Porco Rosso

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lunes, 2 de octubre de 2017

CUANDO EL VIENTO SOPLA de Jimmy T. Murakami - 1986 - ("When the wind blows")


James y Hilda Bloggs son una pareja de jubilados que vive en una apartada y sosegada casa en el campo inglés. Pasan el final de sus días tranquilos, descansando, disfrutando de la paz y de la naturaleza y discutiendo un poco también a veces. Un día, James, que ha ido al pueblo para leer los periódicos, vuelve a casa con unos manuales que explican lo que hay que hacer en el caso de amenaza atómica, pues las cosas entre los dos grandes bloques mundiales están muy tensas. Pronto, algo terrible y monstruoso ocurre...


Vi por primera vez "Cuando el viento sopla" cuando era un crío. En los ochenta, solían poner este tipo de películas los fines de semana a media mañana, en baterías de "dibujitos para los niños", sin preocuparse en absoluto de comprobar si lo que ponían era o no para niños realmente. Me traumatizó. La recordé toda la vida y, cuando, ya adulto, la vi de nuevo, me volvió a traumatizar. "Cuando el viento sopla", la mejor creación del irregular Jimmy T. Murakami, es una de las películas animadas más importantes de la historia, sin ningún género de dudas. Basada, como su anterior obra, "The Snowman", en una obra escrita y dibujada de Raymond Briggs, narra la historia de dos ancianos que viven en el campo y que se enfrentan a las consecuencias del estallido de una bomba atómica en las cercanías de su casa. Estamos en 1986, y aunque en breve iba a caer ya el Muro de Berlín, la escalada atómica en aquellos y en los anteriores años y el enfrentamiento entre norteamericanos y rusos había sido de una volatilidad tremenda y era uno de los asuntos que más preocupaban al mundo. Lo vivido en Hiroshima y Nagasaki es reproducido con todo su horror en esta película, en la que los ancianos, basados en los padres del propio Briggs, pasan de una creencia optimista y casi ciega en la omnipotencia del estado salvador a una desesperanza total. "Cuando el viento sopla" es una película fea, desagradable, deprimente, terrible, desesperanzada. Es incómoda y durísima, y su espiral de decadencia, de caída en la nada, es un proceso que el espectador no olvida. El estallido, el abandono, la enfermedad, la podredumbre y el derrumbe de la sociedad es el itinerario que sigue la desventura terrible de los dos ancianos protagonistas, víctimas colaterales de un conflicto que han creado sus líderes y que a ellos ni les va ni les viene. La crítica a la guerra, a las armas de destrucción masiva, a los patriotismos enfermizos, es cruda y brutal. Murakami no hace una sola concesión, no alivia un solo minuto al espectador, abrumado por tanto horror, que desea que todo termine de una vez. Animada mezclando los dibujos tradicionales con los objetos reales en "stop motion" y con una banda sonora compuesta por David Bowie y otros grandes como Roger Waters, Genesis o Squeeze, "Cuando el viento sopla" es una obra maestra de la animación mundial y una película tristemente lucidísima sobre un tiempo que podría volver. No la olvidemos nunca.


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