Porco Rosso
jueves, 4 de julio de 2013
EL BAILE DE LOS VAMPIROS de Roman Polanski - 1967 - ("The Fearless Vampire Killers")
El sabio y valiente profesor Abronsius y su joven ayudante Alfred viajan por las siniestras profundidades de Transilvania intentando demostrar la existencia de esos seres demoníacos en los que muchos no creen: los vampiros. Cuando paran en una posada a descansar, advierten que los habitantes de la zona parecen vivir sumergidos en el terror perpetuo. Esa misma noche, la hermosa hija del posadero desaparece. Dicen los rumores que se encuentra secuestrada en el apartado y oscuro castillo del Conde Von Krolock, uno de los más temidos nobles de la zona. Abronsius y Alfred se lanzan a su rescate... Puede temblar toda Transilvania.
Tras las crudísimas, desoladoras y kafkianas El cuchillo en el agua, Repulsión y Cul-de-sac, Roman Polanski, que ya era toda una figura clave del nuevo cine polaco y europeo, se desmarcó radicalmente del thriller social negro, de la comedia negra y del terror para ofrecer su película más divertida, El baile de los vampiros, una delirante parodia homenaje de filmes de chupasangres clásicos que ha sido muy injustamente considerada como una de sus obras menores únicamente porque se trató de una comedia comercial con pretensiones mucho menos hondas que las de las anteriores y porque además de un éxito fue su primera película en los USA. Totalmente desprejuiciado, Polanski narra la clásica historia que hemos visto miles de veces pero desde su particular ojo kafkiano (cómo no) y jugando sin cesar con todos los tópicos y lugares comunes del género de Drácula y Nosferatu.
Un investigador del mito de los vampiros y su joven e inexperto discípulo acuden a rescatar a una guapa jovencita a un siniestro castillo en el que estalla el caos y la locura. Elementos de los principales Drácula que se rodaron hasta la época y de otras películas sobre los mismos monstruos se conjugan con gags verbales y un slapstick generalmente fáciles y ligeros (intencionadamente ingenuos) pero efectivos, con escenas directamente absurdas, con algún que otro momento de terror, con sugerentes toques eróticos y festivos y con unos personajes completamente desquiciados y con cierto halo de ternura que beben del mencionado puro tópico burlándose de éste, jugando con sus ambigüedades y grietas y actualizándolo de manera simpática: encontramos así al héroe a su pesar miedoso, a la doncella cursi, al anciano sabio-loco y a los vampiros salvajes y a la vez refinados que buscan más que la sangre de sus víctimas satisfacer su lujuria. Destaca en El baile de los vampiros además su excelente y riquísima ambientación gótica-barroca, onírica y conscientemente irreal y hasta naif heredera de la de ciertos filmes de la Hammer, retratada en color (la primera cinta de Polanski que no es en blanco y negro) con una excelente fotografía y rematada por un genial vestuario y maquillaje con toques de vodevil.
Siempre lo comentan, pero que creo llevan razón: la escena del baile, que da nombre al filme en la versión española, es especialmente desternillante. Los protagonistas resultan también realmente solventes: Polanski se reserva el papel del joven aprendiz de cazavampiro y su futura esposa Sharon Tate, una de las actrices más bellas de la época, es la jovencita raptada. Tristemente, moriría dos años después brutalmente asesinada tras la posterior obra maestra del director, La semilla del Diablo que fue considerada una película hasta cierto punto maldita. El baile de los vampiros es una de las mejores parodias de cine de terror de todos los tiempos y una obra puramente polanskiana que no ha perdido frescura ni capacidad para alegrar al público.
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Película interesante de Polanski que tiene una primera mitad estupenda. Y Sharon Tate está bellísima.
ResponderEliminarUn saludo