1973. Plena Guerra Fría. El agente del Servicio Secreto de Inteligencia Británico George Smiley es expulsado de la cúpula de la organización y degradado tras una misión fallida en Hungría que para colmo termina de forma sangrienta. George, que también pasa por un mal momento familiar tras haberse separado de su esposa, piensa seriamente en retirarse. Sin embargo, a pesar de haber sido acusado de negligencia, el organismo vuelve a reclamar sus servicios: sospechan de que hay un espía soviético infiltrado actuando contra Inglaterra y creen que Smiley es el hombre ideal para cazarlo. Él acepta. Y se sumerge en una misión llena de oscuridad donde nada es lo que parece ser.
Tomas Alfredson, tras su etapa en Suecia, su país natal, amplia y con filmes irregulares, dio el salto en 2011 tras la estupenda "Déjame entrar" al cine extranjero, y al británico en concreto, con "El Topo" (horrenda traducción para el mercado español de "Tinker Tailor Soldier Spy", mucho más relacionado con el argumento del filme y sus ironías). Si la semana pasada comentábamos la irregular saga de Jack Ryan, uno de los más famosos héroes de las novelas de espionaje de Tom Clancy, hoy nos toca hablar de George Smiley, personaje de varias novelas de John le Carré, también sumergido en el mundo del espionaje y que ha tenido a lo largo de las pasadas décadas desde películas hasta series de televisión (lo han interpretado Rupert Davies, James Mason, Alec Guinnes y Denholm Elliot). George Smiley es taciturno, serio, frío, tristón incluso, muy alejado del activo Ryan y menos dado a la acción. El tono de esta película también es muy diferente al de aquellas y, en general, al del thriller comercial al que estamos habituados. "El Topo" es una película dura. Larga, compleja, retorcida. La información se nos va dando con cuentagotas, y tenemos que ordenarla toda nosotros mismos, sin ayuda del director, que para colmo nos pone constantemente ante trampas. Dobles identidades, dobles agentes, conspiraciones inesperadas, juegos constantes, espejos cotidianos: nada es lo que parece ser y a veces justo lo contrario. Tomas Alfredson nos guía, por medio de una narrativa estricta y tajante, despojada de todo artificio, minimalista, por un mundo en constante cambio político y al borde del tumulto que retrata con una riqueza de ambientación preciosa. No hay acción al uso, ni romanticismo al uso, ni buenos y malos al uso en "El Topo", que por cierto tiene a un Gary Oldman absolutamente inolvidable y soberbio como personaje principal (en una de sus actuaciones para el recuerdo: otra más) y a un reparto de secundarios que es para caerse de espaldas: Colin Firth, Mark Strong, Benedict Cumberbatch, Tom Hardy, John Hurt, Ciaran Hinds y Toby Jones. Todos espectaculares.
"El Topo" es una película que no es nada fácil ni de afrontar ni de digerir y que exige un esfuerzo duro y constante por parte del espectador desde su inicio hasta su desenlace, ambos espectaculares. Pero precisamente por esto es un gran reto de 127 minutos delicioso, dedicado especialmente para los amantes del thriller de altura y del retrato político bien delineado, articulado y resuelto. A mi me parece una cinta magnífica que confirma definitivamente la calidad de un director sueco que sabe dar buen hacer y personalidad (a pesar de su brutal patinazo con la recién estrenada y horrorosa "El muñeco de nieve", de la que hablaré en las próximas semanas). Vean "El Topo" siendo conscientes de que no van a ver una película de James Bond, y ni siquiera una de Jack Ryan. En un buen momento y con la mente despejada. Y prepárense para un buen desafío fílmico en todos los aspectos. Lo dicho: una joyita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario