Porco Rosso
viernes, 16 de mayo de 2014
OSLO, 31 DE AGOSTO de Joachim Trier - 2011 - ("Oslo, 31, august")
Oslo. 31 de agosto. El joven Anders ha logrado salir de su adicción a las drogas y ha obtenido su primera noche de permiso en varios meses para poder dormir fuera del centro de rehabilitación en el que se encuentra. Anders quiso ser escritor pero su problema frustró su sueño y le destrozó la vida. Sin embargo, ahora tiene una oportunidad para cambiar y, además, una entrevista de trabajo en una revista que es parte de su programa de desintoxicación. Anders aprovecha también su día libre para visitar a sus amigos y para salir de fiesta y reencontrarse con conocidos a los que hace tiempo que no ve. Algo, por desgracia, no deja de planear sobre su cabeza: el tremendo vacío que siente, que le hace pensar en la única vía de escape que conoce: el retorno a las drogas...
El noruego Joachim Trier, emparentado de manera lejana según he leído en varios medios con el danés Lars von Trier, ha dirigido dos películas hasta la fecha: "Reprise" y "Oslo, 31 de agosto".
Inspirada en esa maravilla que es "El fuego fatuo" del gran director francés Louis Malle, "Oslo, 31 de agosto", además de ser una de las merecidas revelaciones del último cine noruego, es una de las radiografías más brutales, despiadadas y desoladoras de la adicción y sus causas y consecuencias. Joachim Trier, su director, sigue un día en la vida de Anders, un joven drogadicto recientemente rehabilitado que disfruta de su primera noche fuera del centro de tratamiento en el que se encuentra y que camina por Oslo, su ciudad, visitando a amigos, familiares y conocidos y reencontrándose con la vieja vida de la que quiere escapar pero a la que irónicamente ha reincorporarse para volver a vivir con normalidad. El actor Anders Danielsen Lie da vida de una forma desgarradora a su tocayo en la película y, con su mirada perdida de dolor y también de ternura rota, recorre un mundo de hipocresías cotidianas, sueños frustrados, familias destrozadas, depresiones, trabajos sin alicientes (la escena de la entrevista laboral es tristísima, es genial) y vacío vital a gran escala que pone los pelos de punta. Anders es una bomba a punto de estallar y parece ser que la única forma de evitar esta explosión es volver a la droga, que significa una muerte peor que la muerte en vida que ha estado esperándole todo este tiempo.
"Oslo, 31 de agosto", con un aura pausada, cotidiana y a la vez lírica (precioso el momento de la piscina) y con un ritmo minimalista muy comedido, explora, por medio de diálogos naturales y nada pretenciosos, la vida de una de esas personas que pasan de la primera juventud a la treintena "quedándose en el camino", como el propio Joachim Trier dice que le ocurrió a algunos de sus amigos que "terminaron siendo yonkis". La droga (en realidad extrapolable a cualquier adicción, y hoy en día cada vez hay más) es la lacra en la que casi se excusan las vidas de estas personas como Anders. En la droga se contienen los sueños perdidos, las promesas que nunca se cumplieron, el miedo a la vida y a la libertad, la pena por un pasado añorado y por actos que no se cometieron y, en definitiva, la soledad y el desasosiego del hombre moderno. "Oslo, 31 de agosto" es una joya que destroza al espectador y que le hace reflexionar y una de las mejores películas de los últimos tiempos sobre las adicciones.
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