Porco Rosso

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miércoles, 18 de diciembre de 2013

LOS AMANTES DEL PONT-NEUF de Leos Carax - 1991 - ("Les amants du Pont-Neuf")


El Pont-Neuf de París está en obras y, por la noche, sirve de hogar temporal a Alex y a Michelle, dos mendigos que viven en las calles de la capital francesa. Alex es un artista de circo frustrado y adicto al alcohol y a los sedantes y Michelle es una pintora también frustrada enferma de la vista y destrozada por una relación que no salió bien. Entre ambos surge una química especial... Y una historia todavía más especial.


La mejor película de la corta y espaciada filmografía de Leos Carax es, por lo menos para mi, su tercera creación, "Los amantes del Pont-Neuf", una de las mejores historias de amor que ha parido nunca el cine francés. Se trata de la obra más "puramente realista" del autor, despojada en su mayor parte de la cascada de metáforas visuales de sus dos anteriores filmes, "Chico conoce chica" y "Mala sangre", y también de los dos posteriores, "Pola X" y "Holy Motors", todos mucho más crípticos y con mayor peso surrealista y/o simbólico. "Los amantes del Pont-Neuf" narra la historia de amor de dos mendigos, unos fascinantes Denis Lavant (que vuelve a repetir con Carax confirmándose como su actor fetiche) y Juliette Binoche (que vuelve también a trabajar con él tras "Mala sangre"), que viven temporalmente en el Pont-Neuf de París mientras el monumento está en obras. Carax fusiona sin fisuras el realismo más sucio y brutal con el puro realismo mágico para volver a tratar el asunto del amor loco y, sobre todo en este caso, el de la dependencia que se da entre los seres más marginados de la sociedad. Adictos a diversas substancias, enfermos o desilusionados con la vida y con el propio amor, Alex y Michelle se conocen en el mencionado puente, comienzan una relación casi forzada por sus circunstancias sentimentales, se tienen el uno al otro y... Ya no tienen nada más. El amor entre ellos va a ser el más entregado, pero también el menos transparente: el director reflexiona a través de su historia sobre la mencionada dependencia amorosa y sobre el miedo a la pérdida, el hartazgo de la soledad y, finalmente, el egoísmo que puede surgir del propio amor.


Queda además un espacio en "Los amantes del Pont-Neuf" para la crítica social, escenificada en el trato que los mendigos reciben de parte de los agentes sociales del Gobierno (los primeros planos del filme en el centro de acogida ponen los pelos de punta) y en el profundo desarraigo en su propia tierra que viven los protagonistas (las calles de París son un escenario para el exilio más absoluto, el exilio social). Como he comentado, el realismo más sucio (los cuerpos decrépitos de los indigentes retratados con una cámara casi documental, los escenarios urbanos deshumanizados donde todos ignoran a los protagonistas y a su pobreza extrema...) se dan la mano con el realismo mágico más hermoso que Carax nunca ha creado (la escena de la borrachera es un prodigio de imaginación visual, la de la playa -con Lavant empalmado no gratuitamente- es preciosa, la del surf por el Sena es absolutamente fantástica...). El "enfant terrible" de los ochenta y principios de los noventa del cine francés consigue con su tercer filme un poderío en el arte del desagarro emocional que pocos autores han conseguido. "Los amantes del Pont-Neuf" es una historia de amor inmortal y su gran obra maestra.


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