Shreeder no murió, como todos en Nueva York creyeron, y ahora ha vuelto a las calles con una nueva arma: los mocos verdes, con la que puede crear mutantes a su antojo. Las Tortugas Ninja han de volver a enfrentarse a él y a sus nuevos guerreros: Tokka y Razhar, un perro y una tortuga gigantescos y violentos y, además, rescatar de sus garras al científico Jordan Perry, el creador de los mencionados mocos.
Michael Pressman es un habitualmente solvente aunque impersonal director de cine dramático y familiar que ha trabajado esencialmente en la televisión para series como Picket Fences o Chicago Hope. Su filmografía, llena de encargos y de filmes artesanales, se compone de los dramas Pasiones secretas, Vuelo 007, El avión derribado, Cicatriz de guerra y El regalo de Navidad, del filme negro Capone tras las rejas, de la comentada comedia de aventuras Las Tortugas Ninja II. El secreto de los mocos verdes, de la romántica Feliz cumpleaños, amor mío y de los nuevos dramas Bondad en el alma y Una época para los milagros.
Tras el enormísimo éxito de Las Tortugas Ninja llegó Las Tortugas Ninja II. El secreto de los mocos verdes, escrita y rodada en menos de un año con el objetivo de ser inmediatamente estrenada. Aunque cumplió en las taquillas (de hecho, se grabó una tercera entrega a los dos años), fue un brutal desastre en el resto de los apartados. Prácticamente todo el equipo de la primera parte no participó en esta: Judith Hoag dejó de ser April ONeall y la tarea de dar vida a este personaje recayó en Paige Turco, mientras que Elias Koteas tampoco continuó como Casey Jones, lo que propició que el carismático personaje no apareciese en esta secuela (no entiendo cómo no fue encarnado por otro actor) y, además, sin que se diese ninguna explicación de su ausencia (a pesar de este momentáneo abandono, Koteas volvería a interpretarlo en la tercera parte). Las Tortugas Ninja II. El Secreto de los Mocos Verdes es un desastre en todos los aspectos: la historia es predecible y lineal hasta decir basta, sus cuatro protagonistas actúan exactamente igual, como una unidad (no hay diferencia entre ninguna tortuga y el eterno conflicto de Raphael con Leonardo se ha perdido); los villanos resultan ridículos (especialmente el Shredder mutante, que muere de la forma más estúpida vista en años), las escenas de acción son vulgares y repetitivas, el metraje es verdaderamente corto, fílmicamente está dirigida con notable torpeza (incluso se pierde la atmósfera pulp que Steve Barron otorgó a la anterior entrega) y el humor que desprende es verdaderamente vergonzante y, para colmo, se abusa de este elemento sin control (la película es ya una comedia en toda regla -por cierto que la escena del baile no tiene ninguna gracia, ni en su momento ni hoy en día, y la aparición del rapero Vanilla Ice es patética-). La poca seriedad de la cinta aumenta además por el hecho de que, ante algunas críticas que se lanzaron contra la primera parte a causa de su supuesta violencia (no era violenta en absoluto), en esta segunda se limitó el uso de las armas de los protagonistas terriblemente: el único que las usa en el filme es Donatello, que lucha con una inofensiva pica. Las Tortugas Ninja II. El secreto de los mocos verdes es un enormísimo despropósito que ni siquiera alcanza dignidad por el hecho estar dirigido a un público infantil. La siguiente entrega mantuvo, por desgracia, esta línea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario