Porco Rosso
lunes, 30 de abril de 2018
PETER Y EL DRAGÓN de David Lowery - 2016 - ("Pete's Dragon")
Grace Meacham siempre ha escuchado divertida las historias que su padre ha contado sobre un dragón que vive oculto en los bosques que circundan a su pequeña ciudad. Ella, que trabaja como guarda forestal, nunca lo ha visto, sin embargo. Hasta que un día le ocurre algo... Algo maravilloso y extraordinario.
David Lowery es un director que ha probado de sobra que busca una personalidad como autor con "En un lugar sin ley" y "A Ghost Story". Entre ambas, sin embargo, dirigió, en 2016, "Peter y el Dragón", un remake de la película famosa "Pedro y el Dragón Elliot", una obra de los estudios de Walt Disney (no incluida en su cánon de clásicos) de 1977 dirigida por ese extraño todoterreno, algo infravalorado, que fue Don Chaffey, autor también de los clásicos "Jasón y los Argonautas" y "Hace un millón de años". Esta nueva versión de esta obra es una película de encargo para Lowery: hay que tenerlo en cuenta en todo momento. Aunque él intenta hacer algo digno y serio, su trama no da para más: es la historia de amistad entre un dragón y un niño con un mensaje sobre la mencionada amistad y ecologista. Punto. Hay poco margen para hacer algo personal. Sin embargo, y tratándose de un remake de esos que ahora están de moda en Disney, consistentes en re-rodar sus clásicos con actores, "Peter y el dragón" no resulta horroroso. Especialmente, en lo visual es una delicia: el dragón es precioso, con un toque "perruno", y parece estar hecho de hierba. Muy bien en este sentido. La historia es normalita, y los personajes también, y es todo cien por cien predecible. Sin embargo, no se da gato por liebre: lo que hay es lo que se ve, y no se recurren a mensajes ñoños ni efectistas. Lowery no trata a los niños, el público potencial de este filme, como a tontos, lo cual ayuda. Y los actores y las actrices dan dignidad a unos personajes bastante limitados, y eso también se agradece. "Peter y el Dragón" es una película alimenticia pero hecha en todo momento con un mínimo de cariño. Se le agradece a Lowery, especialmente porque es bastante difícil, como autor, tomarse en serio una obra en la que se tiene un poder muy acotado y que tiene unos objetivos demasiado simples para lo que un autor busca. No va a pasar a la historia y ni siquiera tendrá un lugar destacado en su filmografía, pero en todo momento se puede ver y disfrutar bien.
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