Porco Rosso
viernes, 7 de diciembre de 2012
MALDITOS BASTARDOS de Quentin Tarantino – 2009 – (“Inglorious bastards")
Segunda Guerra Mundial en Europa. El teniente Aldo Raine ha creado una cuadrilla de judíos sedientos de venganza especializada en misiones concretas y claras: matar nazis de manera brutal como represalia por sus atroces actos antisemitas. Esta cuadrilla es conocida como Los Bastardos, y es famosa en todo el continente por su sadismo y eficacia. Aldo y sus compañeros ahora se enfrentan a su misión más importante: acabar con el propio Adolf Hitler y con sus secuaces más cercanos para poner fin de una vez por todas al Tercer Reich. El escenario de la acción va a ser un cine de la París ocupada, un cine cuya dueña, una joven judía francesa que escapó del extermino, ha hecho sus propios planes para lograr el mismo objetivo de matar al Führer... El problema es que los Bastardos no lo saben.
Inspirada muy libremente en la película de 1978 de Enzo Castellari “Aquel maldito tren blindado” (traducida al inglés precisamente como “Inglorious bastards”), “Malditos bastardos”, sexto largometraje del sobrevalorado pero excelente e imaginativo director Quentin Tarantino, narra la clásica historia de un grupo de hombres extravagantes que en una guerra se dedican a hostigar al enemigo de maneras todavía más extravagantes, historia que por supuesto termina en una orgía de muerte y destrucción al más puro estilo de Sam Peckinpah. La guerra es una vez más la Segunda Guerra Mundial, y estos hombres son unos salvajes y delirantes “matanazis” judíos sedientos de venganza. A caballo entre el cine bélico, el negro (cómo no), la comedia negra (cómo no de nuevo) y el drama (muchas de las películas de Tarantino terminan resultando puros dramas, y para muestra “Reservoir Dogs”, “Jackie Brown” o “Kill Bill” e incluso pedazos de la propia “Pulp Fiction”), “Malditos bastardos” es un nuevo collaje de influencias que se erige como todo un homenaje a toda una época (la que ambienta al filme) y al propio cine, contemplado de una manera muy cachonda como un arte-ente asesino que otorga justicia allí donde no la hay.
Canalla por encima de todo y cargada de referencias culturales (a la UFA y al cine de propaganda de Goebbles, a las películas de Leni Riefenstahl y de Georg Wilhelm Pabst, a actores como el gran Emil Jannings, al cine francés...), este filme de Tarantino realiza una suerte de reconstrucción de la Alemania del momento realista pero con aires de western e incluso de kitsch en la que no dejan de sucederse las escenas que el director adora (un “duelo mexicano a la alemana” en el que todos se apuntan mutuamente, conversaciones rápidas e inteligentes cargadas de guiños, momentos sádicos y sangrientos –que no falten-, pantomimas históricas delirantes...) que configuran una película agilísima cargada de tensión (el prólogo en la granja y la escena de la taberna no dejan parar un segundo al espectador) que, a pesar de durar dos horas y media, se pasa en un vuelo. “Malditos bastardos” es una vez más un precioso y completamente desprejuiciado ejercicio de estilo con protagonista coral (y qué protagonista coral: Brad Pitt, Mélanie Laurent, Diane Kruger, Michael Fassbender, Eli Roth y unos inolvidables Daniel Brühl –genial su tontaina personaje- y Christoph Waltz –un villano de opereta carismático como pocos, estremecedor y despreciable pero también patético-) en el que todo vale, hasta cambiar el desenlace de la Segunda Guerra Mundial y pasarse la historia por el forro en aras de una venganza romántica. Muy buena película en todos los aspectos.
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