Porco Rosso
lunes, 12 de mayo de 2014
DESTINO: WOODSTOCK de Ang Lee - 2009 - ("Taking Woodstock")
1969. El joven decorador Elliot Tiber se ve obligado a regentar en White Lake, su pequeño pueblo natal, el viejo motel de sus padres, un negocio de capa caída. La vida de Elliot en el lugar, donde nunca pasa nada nuevo y donde siempre han vivido los mismos vecinos, es aburridísima, y él siente que está tirando allí su futuro. Todo va a cambiar, sin embargo, cuando le llegue una oportunidad increíble: la de montar en el propio pueblo un festival de música que acogerá a muchos de los más grandes artistas del momento. Elliot no se lo imagina, pero este festival va a ser el más legendario de la historia de los Estados Unidos...
Ang Lee volvió una vez más a demostrar, en 2009, su sobrada solvencia a la hora de cambiar de género con "Destino: Woodstock". Del thriller pasional de "Deseo, peligro" pasaba ahora a un retrato generacional de los que vivieron el legendario festival musical de Woodstock de 1969. Lejos de entregar la clásica y facilona cinta nostálgica, Lee realiza una alegre pero también irónica radiografía de lo que fueron aquellos años por medio de la historia de Elliot Tiber, vecino del pequeño y aburrido pueblo de White Lake que supo aprovechar la oportunidad de montar allí el mencionado festival, rechazado en otros lugares por una sociedad puritana y rancia. Centrado en la intrahistoria del evento y prácticamente nada en las estrellas que en él participaron (desde Santana y The Who a Canned Heat y Jefferson Airplane pasando por Credence Clearwater Revival, Janis Joplin o Jimi Hendrix), que ya se pueden ver en innumerables documentales o archivos de la época, "Destino: Woodstock" trata asuntos esperables como la lucha contra el puritanismo, el sexo libre, la experimentación con las drogas, la ruptura con valores anacrónicos y familias opresivas, la homosexualidad, el travestismo o la búsqueda de la libertad, asuntos que se contraponen con los que hacen grande al filme: el fracaso del "Sueño Hippie", la hipocresía que se da en todo movimiento social (incluso en el más a priori revolucionario), las luchas de egos y de poder en toda manifestación artística o la persecución del dinero a pesar de todo el "buenrollismo" aparentemente imperante.
Aún siendo una película menos brillante que otras del director, "Destino: Woodstock" es un retrato certero de una época que se centra en sus numerosos claroscuros y que predice el desarrollo frustrado de una generación que, a pesar de haber vivido momentos claramente revulsivos en el pensamiento y en los cambios de moral como el festival al que el filme da nombre, acabó cometiendo en parte los mismos errores que las generaciones anteriores: el desenlace de la cinta, ciertamente desencantado, apunta a estas personas que, como las que componen la generación del Mayo del 68 en Europa, que corre paralela a ésta en los USA, se adocenarán y se aburguesarán en su mayor parte. "Destino: Woodstock", con una excelente banda sonora y unas magníficas actuaciones (Liev Schreiber está absolutamente genial: papelón), es una película muy destacada que ha pasado más inadvertida en la filmografía de Ang Lee, llena de famosas obras maestras.
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