Gil Pender es un escritor y guionista norteamericano que viaja a París con su prometida Inez y su familia para pasar unas vacaciones. En la capital francesa, Gil, soñador y algo aburrido de su rutina, da largos paseos y especula con cómo sería la ciudad durante los años veinte del pasado siglo, años en los que miles de grandes artistas de todos los campos vivieron o coincidieron allí. Una noche, un coche extraño se para junto a Gil. Algo maravilloso está a punto de ocurrir...
Los últimos años del creativamente hiperactivo y compulsivo Woody Allen, marcados por sus "aventuras europeas" que le han llevado varias veces fuera de su Nueva York de casi siempre, han sido y son irregulares. Es algo ya ampliamente dicho, comentado y sabido. Una película por año desde hace cuarenta pasa factura hasta a los más grandes genios: es un hecho. Sin embargo, de vez en cuando nos sigue regalando el director neoyorkino algunas cintas que se acercan a lo que fueron sus primeras etapas. Una de ellas es sin ninguna duda "Midnight in Paris", una de sus últimas grandes creaciones. En ella vuelve a echar mano de doblar la realidad y de la creación de mundos fantásticos para explicar el real y los sentimientos de sus personajes. Como en "La Rosa Púrpura de El Cairo", el protagonista del filme, un Owen Wilson genial e inolvidable, viaja a un lugar mágico, el París de la Belle Epoque, para interaccionar con los grandes artistas que en aquel momento vivían o estaban de paso por la capital francesa: Ernest Hemingway, Francis Scott Fitzgerald y su amada Zelda Fitzgerald, Pablo Picasso, Salvador Dalí, Cole Porter o Gertrude Stein interactúan con él, entre otros cuantos. Entre artistas de toda clase, entre escritores, poetas, pintores, músicos o mecenas, el personaje central del filme vive noches de bohemia que le hacen replantearse su vida en la actualidad, marcada por la rutina y el aburrimiento de las clases altas neoyorkinas que ya conocemos. Woody Allen vuelve a tratar sus asuntos de siempre (amor y desamor, frustraciones vitlaes y sueños, sexo, arte, relación entre lo real y lo imaginario, relaciones personales variadas, desencuentros generacionales...) en una gran ciudad cultural, como casi siempre, y acompañado del mejor jazz, como siempre. Pero aquí está de buena estrella. Sus diálogos vuelven a ser una maravilla de la sencillez inteligente, y su capacidad evocadora y romántica está al cien por cien.
"Midnight in Paris" es tal vez menos incisiva que otras películas de Allen (salvo algún comentario político o social más aislado), pero es también extremadamente encantadora. Es el ejemplo perfecto de película sencilla pero que trata temas complejos de forma clara y sin pedanterías. Y todo ello con un reparto coral en estado de gracia. Owen Wilson demuestra que cuando quiere, cuando se aleja de sus habituales comedias diarreicas, es capaz de ser un actorazo, y aquí nos regala una interpretación que exuda romanticismo y melancolía a raudales. De matrícula de honor. Los secundarios no se quedan atrás: todos, y son muchos, lo clavan, en especial un estrambótico Adrien Brody haciendo de Dalí que es absolutamente desternillante. "Midnight in Paris" es un retorno puntual al mejor Allen, al original, desprejuiciado, imaginativo y brillante. A mi me parece un filme maravilloso y bastante poco valorado.
FELICES VACACIONES DE SEMANA SANTA. ME RETIRO UNOS DÍAS DEL BLOG Y LA SEMANA QUE VIENE SEGUIMOS CON MÁS COMENTARIOS DE PELÍCULAS :)
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