Tom, un joven publicitario, ha perdido a su novio en un accidente de coche. Destrozado, se ve obligado además a asistir a su funeral en el pequeño pueblo en el que éste se crió y a instalarse durante unos días en la granja de su familia. En el apartado lugar, descubre que su amado tenía una madre con la que mantenía una relación complicada y un hermano violento y homófobo que no quiere que nadie en el pueblo sepa que era gay. Tom va a tener que fingir que era un simple amigo de su novio para aparentar su heterosexualidad ante una comunidad cerrada y rancia. Y esto va a crear un clima de tensión insalvable.
Ya plenamente asentado tras el gran éxito (y merecido) de "Laurence Anyways", Xavier Dolan se lanzó a rodar una de sus obras más personales, la adaptación de la obra, valga la redundancia, de Michel Marc Bouchard, del ámbito teatral. Ahora la luminosidad de sus tres primeras películas (incluso las duras "Yo maté a mi madre" y la mencionada "Laurence Anyways" no llegaban a ser tan oscuras y estaban abiertas al optimismo vital) queda totalmente dada de lado a favor de una penumbra cruda y violenta. El asunto central no es para menos: un joven homosexual llamado Tom, de nuevo interpretado por el propio Dolan, que vuelve a la actuación, se enfrenta al funeral de su novio, fallecido en un accidente de coche, en la granja de la Canadá profunda en la que éste pasó su infancia. Cuando llega allí, descubre que su amado era un completo desconocido para su familia y que ésta no desea que sea recordado por ser gay. Tom, entre amenazas, va a tener que fingir el ser un gran amigo de su pareja para que la pequeña y cerrada comunidad campesina del lugar no descubra su verdadera condición y, además, se va a tener que enfrentar a la madre de éste, con la que mantenía una relación muy complicada (uno de los asuntos más repetidos de la filmografía de Dolan), y a su hermano mayor, un hombre violento y homófobo enfermizo que no le puede ni ver. El asunto de la homosexualidad escondida y reprimida está más patente que nunca en una película de este director, que retrata con planos cerrados y muy cercanos, con dorsales y angulares agresivos e invasivos, un mundo oscuro y oscurantista de corte por momentos alucinógeno, ajeno a la marcha de los acontecimientos modernos y a la libertad sexual y emocional que late en las ciudades: un mundo pueblerino y apartado de todo, atrasado y aplastado todavía por la cultura de la hipocresía, de la tradición castrante (que solamente se respeta de cara a la galería, por supuesto) y del "qué dirán los familiares y los vecinos".
"Tom en la granja" es la película LGBT más fieramente militante del cineasta canadiense en este sentido, y es una película que además trata otros asuntos como los secretos de familia, la falta de comunicación entre las personas, la frustración del llevar una vida paralela impuesta por la sociedad o autoimpuesta en algunos casos, la angustia existencial y la lucha para superar la muerte de un ser tan querido y tan imprescindible como es el ser amado. La ambientación, opresiva, es genial, y pone los nervios de punta, y el filme está lleno de escenas para el recuerdo en las que la sugerencia estalla de golpe en una despiadada violencia inesperada. Todo aderezado con el lirismo habitual de Dolan. "Tom en la granja" le confirma, le termina de confirmar por si quedaban dudas, como el gran director que es este joven de Montreal. Otro filme imprescindible de su filmografía.
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