Watanabe tiene olfato para revitalizar y fusionar en lo estético y estilístico géneros ya trillados o en apariencia radicalmente opuestos. El esquema también repite: tenemos 26 capítulos en los que prima una gran cantidad de historias autoconclusivas que se ven salpicadas por unas pocas en las que se desarrolla el pasado de los personajes principales, que son tres y cargados de carisma (los personajes sin ninguna duda son el punto fuerte de ambas series). Fuu es una chica que busca a un extraño samurai "que huele como los girasoles" y que está relacionado con su pasado. En su viaje, por pura casualidad, la acompañan dos samuráis totalmente opuestos en tipo de lucha. Mugen es un canalla que utiliza su espada combinada con técnicas breakdance y que es totalmente explosivo e impredecible. Jin, en cambio, es un samurai clásico, de los de "escuela", con una técnica elegante, precisa e impecable. Los dos van a su bola y luchan solamente por sí mismos, pero Fuu, que representa la valentía, la compasión y la racionalidad, opera cambios importantes en sus vidas. El humor está siempre presente, y la referencia cultural e histórica desprejuiciada e incluso fuera de tiempo. La variedad de capítulos es muy amplia: desde luchas contra yakuzas hasta combates contra samuráis corruptos pasando por encuentros con europeos fascinados por Japón, capítulos sobre el arte de la pintura o hasta partidos de baseball. Todo es ecléctico en "Samurai Champloo", y aunque prima la comedia en la mayor parte de los episodios, el drama ocupa también un lugar especial.
Los capítulos que desarrollan a los personajes, sus pasados y sus presentes, no escatiman a la hora de mostrar violencia, luchas a muerte, villanos brutales y un poso de melancolía y fatalismo que también estaban presentes en "Cowboy Bebop". Los tres últimos episodios me parecen una maravilla, y sólo por ellos la serie merece del todo la pena. Sin embargo, sí echo de menos en "Samurai Champloo" más segmentos de este tipo. Creo que el principal fallo que tiene la segunda obra de Shinichiro Watanabe es el abuso de capítulos de relleno. Llegan a ser abrumadores, y de tanto empacho de historietas pequeñas de coña el espectador llega a perder un poco el interés. No le ocurría a "Cowboy Bebop", que estaba mucho más equilibrada entre su parte cachonda y su parte seria. Hasta más allá del capítulo doce o trece no ocurre nada especialmente reseñable relacionado directamente con ninguno de los tres protagonistas, y eso cansa. Y luego, sigue el relleno durante bastantes tramos de la historia, y hay hasta capítulos que claramente sobran (como el del mencionado baseball o uno que es un resumen de lo ocurrido de lo más descarado). A pesar de todo esto, la serie es muy notable, y mezcla con mucha gracia unas influencias que en manos de otro autor tal vez no habrían cuajado. La animación, aún perdiendo detalle en algunos planos inexplicablemente, es muy buena, y los combates son un prodigio de inventiva, fluidez, potencia y emoción. Otra recomendable creación de este autor y, de nuevo, gran éxito de crítica y de público.
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