Porco Rosso
viernes, 23 de junio de 2017
OCEAN'S ELEVEN de Steven Soderbergh - 2001 - ("Ocean's Eleven")
Danny Ocean es un experto y sofisticado ladrón de guante blanco que, nada más salir de la cárcel, no tiene otra cosa que hacer que planificar su nuevo atraco: robar simultáneamente los tres grandes casinos que en Las Vegas regenta el rico Terry Benedict, un hombre de grandes recursos y armas tomar. Para ello, Danny Ocean recluta al grupo de expertos más perfecto que nunca ha reclutado, un grupo en el que hay desde maestros del juego o de los sistemas de seguridad hasta acróbatas. El robo más grande de los USA está a punto de comenzar.
Steven Soderbergh, el incombustible, el que toca todos los palos, el que es capaz de hacer la película más experimental y la más comercial, el que se mueve como pez en el agua entre el cine independiente y el gran taquillazo veraniego o navideño. Con toda su irregularidad, con toda su compulsión por rodar, con toda su manía de estrenar a veces varias películas por año y que ninguna le salga redonda, siempre me parecerá uno de los realizadores más interesantes de su generación. La trilogía de "Ocean's Eleven" no es, ni de lejos, de sus mejores creaciones. Y sin embargo, es más que digna, y no pierde demasiada fuerza de una secuela a otra, como le pasa a otras. Ultracomercial de forna deliciosamente descarada, sofisticada, molona, llena de estrellas unidas (pero un repartazo gigantesco de caras en la cresta de la ola, oigan), la primera de ellas es un clásico filme de "atraco perfecto" que es además un remake de una película homónima dirigida por Lewis Milestone en 1960 y protagonizada por el carismático "Rat Pack" de Frank Sinatra. El remake le sale bien a Soderbergh, que sabe entregar una trama inverosímil, como casi todas las de este tipo de filmes, pero que tampoco trata al espectador como a un tonto. Es un fuego de artificio, una colección de piruetas y un show de fichas de dominó tambaleándose en forma de castillo que es plenamente consciente de su cierto absurdo pero también de su misión de divertir, lo que consigue de sobra, y lo que es mejor, sin recurrir a grandes fantasmadas o al típico "final vuelta de tuerca de la vuelta de tuerca" que trata de sorprender con maniobras forzadas y que se deja flecos por todas partes. "Ocean's Eleven" es diversión en estado puro, y la logra, y bastante. La estética ayuda a alcanzar esa sofisticación "cool", y su plantel actoral, lleno de carisma desde los principales protagonistas hasta los secundarios pasando por el villano, se burla de ciertos tópicos y hasta los refuerza con dignidad. Sí, de "Traffic" y "Erin Brokovich" pasamos a esto, y luego vendrían una película independiente, "Full Frontall", y una versión de "Solaris". Este es Steven Soderbergh, el que a veces llega a la obra maestra y el que demasiadas veces se queda en un "pudo ser" pero siempre digno, le pique a quien le pique. "Ocean's Eleven" no ha envejecido nada.
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