Porco Rosso

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jueves, 27 de julio de 2017

UNA RUBIA AUTÉNTICA de Tom DiCillo - 1997 - ("The Real Blonde")


Joe es un joven actor que trabaja como lavaplatos para vivir pero que sueña con conseguir el papel de su vida. Sin embargo, rechaza los proyectos que le ofrecen, algunos interesantes incluso, por considerarlos mediocres o apartados de sus exigentes inquietudes artísticas. Su amigo Bob, sin embargo, es un mercenario de la actuación que trabaja en telenovelas terribles pero que le dan dinero. Joe, para colmo, vive también gracias a la caridad de su novia, Mary, que es cosmetóloga. Su existencia, desastrosa, pasa por una gran crisis.


En parte, "Una rubia auténtica" es, podríamos decir, una suerte de versión de "Vivir rodando" desde el punto de vista del actor. Si aquella, la película que terminó de confirmar a Tom DiCillo como gran promesa del cine independiente norteamericano, narraba las locas peripecias de un director de cine en pos de encontrar su "punto" artístico y sacar adelante una producción llena de "peligros", ésta narra la lucha de un actor pobre y sin trabajo por encontrar una interpretación que le llene de verdad sin tener que venderse al mejor postor, como hacen otros. Un Matthew Modine absolutamente brillante (lástima que el batacazo de "La Isla de las Cabezas Cortadas" le hubiese condicionado tanto, porque era un buen actor -aunque ahora ha vuelto a tener papeles importantes, como el de la serie "Stranger Things"-) da vida a este chico que trabaja como lavaplatos en un restaurante para poder malvivir y que completa su sueldo con lo que su novia le da como ayuda (una como siempre genial Catherine Keener) y que, de forma suicida y a la vez íntegra, no acepta papeles que no cumplan con sus pretensiones artísticas. Tom DiCillo tiene un don: el de transformar cualquier argumento mínimo en un filme entrañable, lúcido, sencillo pero serio y muy digno y en saber crear comedias (su género predilecto) inteligentes y llenas de alma. "Una rubia auténtica" lo tiene todo: un conflicto en el que todos nos podemos reconocer (la lucha entre la integridad personal y las exigencias de una sociedad capitalista deshumanizadora), unos personajes comunes pero con un toque freak que los hace interesantes, una trama llena de ritmo, unos gags divertidísimos, unos diálogos inteligentes, un plantel de actores espléndidamente dirigidos y un mensaje sobre relaciones personales, sobre la superficialidad del mundo moderno, sobre el machismo de la industria del arte también y sobre persecución de los sueños que no incurre en moralinas o ñoñerías. Es decir: tiene lo que la gran mayoría de las comedias no tienen. Y nos hace pensar, que es lo más importante.


La lucha titánica del protagonista de "Una rubia auténtica", un fracasado con muchas incongruencias y miserias pero también con una dignidad inmensa, contra un mundo que casi siempre premia solamente al mercenario pelota y mediocre (su "némesis" en lo vital es el también excelente personaje de Maxwell Caulfield, un mercenario de la actuación que vive de venderse en telenovelas de éxito pero terribles), es la batalla de la persona que quiere ser auténtica contra el sistema que siempre trata de aplastarle que todos conocemos. Aquí tiene un toque de aire fresco personalísimo. "Una rubia auténtica" es otra joya del gran Tom DiCillo, uno de esos creadores que, poquito a poquito y sin gritar ni hacer aspavientos, se ha ido convirtiendo por méritos propios en una de las voces más interesantes del cine "indie" de su país.


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