Ben y Saorsie son dos niños que viven con su padre, Connor, en el faro que éste dirige y cuida, situado en plena naturaleza. Los dos se pelean a menudo y son testigos de una casa silenciosa en la que intuyen algo terrible que les dejó sin madre y que dejó para siempre a su padre destrozado. Un día, su abuela viene a verlos desde la ciudad. Algo está a punto de cambiar en sus vidas... Algo que va a traer cosas tristes pero también maravillosas.
El perfeccionamiento de lo aprendido en "El secreto del Libro de Kells" vino en 2014 con "La canción del mar", la película que confirmó que aquella primera no era una rareza puntual llegada en un momento puntual de Irlanda sino el comienzo de lo que por ahora se plantea como una prometedora carrera en el mundo de la animación. Tom Moore, en su segunda película, vuelve a revistar la mitología y el folclore de su país natal para regalarnos otra historia sobre seres humanos enfrentados a algo que no conocen. Esta vez, todo ha quedado mucho más redondeado: los personajes, la trama, la simbología. Los pequeñitos fallos que tuvo "El secreto del Libro de Kells" (que no la lastraron tampoco realmente) están aquí totalmente subsanados. Unos niños, ante la falta de sus padres, se van a vivir con su abuela y cambian el campo por la ciudad. En su nuevo ambiente, descubrirán algo que no imaginaban. "La canción del mar" combina a la perfección drama, aventura, un toque de comedia y una historia con mensaje moral que esquiva con gran habilidad las lecciones tontas o demagogas. Es un cuento moderno anclado como he dicho en las leyendas irlandesas y lleno de hábiles metáforas sobre toda clase de sentimientos y que además experimenta en la narrativa con las historias encadenadas. Esencialmente, el filme habla de la pérdida, pero alrededor de este asunto pivotan otros muchos, que se ordenan en base a las relaciones personales entre hijos, padres y abuelos: el salto generacional está siempre presente. La ausencia, la identidad, el amor, el desamor, el dolor, la frustración, la muerte, el autoconocimiento, la inocencia perdida o la naturaleza son estos asuntos. La película es un canto a la vida y a la alegría que, desde los sentimientos más tristes, trata de enseñar un camino para sobrevivir a lo que no nos gusta, a lo que perdemos nos guste o no a lo largo de nuestra siempre complicada existencia.
El de "La canción el mar" es un mensaje que cala sin problemas en los niños, que están aprendiendo a vivir y que siempre buscan respuestas para sus primeros encuentros con el sufrimiento humano, pero también en los adultos que no terminan de encontrar su lugar en el mundo. Sobra decir que la animación es, como la del primer filme de Tom Moore, una maravilla absolutamente soberbia. El original e imaginativo estilo icónico, de vidriera medieval en movimiento, repite más refinado, y nos transporta a universos maravillosos llenos de lirismo, romanticismo y capacidad evocadora y, además, poseedores de un sabio uso de la luz, del color y de las condiciones climáticas, que delinean los estados de ánimo de los personajes y los completan en cada momento. "La canción del mar" es la confirmación de un gran autor animado llegado desde el frío norte de las leyendas. ¡Deseando ver su tercera creación!
la acabo de ver hace mucho
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