Hace más de veinte años que la Tierra tuvo su primer contacto con alienígenas. Una nave se posó sobre Johannesburgo, en Sudáfrica, y desde entonces no se ha movido de allí. Sus tripulantes, que no pueden volver a su planeta por alguna razón que los humanos desconocen, viven hacinados en el Distrito 9, un miserable campo de refugiados de los arrabales de la ciudad en donde los gobiernos del mundo, que los han olvidado, les dejan pudrirse mientras los humanos los odian por ser diferentes y se aprovechan de ellos tanto empresas preocupadas por el beneficio a toda costa como señores de la guerra. Las cosas están, sin embargo, a punto de cambiar cuando un humano mediocre y cobarde llamado Wikus van der Merwe contraiga un misterioso virus que le emparente directamente con los extraterrestres... Una guerra va a desatarse.
Creador de efectos visuales y afamado y premiado autor de vídeos publicitarios y videoclips, el sudafricano Neill Blomkampf debuta en la dirección de largometrajes apadrinado por Peter Jackson en la que ya es una de las películas de culto de la historia del cine de ciencia ficción, “Distrito 9”, una maravillosa obra maestra guionizada por él mismo y por la escritora canadiense Terri Tatchell que da una vuelta de tuerca al “género” de los extraterrestres que todos, de una forma u otra, nos hemos planteado o esperado colocándo a los seres humanos como los opresores y a los alienígenas como los oprimidos. Sitiados en un arrabal de Johannesburgo, en un miserable campo de refugiados como tantos pueblos de la Tierra, los extraterrestres viven marginados esperando poder volver a su planeta (tal vez asolado por alguna crisis o catástrofe que no se menciona pero que se intuye) mientras el gobierno de Sudáfrica los mueve de un lugar a otro sin preocuparse por darles una existencia digna (e incluso maltratándolos y asesinándolos si es preciso) y los habitantes de la gran ciudad los desprecian, ya que la xenofobia ha llegado con ellos (además, a un país marcado por un drama "único" como el del Apartheid). En este ambiente, una guerra de un solo hombre y un solo alienígena contra un gobierno, unos militares y unas empresas únicamente preocupadas por el beneficio económico está a punto de empezar. Con una estructura de documental en sus inicios (el filme está basado en el cortometraje de su mismo creador “Alive in Jo’burg”, que recrea algo parecido a estos inicios en la misma Johannesburgo), “Distrito 9” cambia radicalmente de registro para centrarse en narrar una historia de horror y de egoísmo que termina tornándose épica y redentora en la que los humanos y los extraterrestres llegan a entenderse mínimamente y en la que, con unos cimientos de cine casi de aventuras (con unos efectos especiales geniales y tremendamente reales y con unas escenas de acción verdaderamente frenéticas y emocionantes) se ataca tanto al ser humano en sí (que llega a ser más vil, cruel, brutal y desconsiderado para con sus semejantes que los a priori horrendos alienígenas, pacíficos incluso en su marginalidad casi total) como al mundo capitalisma más agresivo, a las grandes empresas científicas y tecnológicas, a la corrupción y a la conspiración política, a la guerra y sobre todo al racismo y a la xenofobia, que irónicamente se desatan como he mencionado en un país como Sudáfrica, con una triste tradición histórica en este aspecto, y además lo hace tanto entre los blancos como entre los negros. “Distrito 9”, película comprometida de ciencia ficción (la buena ciencia ficción, como toda buena historia fantástica, está llena de referencias a lo humano) protagonizada por un genial Sharlto Copley (también director y amigo íntimo del autor) está destinada a ser una de las grandes gestas de este género. Esperemos que Niell Blomkampf siga en esta línea.
Magnífica película en todos los aspectos, desde su rico trasfondo a la destreza técnica, sin dejar de lado la gran interpretación de Copley.
ResponderEliminar¡Saludos!
Sin duda este film refleja una mirada original y diferente al género de la ciencia-ficción, y presenta un punto de partida harto interesante. Sin embargo desemboca en algo muy distinto. Esta es una película en dos partes. Una vez establecida la trama principal, la película se convierte en un film de acción en la que el único interés parece ser ver cómo los buenos consiguen sus objetivos y derrotan a los malos entre explosiones de vísceras que salpican a la cámara. Lo mejor es que en esta segunda parte se da la paradoja de que los humanos, sutil y paulatinamente, se van haciendo cada vez más repugnantes al espectador en tanto que los aliens se ganan las simpatías del público mostrando en sus facciones y reacciones mayor gama de emociones propias de lo que se considera el ser "humano". Porque, en definitiva, la filosofía que alimenta este Distrito 9 refleja una amarga mirada a la condición humana. Una galería de personajes que, sin excepción, se mueven por intereses económicos. El director sabiamente contrapone los sentimientos pretendidamente humanos (el amor que siente, paradójicamente, un extraterrestre por su hijo) con los que al final resultan ser los propios de la humanidad: la ambición y el egoismo. Y por eso no duda en explicitar sus intenciones en boca de uno de los personajes: "Lo que le ocurra no es importante, lo importante es lo que podamos extraer de él".
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