Un cetro mágico que April ha comprado por casualidad la ha transportado al Japón del siglo XVII, por lo que las Tortugas Ninja se ponen en marcha para rescatarla y la siguen a través del tiempo. Allí van a tener que enfrentarse a dos nuevos enemigos: al Señor de la Guerra Nortaga, que tiene a su pueblo sumido en la tiranía, y a un pérfido comerciante español que le acompaña y que actúa siempre desde las sombras. Mientras, el Maestro Splinter y Casey Jones se quedan en Nueva York Al cuidado de cuatro samuráis que les van a dar más de un quebradero de cabeza.
Stuart Gillard es un director sin demasiada personalidad y en líneas generales mediocre que ha sido relegado a la dirección de producciones de bajo presupuesto y de estrenos directos a DVD. Entre sus películas, de muy variados géneros, se encuentran el drama romántico Paradise, la comentada comedia de aventuras Las Tortugas Ninja III, la película histórica La hora de la libertad, la comedia fantástica Rocket Man, el filme de terror La criatura, el filme de carreras Coches de fuego, el drama Un amigo de la familia y las comedias Twitches y Twitches II.
Si la segunda parte de la saga filmica de las Tortugas Ninja ofreció un espectáculo denigrante, la tercera ofreció algo por lo menos igual en calidad, es decir, otro inmenso bodrio. Stuart Gillard dirige en esta ocasión (con bastante mediocridad) y Paige Turco repite papel como April ONeall, mientras que Elias Koteas, que no apareció en la anterior entrega, vuelve a dar vida a Casey Jones en ésta y además a un personaje secundario que las tortugas encuentran en el Japón Feudal, que es a donde van a parar tras encontrar un cetro que tiene el poder de transportar a las personas a través del tiempo. La historia es lineal y muy simple de nuevo, y, aunque las escenas de acción mejoran ligeramente respecto a las de la anterior entrega (los protagonistas vuelven a usar sus armas, que salvo la pica de Donatello en aquella fueron censuradas) no son imaginativas ni espectaculares. Mientras, y por desgracia, las tortugas siguen actuando como una unidad (no hay diferencias de carácter y comportamiento entre ellas) y la carga humorística sigue acaparando casi todo el metraje y resultando bastante insufrible (los chistes del filme, incluso para aquel año 1993, ya eran repetitivos y algunos hasta provocaban la vergüenza ajena como ocurrió con muchos de los de las dos anteriores películas-). Los villanos de turno, un Señor de la Guerra japonés y un oportunista comerciante español interpretado por Stuart Wilson, tampoco aportan nada nuevo: no tienen el carisma del Shreeder de la primera entrega (el de la segunda mejor olvidarlo) y sus amenazas no son atractivas.
La trama de la película, además, está pésimamente aprovechada: los nuevos personajes (los samuráis rebeldes) no le aportan prácticamente nada (apenas están hechos de apuntes argumentales), mientras que los del Maestro Splinter y Casey Jones están tremendamente desperdiciados (se quedan en Nueva York cuidando de cuatro samuráis a los que enseñan a jugar al hockey o llevan de juerga a una discoteca). Hay además una inexplicable laguna argumental: Elias Koteas, además de al mencionado Casey Jones, da vida a un español en el Japón Feudal que se une a las tortugas y a April de buenas a primeras y que después los traiciona para más tarde volver a unirse a ellos. A April le recuerda a Casey (por lo que suponemos que será un antepasado suyo), pero no se vuelve a decir nada más sobre él y nadie le pregunta siquiera. Un auténtico desastre. Para terminar, hay que señalar además que los trajes de esta tercera parte no fueron ya diseñados por la Jim Hensons Creature Shop, sino por All Creature Effects con bastante poca fortuna: las tortugas e incluso Splinter son ahora marionetas toscas, con poca definición y menos movilidad. Una verdadera lástima. Con Las Tortugas Ninja III se cerró una de las trilogías de cine infantil más famosas y rentables de la década de los noventa. Quince años después, se estrenó una cuarta entrega animada de la que hablaremos mañana.
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