Porco Rosso

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sábado, 30 de marzo de 2013

EDUARDO MANOSTIJERAS de Tim Burton - 1990 - ("Edward Scissorhands")


La señora Peg Boggs, que vende cosméticos de puerta en puerta, encuentra un día por casualidad, en la mansión abandonada que se erige a las afueras de su pueblo, a Eduardo, un joven extrañísimo, misterioso, muy tímido y de enorme corazón que tiene tijeras en vez de manos. Apenada, lo lleva a vivir a su casa, en donde el chico tiene sus primeros contactos con la sociedad y en donde se enamora de su hermosa hija Kim, que le corresponde. Este amor, sin embargo, es un amor prohibido: los vecinos del pueblo, intransigentes y temerosos, no le van a perdonar a Eduardo el ser diferente a ellos.


“Eduardo Manostijeras” es una de las mejores muestras del estilo creativo de Tim Burton y tal vez su mejor película junto a la magistral "Ed Wood" y una de las culminaciones de su mejor etapa creativa, la que va desde la genial "Bitelchus" hasta la mencionada "Ed Wood" pasando por sus dos inolvidables y personalísimas aportaciones al universo de Batman y por la también maravillosa "Pesadilla antes de Navidad" (que no dirigió él pero que es de su total e indiscutible autoría por tratarse de un proyecto suyo en casi todos los aspectos). "Eduardo Manostijeras", estructurada como los clásicos cuentos de hadas, es una metáfora muy clara de la marginación del diferente en la sociedad norteamericana moderna. Visualmente ya establece esta diferencia desde un primer momento: el joven Eduardo (soberbio e inolvidable Johnny Depp en uno de sus primeros grandes papeles), un freak "burtoniano" absoluto de vestimenta negra y retorcida, una figura gótica con manos de tijera y barrocamente despeinada, sale de su oscura mansión en ruinas y se encuentra en un pueblo lleno de colorido, de jardines bien cuidados, de casas color pastel… Y de vecinos intransigentes y temerosos.


Por supuesto, y como en tantos cuentos de hadas, Eduardo se enamora de una joven que le corresponde (excelente Winona Ryder recién venida de "Bitelchus") y, por supuesto, la vecindad no va a tolerar este amor de ninguna de las maneras. Romántica, lírica, evocadora y emotiva como pocas, "Eduardo Manostijeras" está llena de referencias y de homenajes a cuentos clásicos sobre la exclusión y la valoración del diferente y sus amores imposibles como “Frankenstein”, "El fantasma de la ópera" o “La Bella y la Bestia", a filmes clásicos como "El gabinete del Doctor Caligari" (Eduardo es un homenaje estético absoluto a Cesare, el esclavo hipnotizado del referido doctor), al expresionismo alemán (el castillo hiperbólico frente al pueblo es un truco de consciente irrealidad), al cine mudo (la palidez de Eduardo remite al maquillaje de esta época) y al terror mítico de la Universal y de la Hammer (el gran Vincent Price es incluso el padre del protagonista en el que es su último trabajo frente a las cámaras) y, también, de habilísimas metáforas, entre las que destaca la propia de las tijeras: Eduardo quiere tocar a los que le quieren, pero no puede porque no tiene manos y, si lo intenta, les hace daño. Genial y conmovedora obra maestra es "Eduardo Manostijeras", una película que no envejece y que no pierde su capacidad para sorprender tanto en lo estético como en lo argumental.

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