Louis, un exitoso escritor, vuelve unos días a su pueblo natal para visitar a su familia, a la que no ve desde hace doce años y a la que no ha hecho demasiado caso desde que se marchó. Louis vuelve porque tiene una noticia importante que darles a todos. Sin embargo, su retorno va a ser muy agridulce. Sus seres queridos ya no lo son tanto, y mientras unos apenas le reconocen por todo el tiempo que ha pasado, otros le guardan un gran rencor por haberse sentido abandonados. El reencuentro va a ser muy difícil y emocionalmente desolador para Louis y para toda su familia.
"Sólo el fin del mundo": sexta película del hiperactivo Xavier Dolan, basada en la obra de teatro de Jean-Luc Lagarce, y primera de todas las de su filmografía que ha sido objeto de críticas clara y mayoritariamente negativas. Jarro de agua fría tal vez para el director canadiense, que desde su debut ha tenido una carrera meteórica. No sabemos cómo le habrá sentado la cosa, pero lo que yo sí sé es que, si bien puede que sea este filme más flojo que maravillas como "Yo maté a mi madre", "Lawrence Anyways" o "Tom en la granja", en absoluto me parece poco recomendable (para mi también la anterior "Mommy", que gustó a muchos más, me parece a la par que loable por ser muy arriesgada, finalmente fallida y salida de tiesto). El cineasta creo que igualmente se repite demasiado ya en los temas que trata. Que sí, que de una forma u otra lo hacen muchos artistas y que las cosas que a cada cual le han marcado más profundamente en la vida son las cosas que le obsesionan y las que más retrata en todo lo que hace, pero con Dolan ya vamos a tener cualquier día un empacho severo de relaciones problemáticas entre madres e hijos, de homosexualidad reprimida e incomprendida, de familias disfuncionales y de amores imposibles. Vale, a lo mejor soy injusto, pero es que el autor, como otros tantos, se me está repitiendo, especialmente desde la mencionada "Mommy", que me pareció con sus más y sus menos una suerte de "remake" de "Yo maté a mi madre". En "Sólo el fin del mundo" un joven vuelve a su casa familiar en su pueblo natal tras doce años ausente para ver a sus seres queridos y dar una noticia importante. Pero sus seres queridos, de los que ha pasado tres kilos, obviamente no le van a recibir precisamente con los brazos abiertos, y en el hogar van a comenzar a surgir los conflictos aplastados tras años de silencio. Lo que se dice tiene tanta importancia como lo que no se dice, y las relaciones entre todos los estratos familiares tienen sus aristas y sus espacios para el entendimiento y la comprensión.
Los actores están todos excelentes, pero los personajes, exceptuando al de una preciosa Marion Cotillard, se desarrollan sólo a medias: la mayoría se enclaustran en el conflicto básico inicial y ni avanzan ni evolucionan mucho más, y se limita todo a verles discutir sobre lo mismo una y otra vez pero cada vez con más violencia emocional. Dolan fracasa aquí, por primera vez, en el retrato de caracteres. Posteriormente, el desenlace se vuelve algo precipitado y el simbolismo, algo predecible también, cubre un poco atropelladamente las lagunas de guión. La cosa falla aquí y el filme pierde interés de forma notable, a pesar de que cerca del mencionado desenlace mejore porque precisamente, aunque sea brusco, hay una huida hacia adelante que esclarece las cosas. Ayudan sin embargo la estética atractiva, el dramatismo bien llevado, la buena elección de planos cerrados y las actuaciones. "Sólo el fin del mundo" no es perfecta y en comparación con la mayor parte de sus hermanas de filmografía es desde luego floja, no se puede decir que no, aunque tampoco me parece una película a la que haya que poner por los suelos. Xavier Dolan estrena obra nueva el año que viene, fiel a su activa manera de trabajar. Veremos qué nos encontramos.
Propuestas interesantes las de este joven y prometedor director, sí señor!
ResponderEliminarUn saludOOo enorme!!