Siglo XIX. El joven Jonathan Harker viaja desde Londres a la lejana y siniestra Transilvania para venderle una propiedad en su ciudad al Conde Drácula, un noble misterioso que vive en un oscuro, apartado y ruinoso castillo y que sólo se deja ver por las noches. Harker empieza a sentir cosas extrañas en su hogar de paso: se siente cada día más débil y su anfitrión siempre actúa de forma enigmática. Pronto, descubre que el Conde es en realidad un ser diabólico que se alimenta del sufrimiento humano y que tiene unos planes terribles para hacerse más poderoso en los que entran su prometida Mina y sus propios amigos de Londres. ¿Podrá Jonathan o alguno de los suyos pararle los pies a Drácula?
Con casi doscientos títulos a sus espaldas, el director, guionista, productor y músico Jesús Franco, ignorado casi constántemente por la industria española (lo que a él a menudo no le ha importado lo más mínimo) pero con un público extremadamente fiel tanto en España como en otros países, es un maestro de la creación cinematográfica con presupuestos verdaderamente ínfimos a pesar de la irregularidad absoluta de su obra. Su cine, centrado especialmente en el género del terror, en el fantástico, en el erótico, en el de aventuras y en el negro, no hace ascos a ningún tipo de estética, intérprete o recurso. Sus filmes son una amalgama de influencias caracterizados por una mirada estética conscientemente amateur, cutre y descuidada (y a veces experimental) y por unas tramas en las que absolutamente todo vale, desde su recurrente violencia y erotismo hasta el humor más negro pasando por la pornografía directa y sin tapujos. Jesús Franco ha rodado con actrices porno a las que ha transformado en divas indies y en reinas del "destape", ha reciclado escenarios y vestuarios constante y descaradamente, ha trabajado con material desechado y utilizado anteriormente, ha rodado varias películas seguidas (a veces improvisando con el dinero sobrante de la anterior producción) y ha utilizado un buen montón de seudónimos (Jess Frank, Jess Franco, Franco Manera, James P. Johnson, David Khunne, Clifford Brown...) para rodar otro tipo de cine como el pornográfico o para esquivar a la censura. Outsider underground férreo y declarado, insobornable y extremo director independiente, Jesús Franco trabajó muchísimo fuera de España a causa de los problemas con la censura franquista y, a la llegada de la democracia, siguió realizando su mismo cine de siempre con los mismos medios minúsculos de siempre sin importarle hacerse un hueco en la industria comercial española que entonces comenzó a salir adelante (por cierto que siempre criticó muchísimo a esta industria con la que prácticamente nunca hizo concesiones). Hay que alabar, desde luego, el carácter insobornable de este cineasta español inclasificable. Sin embargo, hay que decir también que su variada y extensísima filmografía está llena de unos pocos títulos muy apreciables y de un buen montón de bazofias y de bodrios infumables (algunos grandes clásicos a pesar de todo). Especialmente su primera etapa muestra obras muy personales, polémicas y destacadas de alguna u otra manera: "Gritos en la noche", "Vampiresas 1930", "Necronomicón", "La muerte silba un blues", su curiosa (y polémica por supuesto) reconstrucción del "Don Quijote" que Orson Welles dejó sin acabar, "El castillo de Fu Manchú", "El proceso de las brujas", la comentada "El Conde Drácula", "Las vampiras", "Drácula contra Frankenstein", "El siniestro Dr. Orloff", "La mansión de los muertos vivientes", "El tesoro de la diosa blanca"... ¿Genio incomprendido? ¿Farsante? ¿Freak aprovechado? ¿Ed Wood a la española sin complejos? ¿Imitación cutre de Roger Corman o de directores de la Hammer? Ustedes deciden... La polémica nunca abandonará a Jesús Franco.
Admirada y denostada a partes iguales (y de manera extremada en ambos casos), "El Conde Drácula" de Jesús Franco es una producción desarrollada entre España, Italia, Alemania e Inglaterra que fue finalmente dirigida por el director que nos ocupa aunque fue al parecer inicialmente planteada para que lo hiciese Terence Fisher. Promocionada todavía hoy como la primera adaptación escrupulosamente fiel del "Drácula" original de Bram Stoker (lo que no es cierto ni por asomo), esta versión del mito del vampiro más famoso del mundo, si bien no era en un principio una de las obras más personales de Franco, sí que se ha convertido con el tiempo y la acción del boca a boca en una de las más representativas. Rodada con un presupuesto ínfimo, llena de errores técnicos (habitual en el cine de este autor), abusiva con ciertos recursos "setententos" (como los acercamientos bruscos de cámara que pretenden ser dramáticos y que a veces dan risa) y envuelta en un aura amateur inspirada en los clásicos de la Hammer, "El Conde Drácula" se erige (desde mi punto de vista, que va a ser criticadísimo por muchos) como una revisitación muy digna de la historia de este personaje.
Más comedida y sobria que otras obras desquiciadas de Franco (al parecer porque el director estuvo más controlado por sus productores que en otras ocasiones), "El Conde Drácula" cuenta con unos escenarios simples pero muy efectivos y evocadores de la oscuridad del relato, con unas actuaciones frías (desconozco si realizadas conscientemente o por incompetencia o desidia del equipo -en el que hay grandes nombres como Christopher Lee, Klaus Kinski, Herbert Lom o la habitual del director Soledad Miranda-) que ayudan a enrarecer el ambiente que estos decorados crean, una violencia y erotismo bien llevados (sin los abusos habituales del director, lo cual en ciertas ocasiones es de agradecer) y una historia que no es fiel a la original (aunque... ¿cual lo es a estas alturas?) pero que introduce variantes interesantes. Le fallan al filme el ritmo, descompensado a veces, y los mencionados errores técnicos, pero eso no quita que "El Conde Drácula" resulte en todo momento una apreciable adaptación. ¿Imaginan que Pasolini hubiese rodado su propia versión de "Drácula"? Algo parecido podría ser esta obra de Jesús Franco.
Otra versión de esta crítica en el blog de mi amigo el Señor Wolfville: "El Carnaval del Señor Wolfville".
No me parece una buena peli. Por muy mal que estés de pasta, es super cutre poner cuatro animales disecados moviéndolos como un niño jugando con muñecos y hacer pretender que están vivos. Una curiosidad, pero bueno, viniendo de Jesús Franco... Que dicho sea de paso no me parece un buen director ni por asomo a pesar de que sea de culto y de que haga lo que le de la gana. Saludos. Paul
ResponderEliminarDios mio. ¿Por dónde empiezo? El viaje hasta el castillo escoltado por perros pastores (se supone que eran lobos), el uso del zoom absolutamente desquiciado, la cámara temblando constántemente, la muerte final del conde, que es de lo más patético en cuanto a ideas y resolución que he visto jamás, la cochambrosa música (que hay gente que la defiende), hay tanta incompetencia, falta de pericia y de astucia que cansa pensar en ello. Supongo que lo peor es la arrogancia de su artífice (llamarlo director o realizador duele), que creía estar realizando la versión definitiva de Drácula. Simplemente penoso.
ResponderEliminarLas escenas del castillo serodaron en mi pueblo, en Cardona. La verdad es que el tiempo no ha tratado muy bien esa película y la escena de los bichos disecados queda muy grotesca. Yo salvaría el look de Christopher Lee, un Drácula entrado en años que es lo poco que permenece fiel a la novela y cuando las vampiras gimen orgásmicamente al ser empaladas con la estaca. Saludos. Borgo.
ResponderEliminarTengo mucha curiosidad por ver esta película, a ver si un día me la pongo.
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