Porco Rosso

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domingo, 2 de marzo de 2014

LA TENIENTE O'NEIL de Ridley Scott - 1997 - ("G.I. Jane")


La teniente Jordan O'Neil se convierte en la primera mujer en ingresar en la unidad de élite que conforman los Navy SEALS. Su misión: demostrar a todos los Estados Unidos que una mujer también puede pertenecer a este selecto grupo. Jordan O'Neil, sin embargo, se va a tener que enfrentar no sólo a un programa de entrenamiento brutal e inmisericorde... Se va a tener que enfrentar a la incomprensión e intransigencia de sus propios compañeros e incluso a las intrigas de senadores que planean utilizarla como un objeto para su beneficio político.


"Tormenta blanca" era mala, pero "La teniente O'Neil" es ya de infarto. Una horrenda glorificación de la vida en el ejército y de los valores militaristas más rancios de los USA me la espero de un Michael Bay, de un Roland Emmerich, de un Joe Johnston, de un artesanillo cualquiera de estos de "al kilo" que rondan por Hollywood haciendo encargos sin personalidad. Pero de Ridley Scott... Del director de "Alien" y "Blade Runner"... Pues no, no me la espero. "La teniente O'Neil", protagonizada por una Demi Moore que se rapó la cabeza para el papel y para la campaña de la película como hizo Sigourney Weaver para "Alien III", narra la historia de una mujer que, en el mundo machista de los Navy SEALS de los marines, intenta abrirse paso para demostrar que ella también puede ser una gran soldado y se enfrenta no sólo a la incomprensión y a las putadas de sus compañeros, sino también a la utilización política que quieren hacer de ella senadores y demás calaña de oficina.


Se imaginan lo que hay: mucha autosuperación, mucho sacrificio, mucha exaltación del deber y del honor, mucho discursito, mucha sensiblería y sobre todo mucho patriotismo enfermizo. Todo por supuesto simplón, maniqueo y retratado con diálogos testosterónicopastelosos dignos de crear una diabetes de adrenalina. Bajo un discurso supuestamente feminista se esconde la mencionada glorificación de la vida en el ejército de los USA de siempre y del patrioterío más pacato y pueril. Para colmo, ni siquiera tiene ritmo esta cosa (la misión final es aburrida, aburridisima...) y el aspecto visual que presenta, viniendo de quien viene, no es nada del otro mundo. Insisto: no sé qué le pasó a Ridley Scott entre 1992 y el año 2000, cuando se recuperó con "Gladiator". Su filmografía y sus constantes vaivenes entre lo digno y lo infame son de verdad dignos (valga la redundancia) de estudio.


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