Porco Rosso
lunes, 26 de septiembre de 2016
SYNECDOCHE, NEW YORK de Charlie Kaufman - 2008 - ("Synecdoche, New York")
Caden Cotard es un director de teatro que pasa por una terrible crisis: está enfermo y, además, su mujer le ha abandonado y se ha llevado con ella a su hija. Por suerte, le es concedida una generosa beca económica que puede utilizar para su siguiente obra. Caden va a regalar al mundo una creación inigualable, algo nunca visto... Algo que va a tomar vida propia como un mundo único e inimitable.
Después de haber escrito un buen puñado de guiones fantásticos y muy originales, Charlie Kaufman se lanzó a rodar, en 2008, su primera película, esta inclasificable "Synecdoche, New York", que, extremadamente ambiciosa, fue también, pienso yo por lo menos, extremadamente fallida (no así fue su segunda obra, la magistral "Anomalisa" que estrenó el año pasado). La película es, como su propio nombre indica, una "Sinécdoque": un "tropo" mediante el que se identifica el todo por una parte y al revés. Un director de teatro construye una réplica de la ciudad de Nueva York que de varias formas tomará una "vida propia" y desarrollará su propia sociedad aparte. Originalidad por los cuatro costados, y de verdad. Pero Kaufman, tal vez poco experimentado todavía tras las cámaras, se mete en camisa de once varas y quiere abarcar demasiadas cosas a la vez y la película se le va de las manos. Habla de relaciones humanas, de relaciones entre hombres y mujeres, de familia, del paso del tiempo, de la muerte y del ciclo vital, de la enfermedad, de la composición de las sociedades y de las ciudades, de la violencia, del sexo, del arte, de metafísica, del arte dentro del arte... Y algo se me escapa todavía. Y todo está bien expuesto pero termina deslabazado tras una trama que se pierde una y otra vez, que se disgrega demasiado y que termina en una explosión de imaginación con cierta garra pero insuficiente.
No se cierran arcos argumentales y temáticos en la película (y hay montones, demasiados), y los que se cierran van dando bandazos hasta ese mencionado final. El montaje tampoco cumple: es abrupto y no delinea bien las líneas temporales. El espectador se pierde. Y se aburre. Y es una pena, porque la película debut de Kaufman es verdaderamente original, como casi todos los guiones de su autoría hasta ahora, y visualmente es para colmo espectacular y preciosa (el decorado de esta pequeña ciudad teatral es magnifico) y además tiene un plantel de actores excelente capitaneados por un genial, como siempre, Philip Seymour Hoffman (qué grande que fue este hombre y cuánto se le echa de menos en las pantallas). Sin embargo, quien mucho abarca poco aprieta, y tal vez, siendo un debut, a "Synecdocue, New York" lo que le faltaba era un poco de humildad.
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