Porco Rosso

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lunes, 26 de junio de 2017

EL EMBRUJO DE SHANGHAI de Fernando Trueba - 2002 - ("El embrujo de Shanghai")


Barcelona. 1948. La dictadura de Francisco Franco oprime al pueblo con gran dureza y los rebeldes que todavía tratan de combatirla son ya muy pocos y débiles. Daniel es un niño que perdió a su padre en la guerra y que, buen dibujante, recibe el encargo de pintar a Susana, una joven cercana a su edad que vive encerrada en un misterioso caserón del que nunca sale. Daniel está a punto de descubrir una trama llena de terribles secretos alrededor de ella, por la que además se siente totalmente fascinado.


Voy a decir una vez más lo que siempre digo cuando me enfrento a este tipo de películas: no me interesa nada o casi nada la ficción cinematográfica sobre la Guerra Civil Española y los años de la dictadura de Franco. Me interesa la actualidad, y criticar la actualidad, y meter caña a los problemas de la actualidad. Dicho esto, si una película se ambienta en las susodichas épocas mencionadas, aunque no me interese un pepino, si es buena no voy a putearla cual vulgar "hater" solo porque a mi no me guste lo que cuenta. "El embrujo de Shanghai" no se va a librar sin embargo de un muy merecido puteo, porque es mala con avaricia. Es cierto que Fernando Trueba la tomó a última hora como un encargo cuando el director original de la cinta, el gran Víctor Erice, la dejó por desavenencias con el productor, Andrés Vicente Gómez, y que retomar un trabajo así tiene sus problemas. Sin embargo, la película es mala, tenga la historia que tenga detrás. Basada en una obra de Juan Marsé, narra una trama de despertar de la infancia a la edad adulta durante la dura dictadura (vaya, qué original) con maquis de por medio que luchan contra el régimen. Tiene algo interesante, ojo: Trueba retrata a los maquis referidos como personas que, lejos de ser héroes, también cometen sus fechorías, sus crueldades, sus asesinatos y sus machismos. Algo digno de elogiar dentro de un género que suele ser maniqueo a lo bruto y sin miramientos. Por desgracia, el resto es un despropósito. Más que nada porque la película es una colección de escenas mal hilvanadas, de personajes mal construidos y desarrollados, de giros de guión mal desplegados. El aburrimiento está asegurado a causa de todo esto, y encima si le sumamos que la historia es bastante flojita, que es predecible, y que está llena de tópicos, pues se pueden imaginar. El sopor es terrible, y el interés que todo despierta se va con bastante rapidez. Fernando Trueba, ese director que es capaz de lo mejor y de lo peor, que siempre da una de cal y otra de arena, nos regala la enésima película requeterefrita del Franquismo sin nada novedoso y encima la rueda mal. Pues apaguen y vámonos. "El embrujo de Shanghai" es infumable.


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