Porco Rosso
lunes, 8 de enero de 2018
PUSHER: UN PASEO POR EL ABISMO de Nicolas Winding Refn - 1996 - ("Pusher")
Frank es un camello de poca monta de Copenhague que se ha metido en un buen lío: ha perdido una gran cantidad de dinero que le debía a Milo, su jefe, un mafioso serbio, y no tiene manera de recuperarlo todo en poco tiempo. Desesperado, Frank va a intentar un plan extremadamente arriesgado... Es su última carta si no quiere que le maten.
El danés Nicolas Winding Refn, con sus admiradores y detractores, con sus peliculones y con sus bodrios, se ha ido creando, sin prisa pero sin pausa, una filmografía más que interesante y una voz propia dentro del cine europeo. Sus orígenes fueron titubeantes, pero con el tiempo ha conseguido destacar con obras indiscutibles de autor. "Pusher: Un paseo por el abismo" fue su debut, una película negra "muy de los noventa", influenciada por el cine videoclipero de esa década y por la sombra de directores como Quentin Tarantino. No es su mejor obra, aunque también para algo es la primera. El famoso actor danés Kim Bodnia da vida a un trapichero de poca monta de Copenhague que se mete en un buen lío al perder una gran cantidad de dinero que le tenía que entregar a su jefe mafioso y entabla relaciones complicadas o amistosas con varios personajes en su periplo por recuperarlo (entre ellos, un joven y poco conocido todavía Mads Mikkelsen). Un argumento muy basiquito y mil veces visto y revisto, y un personaje bastante tópico él y los que le rodean. "Pusher" tira a lo bestia de lugares comunes y lo maquilla todo con una estética sucia, de cámara en mano casi documental, muy realista. Es predecible, y tiene muchas escenas que nos sabemos de memoria, y unos caracteres bastante planos. Trata de retratar el submundo criminal de la capital de Dinamarca, pero sin mucha profundidad. El desenlace es flojito, y le deja a uno esperando algo más. Aún así, todo el conjunto es básicamente disfrutable, aunque ha envejecido algo mal. Sí que consigue Winding Refn desarrollar a un protagonista principal que logra sintonizar con los sentimientos del espectador, que es capaz de ponerse en su piel de persona atrapada por un ambiente del que es incapaz de salir y preso de la fatalidad de ser un chivo expiatorio de criminales mucho peores. El director de "Drive" iría, poco a poco, mejorando su estilo, y en 2004 y 2005 respectivamente entregaría las dos tardías secuelas de esta primera película suya para conformar una trilogía sobre los bajos fondos de Copenhague que se haría famosa. Por suerte, estas dos siguientes partes de la saga serían ya bastante mejores.
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