Porco Rosso

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martes, 10 de mayo de 2016

EL PROCESO de Orson Welles - 1962 - ("Le procès")


Josef K. se despierta una mañana de un día cualquiera y es visitado en su apartamento por dos policías que le informan de que se encuentra arrestado, aunque no le dicen la razón. Josef K. está a punto de sumergirse en una pesadilla legal delirante donde nadie le va a revelar nada, donde se va a estrellar de lleno contra una burocracia absurda, ambigua y con reglas aleatorias. Su vida se va a transformar en un demencial infierno de oficinas y juzgados donde nada tiene sentido.


Después de la maravillosa "Sed de mal", Orson Welles volvió al terreno de las adaptaciones literarias y se lanzó a adaptar, valga la redundancia, y de nuevo con capital europeo después de haber vuelto a tener los problemas de siempre con sus compatriotas a la hora de poner la pasta (ahora la producción era francesa), nada más y nada menos que a Franz Kafka. Terreno difícil, pantanoso, del que no salió demasiado limpio y bien parado, a pesar de las buenas intenciones y la ambición que desplegó en todo momento. "El proceso", la obra más importante del escritor checo junto a la mítica "La metamorfosis", es una obra muy difícil de pasar a la pantalla, como todo lo que escribió Kafka. Para empezar, está inacabada. Para terminar, y en parte debido también a estar inconclusa, es bastante complicada de digerir porque es reiterativa y no está del todo pulida ni en estilo ni en desarrollo. Fue publicada en 1925, después de la muerte de su autor, el año anterior. Orson Welles sigue más o menos el texto añadiendo toques personales y crea perfectamente su atmósfera de pesadumbre, de absurdo, de laberinto, de pesadilla onírica, su atmósfera "kafkiana" originaria. Y se pasa porque, al igual que la novela, su relato cinematográfico es lento, reiterativo, y largo, bastante largo. Le sobra por lo menos media hora, y se detiene demasiado en escenas estiradas. Que sí, que lo que buscaba era crear esa atmósfera "kafkiana" mencionada. Pero no sabe imprimirle ritmo. Tal vez los puristas de la obra del gran escritor me maten, pero "El proceso" cinematográfico se parece en este aspecto a "El proceso" literario, que por muy obra maestra de la literatura que sea, es una obra inacabada, con flecos y con pasajes y elementos que Kafka dejó como he comentado sin pulir demasiado. No es la perfecta y concisa "La metamorfosis".


En ese aspecto, ambas obras pecan de lo mismo y en el caso de la que nos ocupa hay que decir que Orson Welles, como siempre, pone toda la carne en el asador para crear un filme opresivo, delirante, oscuro y lóbrego, y para dirigir a unos actores que están muy bien (Anthony Perkins tuvo aquí otro momento de gloria que en general no es demasiado valorado dentro de su filmografía). Él mismo (Welles), por supuesto, se reserva otra vez su habitual papel ombliguista, mefistofélico, megalómano de siempre, y lo vuelve a hacer bien. "El proceso" es una película visualmente cuidadísima, con unos escenarios claustrofóbicos y de pura pesadilla que sabe representar bien eso que llamamos "lo kafkiano": un mundo con reglas absurdas, incomprensibles, con una burocracia que es un muro, con unos servidores de esta burocracia que son represores, y con un hombre solo enfrentando a este mundo delirante, ambiguo, arbitrario, de doble moral, corrupto pero férreo a la vez. La exageración demencial de esos días burocráticos en los que nos tienen de una oficina a otra para hacer un simple papelito y que se convierten en el símbolo de una sociedad opresiva e inhumana donde el individuo es aplastado por la irracionalidad de un sistema que es todo menos justo, todo menos práctico y cómodo. Es una lástima que Welles pierda el sentido del ritmo y se pase metiéndole el turbo a la reiteración, consciente pero eso mismo, pasada de rosca.


2 comentarios:

  1. Absolutamente en contra en este caso. "El proceso" es una adaptación excelente de una de las mejores novelas del siglo XX. Dentro de la obra inacabada de Kafka, "El proceso" está bastante acabada. Pero en Kafka eso da igual. La belleza de su obra estriba en eso, y se ajusta perfectamente a su temática: la pesadilla nunca termina. Por eso "El castillo", claramente inacabada, es uno de sus textos más perfectos y estilizados aunque no tenga un final. La película de Welles convierte en imágenes el universo de Kafka, pero es, a su vez, muy de Welles, un trabajo de belleza esplendorosa y ritmo exacto.

    Saludos.

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  2. En mi opinión, no se puede adaptar a Kafka al cine porque se pierde mucho en la traducción, pero puede que el único cineasta que ha captado el corazón de la filosofía kafkiana haya sido Welles. No es su mejor obra, pero no ha envejecido nada.

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