Porco Rosso
viernes, 29 de septiembre de 2017
FULL FRONTAL de Steven Soderbergh - 2002 - ("Full Frontal")
Gus es un productor de cine de Hollywood pagado de sí mismo, ególatra, extravagante y desconsiderado que va a celebrar su fiesta de cumpleaños. Alrededor de su figura, pivotan otras cuantas: desde un periodista y guionista infelizmente casado hasta su esposa, una ejecutiva sádica que se divierte humillando a sus trabajadores, pasando por una masajista de hotel que busca el amor de su vida o un actor de televisión inseguro que por fin ha conseguido saltar al mundo del cine. Las vidas de todos ellos están relacionadas y unidas al rodaje de una película experimental que no está marchando especialmente bien.
Steven Soderbergh, después de la primera entrega de "Ocean's Eleven", dirigía, en 2002, nada más y nada menos que dos películas muy diferentes entre sí que certificaban la vocación de todoterreno total de este director que, siempre arriesgado y con sus fallos (quien se arriesga acierta unas veces y otras no), nunca se ha circunscrito a un estilo o a una monotonía creativa, lo cual, a pesar de su irregularidad, yo siempre alabaré. "Full Frontal" y una nueva versión de la novela "Solaris" de Stanislaw Lem fueron sus dos películas de aquel año de la pasada década. Ahí es nada. Hablamos hoy de la primera de ella, estrenada antes, en agosto, en la que vuelve al cine experimental que ya tocó con "Schizopolis". "Full Frontal" es una película ciertamente arriesgada, que llega justo después de un exitazo crítico magistral como "Traffic" y de dos pelotazos comerciales como "Erin Brokvich" y la comentada primera parte de "Ocean's Eleven". Está rodada con cuatro duros, con una cámara digital y solamente a lo largo de un único mes, a golpe de cameo de amiguetes famosos (el reparto es apabullante), en un estilo improvisado de textura granulada y con trazas de documental y con muchas ganas de ofrecer algo diferente. Las intenciones son muy buenas pero por desgracia el conjunto falla. Especialmente, porque no tiene una trama clara articulada, porque sus experimentos con hacer metacine son solamente resultones, porque sus toques documentales no es que vengan mucho a cuento y, especialmente, porque es muy, pero que muy pedante, y muy pretenciosa, sobre todo en sus diálogos rebuscados y muchas veces vacíos que no llevan a ninguna parte. "Full Frontal", en la que late una crítica al Hollywood de la gilipollez y la deshumanización, es dispersa, deslavazada; es una colección de escenas que parecen no ir a ninguna parte con un desenlace brusco y confuso y un objetivo a nivel de mensaje que al espectador se le escapa (vale, sí, todo va del cine dentro del cine y de hacer sátira social, pero todo está muy confuso y expuesto en batiburrillo). Se hace verdaderamente larga y aburrida, y para colmo, no resulta tampoco tan estimulante como la comentada "Schizopolis", la otra y polémica obra experimental de Soderbergh (otra película que desquicia a bastante gente, y con razón). Se agradece, y mucho, el esfuerzo, pero un filme independiente y que busca algo diferente a la comercialidad más bestia no se salva solamente por ser independiente.
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