Porco Rosso

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martes, 20 de noviembre de 2018

¡EL SOPLÓN! de Steven Soderbergh - 2009 - ("The Informant!")


Primera mitad de los años noventa. Mark Whitrace es un ejecutivo de la Archer Daniels Midland Corporation, una gran empresa dedicada a la agricultura. Mark parece un trabajador normal y corriente... Pero en realidad, informa en secreto al FBI de las operaciones de su compañía, que parece estar implicada en una conspiración de control de precios a nivel mundial. Todo esto, por supuesto, es complicado, y Mark es un tipo un tanto... Especial.


El mismo año que estrena la valiente y necesaria "The Girlfriend Experience", Steven Soderbergh, fiel a su locura prolífica de rodar y rodar sin parar, estrena también, como ya ha hecho otras veces antes, otra película: "¡El soplón!", basada en hechos reales y que ha sido una de sus cintas más olvidadas, creo que injustamente. Uno de los géneros predilectos de este director es el thriller, y aquí se marca uno político y comercial ambientado a principios de los años noventa pero que muestra muy bien las guarrerías que el gobierno norteamericano perpetraba y perpetra (la cosa no ha cambiado mucho, ya lo saben de sobra) con su FBI y con los sistemas financieros y empresariales que le sustentan. Matt Damon, habitual de Soderbergh, entrega un papelazo (además extremadamente bien caracterizado) de un individuo de oficina, triunfador y perdedor a la vez, que informa para el mencionado FBI, y que es un personaje real, Mark Whitrace. Tenemos una trama de fijación de precios a nivel mundial y un juego de medias tintas entre todos sus agentes que nos llevan una vez más a la conciencia de que el sistema está podridísimo pero, a la vez, de que es posible hacer algo con integridad (aunque hay integridades e integridades).


El protagonista es un personaje genial y Damon lo interpreta de una forma genial: es un individuo sumergido en un ambiente que le sobrepasa a veces pero también en el que se mueve como pez en el agua. Soderbergh retrata su mundo interior con gracia y con ironía, y crea un cuadro mental fabuloso lleno de detalles. El humor es inteligente, cáustico, sarcástico, y el ritmo, a pesar de una primera parte que renquea y que se pierde ligeramente en detalles sin demasiada importancia, está muy bien llevado por el estilo rápido, de corte "indie", que el fulminante director más prolífico de los USA suele utilizar en sus obras menos comerciales. El desenlace es sorprendente y lúcido, y viene como una buena ostia en la cara. Creo que "¡El soplón!" merece ser valorada y sacada del cierto olvido en el que se encuentra. Es una película muy, muy buena, de verdad.


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