Porco Rosso

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viernes, 16 de agosto de 2013

LA TORMENTA DE HIELO de Ang Lee - 1997 - ("The Ice Storm")


1973. Connecticut. Las acomodadas familias Hood y Carver preparan el Día de Acción de Gracias en un ambiente idílico en sus grandes casas de barrio residencial. Sin embargo, todos sus miembros están confundidos y hastiados: tanto los adultos, aburridos de sus vidas sin alicientes y sexualmente frustrados o presas de adicciones, como los jóvenes, que se enfrentan sin ayuda ninguna al clima de rebeldía y de revolución sexual que está sacudiendo a los USA. Esa noche, en la que se prevé que caiga una tormenta de hielo, algo va a cambiar para siempre a los miembros de ambas...


Tras su genial versión de "Sentido y sensibilidad", Ang Lee volvió al drama social de corte familiar con "La tormenta de hielo", una de sus obras maestras y uno de los mejores retratos que tiene el cine moderno sobre la familia norteamericana de la clase alta y sus problemas. Este señor diseccionó como nadie una cultura que, además, no era la suya. En un ambiente helado que sirve de metáfora de las relaciones personales de los personajes se desarrolla este filme, cuyo asunto central es la represión sexual en una época en la que los tabúes referidos al mencionado sexo están empezando a ser tumbados con contundencia: los años setenta (aunque la revolución empezó ya en los USA en la década anterior e incluso en la de los cincuenta, los setenta supusieron diez años de "madurez" y desengaño en este país, y no sólo con respecto a la cultura tradicional del Sueño Americano, sino con respecto incluso a los movimientos supuestamente revolucionarios que habían cambiado la sociedad y que acabaron perdidos en su propia inconsecuencia y artificiosidad).


Ang Lee sigue a dos familias muy similares en cuyos senos reinan la hipocresía, el hastío y la mencionada represión sexual. Tenemos a los padres aburridos de sus vidas de lujo en los suburbios de la clase alta y tenemos a sus hijos, condenados a vivir un despertar sexual desnaturalizado que han de afrontar sin ninguna ayuda y sin un sólo consejo. Con unos diálogos maravillosos, irónicos, inteligentes y desencantados, "La tormenta de hielo" nos lleva por un ambiente terrible de falsedad dónde todo el mundo es aparentemente feliz y realizado y dónde todo el mundo esconde secretos y relaciones mal vistas pero que todos saben que existen. Momentos cúlmenes como el de la "Fiesta de las llaves" ilustran maravillosamente la doble moral de esta sociedad compuesta en su mayor parte por adultos que o no han alcanzado la madurez sexual o la han tocado a trompicones y que se pierden en adicciones y en frustraciones cotidianas insalvables. La estética, fría y conscientemente helada y cargada de planos que ilustran la referida "tormenta de hielo", es un personaje más que representa las vidas muertas de los seres del filme. Lee sabe además imprimir un ritmo y un lirismo a su relato que lo deslizan con una suavidad pasmosa hasta su genial desenlace. Una de las grandes obras del director y una de las grandes películas de los noventa.

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