Porco Rosso
lunes, 13 de agosto de 2018
THE EQUALIZER II de Antoine Fuqua - 2018 - ("The Equalizer II")
Robert McCall ha seguido con su vida discreta en Boston y, en la sombra, ayuda como héroe urbano a los necesitados y a los oprimidos utilizando métodos de todo tipo. Ahora, se va a tener que enfrentar al golpe más duro que nunca le han dado: un misterioso asesinato ejecutado en Bruselas, en Bélgica, le va a conectar con algo muy oscuro e inesperado...
"The Equalizer" no era una maravilla, pero, a pesar de ser algo larga, se veía con agrado. "The Equalizer II", en la que repite como director Antoine Fuqua, ya no funciona. Es un total quiero y no puedo: el realizador trata de dotar al filme de seriedad, de no pasarse con la acción desaforada y de construir personajes y conflictos interesantes pero se le va la mano con el ritmo y con el ordenamiento de lo que cuenta. La trama central está colocada a trompicones en medio de un maremagnum de subtramas que no van a ninguna parte o que aportan muy poco en las que el bueno de Denzel Washington ayuda a gente necesitada y da discursitos. El interés se pierde en seguida. Todo es increíblemente errático, deslavazado, sin consistencia. Todo está cogido con alfileres y Fuqua se desvía tanto de la historia supuestamente principal de la película que esta deja de resultar mínimamente atractiva. Al protagonista, además, le sobra aquí moralina: llega a resultar cargante, cosa que no era en la primera entrega. Los villanos sorprenden, cierto, pero hacen también muchas tonterías que alguien en su lugar no haría y que cantan a la legua y que les comprometen a lo bestia. Queda una factura técnica correcta, y unas escenas de acción muy bien rodadas y un tratamiento de la violencia bastante brutal y sangriento, resultón, que añade enteros al conjunto. Pero no es suficiente, claro. El cuerpo de "The Equalizer II" es insoportable por extenso, por desangelado, por aburrido. Y además, es excesivamente larga para algo que se cuenta perfectamente, y con más ritmo, con quince minutos menos de metraje. Muy, muy, muy soporífera y olvidable.
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