Porco Rosso

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sábado, 1 de diciembre de 2018

ZAMA de Lucrecia Martel - 2017 - ("Zama")


Siglo XVII. Don Diego de Zama es un corregidor del imperio español que está destinado en Asunción, una pequeña y miserable ciudad de provincias del río Paraguay, y que está esperando que le notifiquen su traslado a Lerma, el cual nunca llega. Don Diego pasa los días sumido en la molicie y el aburrimiento, viendo pasar el tiempo en un lugar cerrado y además corrupto. Y pasa un día, y otro día, y otro más, y la notificación que ansía nunca aparece...


Por fin he podido ver "Zama", la cuarta película de Lucrecia Martel, y me ha parecido excelente. La cineasta argentina se sumerge por primera vez en las aguas de una adaptación literaria y deja su característico cine de retrato social. Y adapta nada más y nada menos que la novela de su compatriota Antonio di Benedetto, la homónima "Zama", una de esas novelas que dicen que, como por ejemplo "Cien años de soledad" o "Rayuela", son inadaptables. "Zama", una novela que me recuerda mucho, aunque no sea igual, a "El coronel no tiene quien le escriba" de Gabriel García Márquez, es llevada a la pantalla de forma muy personal por Martel pero clavando una de las grandes características de ambas obras escritas: el infierno de la espera eterna. Don Diego de Zama espera el traslado a la ciudad de Lerma mientras se pudre en la Asunción de su tiempo, que entonces no era más que prácticamente un pequeño pueblo de provincias, al igual que el coronel esperaba la carta que le anunciaría su pensión de veterano de guerra. La directora capta a la perfección el sentimiento de desamparo rotundo y asfixiante al que se ve sometido el protagonista, un Daniel Giménez Cacho absolutamente excepcional, magistral, que pone el cansancio extremo y el desvalimiento total en el propio espectador. A esto contribuye una ambientación que exuda calor, molicie, aburrimiento, compuesta de planos cerrados y extremadamente realistas, desagradables algunos incluso, para mostrar toda la podredumbre física y a la vez moral de la época.


El filme, dividido en dos partes, la de la tediosa espera y la del viaje, es toda una experiencia visual y sonora por un mundo mezclado, de colonizadores y colonizados, de mil colores de piel, de universos extremadamente diferentes que se solapan. Escenas como la lucha contra los indios pasarán a las antologías del cine argentino: son absolutamente hipnóticas, y representan a la perfección la extrañeza atávica de lo desconocido, del encuentro cultural violento. "Zama" trata numerosos asuntos: desde la mencionada espera hasta la injusticia en todo su terrible esplendor (exterminio, esclavitud, racismo, machismo, clasismo, nepotismo, colonialismo, hipocresía social, violencia y barbarie) pasando por puro existencialismo. La cuarta obra de Lucrecia Martel es un reto, pero un reto delicioso, para cualquier espectador. Me ha parecido un filme absolutamente genial.


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