Porco Rosso
martes, 5 de septiembre de 2017
UN, DOS, TRES, AL ESCONDITE INGLÉS de Iván Zulueta - 1969 - ("Un, dos, tres, al escondite inglés")
Un grupo de jóvenes españoles modernos, culturetas, rebeldes y fanáticos de la música está harto del famoso festival conocido como Mundocanal, célebre en todo el planeta pero en el que solamente actúan cantantes y bandas comerciales de una calidad lamentable. Cuando descubren que, para colmo, la canción que va a representar a España en la nueva edición es una auténtica e infame bazofia, deciden tomar cartas en el asunto... Van a sabotear el festival y a acabar con el para siempre.
Iván Zulueta fue uno de los artistas underground más importantes de España. Pintor, fotógrafo, castelista, decorador, guionista y director de cine, es tremendamente alabado por su cinta independiente "Arrebato" en este último campo, la que para muchos es tal vez la cinta independiente más importante de la filmografía española. Extremadamente poco prolífico en el cine (solamente dirigió dos películas y varios cortometrajes), Iván Zulueta llegó a pasar décadas sumido en un olvido injusto (a pesar de que en otros artes como el de la cartelería creaba para Almodóvar, Garci, Borau o Gutiérrez Aragón) mientras sus obras, gracias al boca a boca, a reediciones, a ciclos especiales y sobre todo a Santa Internet, le iban transformando sin embargo y poco a poco en un autor de culto hasta su muerte el 30 de diciembre de 2009 en su San Sebastián natal. "Un, dos, tres, al escondite inglés" fue su debut en el largometraje, y sin ser tan mítica como "Arrebato", fue una de las comedias más inclasificables de la filmografía española de su momento y, todavía hoy, sigue sorprendiendo. Se rodó sin guión, con ayuda de amigos, y fue el propio Zulueta el que se encargó de fabricar los escenarios. Y como él no estaba inscrito en la Escuela Oficial de Cine, fue su amigo José Luis Borau el que apareció acreditado como director. El rodaje fue un cachondeo y un caos, lleno de improvisaciones y de problemas, y el filme no se estrenó hasta un año después de su finalización. Sorprende que haya esquivado a la censura del momento, porque "Un, dos, tres, al escondite inglés" es de 1969. Sí, de 1969. Y era fieramente irreverente, fieramente rebelde, fieramente delirante, y no se cortaba mucho a la hora de sugerir temas y escenas sexuales y era un retrato de una juventud alocada y desprejuiciada en una era pop que colocaba a la aberrante y rancia España franquista al nivel del Londres de la locura sesentera. Todo un prodigio en su momento, porque, aunque hoy en día no sorprenda tanto (aunque a mi me sigue resultando una película actual y totalmente afilada), con Franco todavía vivo ver esto en una sala de cine tuvo que ser un espectáculo. La historia es una deliciosa chorrada: un grupo de jóvenes melómanos deciden boicotear un festival de música de masas llamado Mundocanal (es una clara referencia a Eurovisión) por la mala calidad de sus cantantas y bandas comerciales. Y luego, llega el desmadre.
Sorprende también mucho de esta película que hay algunas parodias dirigidas a la moral del mencionado régimen franquista expuestas sin ningún tipo de corte, a las claras, y sugerencias sexuales, y malas palabras, y malos modales, y gags que ridiculizan a la sociedad beata y pazguata de la dictadura. La estética es otra maravilla: el buen hacer y la imaginación de Zulueta están por todas partes en unos escenarios fabulosos y originalísimos, en una banda sonora genial (con apariciones de algunas de las bandas míticas de la época, como Vainica Doble), en unos recursos estéticos y estilísticos que en la España de finales de los sesenta ni se habían apenas experimentado y en un estilo psicodélico, pop, collage de influencias que anticipa muchas de las constantes de la mítica Movida Madrileña que estaba por llegar con la muerte de Franco y la llegada de la democracia en los años siguientes. "Un, dos, tres, al escondite inglés" es una película única, irrepetible, muy poco conocida injustamente y que hay que revalorizar y descubrir sin parar. Iván Zulueta tardaría diez años en volver a ponerse tras las cámaras, pero nos regalaría en 1979 la definitiva obra maestra "Arrebato".
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