Porco Rosso
jueves, 29 de septiembre de 2016
EL AÑO DE LAS LUCES de Fernando Trueba - 1986 - ("El año de las luces")
Franco acaba de ganar la guerra y ha instaurado su represivo régimen en España. Manolo, un joven con tuberculosis, es enviado con su hermano pequeño a una escuela sanatorio en las montañas, cerca de la frontera con Portugal, para que se recupere. Allí, la vida es dura y la disciplina es férrea bajo la batuta de hierro de los miembros de la Falange, que dirigen el lugar. Manolo, sin embargo, va a vivir una de las mejores épocas de su vida: su despertar sexual y su primer contacto con el mundo del amor.
No me interesa a menudo el cine sobre la Guerra Civil Española o sobre el Franquismo e incluso sobre la Transición. No por nada, sino porque creo que estas etapas tristes y terribles de nuestra historia hay que cerrarlas de una vez y porque creo también que hay cosas mucho más importantes de las que hablar en el arte narrativo de cualquier clase (por ejemplo, esta maldita crisis económica interminable que se resiste a irse del todo y que cumple nueve años de estragos). En 1986, sin embargo, creo que era todavía interesante tratar estas etapas. Franco hacía poco más de diez años que había muerto y todavía quedaban muchas heridas abiertas y, además, la democracia estaba aún terminando de asentarse. "El año de las luces", la primera incursión de Fernando Trueba en este "género" (yo creo que ya lo es dentro del cine español), mostraba cómo la educación franquista de la posguerra lastraba la adolescencia y el despertar sexual y sentimental de los jóvenes de aquellos tiempos oscuros. Ok, es interesante y ajustaba cuentas con nuestro pasado inmediato. Sin embargo, la película es totalmente fallida por tópica primero, por falta de ritmo segundo y por indefinida después. Es tópica porque lo es: que sí, que los adeptos al régimen franquista eran basura y revanchistas e intransigentes de primera. Sí, nadie dice lo contrario. Pero el maniqueísmo excesivo es vulgar y tonto, además de irreal, y aquí Trueba pone buenos y malos sin un sólo tono de gris o de cualquier otro color (cosa muy habitual en este género, por otra parte, y que nuestros directores y escritores suelen hacer sin cesar). Los protagonistas son muy inocentes y los otros son diablos, y el viejo "rojo" es un puro tópico andante. Así, no nos podemos tomar en serio un retrato histórico y social. Es que no podemos, amigos y amigas; somos ya muy mayores para andar con pamplinas maniqueas baratas.
Segundo, "El año de las luces" no tiene ritmo, y esto está relacionado directamente con su indefinición, el tercer punto: a veces es una comedia, a veces un drama, a veces ni lo uno ni lo otro. Y mientras, nos pasamos escenas y escenas viendo cómo el protagonista se pajea y mira los culos y las tetas de toda la que puede. Y por medio alguna arenga política suelta. Todo se vuelve bastante cansino y se pierde mucho el interés en un conjunto que no se sabe a dónde va. El desenlace es bueno, y sabe impactar, pero carga con el lastre de un metraje pesadísimo que va dando bandazos constantemente entre el todo y la nada. Jorge Sanz y Maribel Verdú están excelentes también, pero eso no basta. "El año de las luces", ensayo de la posterior "Belle Epoque" de su director, es totalmente fallida, poco interesante y aburrida.
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