Durante una misión en Pakistán, los G.I. Joe son emboscados y el comandante Duke es brutalmente asesinado. El sargento mayor Roadblock logra escapar junto a un grupo de supervivientes y descubre con horror que parecen estar siendo víctimas de una conspiración llevada a cabo por los agentes de Cobra desde el interior del propio gobierno de los Estados Unidos. Los G.I. Joe se van a tener que reorganizar para acabar con este siniestro plan.
La bazofia de "G.I. Joe" tuvo en 2013 una secuela llamada "G.I. Joe: La venganza". Y, si aquella era infame, esta es para caerse de espaldas. Stephen Sommers cede la batuta de la dirección a Jon Chu, otro realizador que tal baila, y todo aquel horror está de vuelta todavía peor, aunque parezca increíble. Sólo hay tres años de diferencia entre ambas películas, pero como los paletos de los pueblos de Texas no se acuerdan ya mucho de la primera parte, aquí cambiamos a prácticamente todos los protagonistas de un plumazo y metemos a "The Rock" como reclamo principal por la puta cara para que haga una vez más su papel fotocopiado de siempre. El personaje de Channing Tatum, figura central de la película de 2009, es asesinado cutremente al principio de ésta y nada, se lo quitan de en medio con un soplido y listos. Él tiene suerte: la otra mitad de los personajes de aquella, buenos y malos, han desaparecido sin ninguna explicación. O sea, que no están. O sea, que es como si nunca hubiesen existido. Total, a nadie le importan. Eso es un guión trabajado y que mira por el espectador serio, el que sigue las sagas y no ve las películas como quien ve un anuncio porque no tiene nada mejor que hacer. Todo lo que se forjó en "G.I. Joe" no sirve para absolutamente nada. Que no es que se forjase nada bueno, pero cojones, hacer como si un personaje no hubiese existido nunca es el recurso más infame y repulsivo de la historia de la narrativa (y aquí no lo hacen con uno, lo hacen por lo menos con cuatro o cinco). Luego, está ya la mierda testosterónica y patriotera de siempre, pero con una historia todavía más estúpida, con unos diálogos todavía más patéticos, con unos nuevos personajes todavía más lamentables, con giros de guión todavía mas vergonzantes y con unas escenas de acción todavía más exageradas y feas, amén de confusas.
En "G.I. Joe: La venganza" todo explota, todo arde, todos gritan, todos se lían a tiros sin saber muy bien por qué, y los buenos son imbéciles y los malos pretenden dominar el mundo con planes de retrasados. El espectador asiste a una orgía pirotécnica absurda y el sopor se adueña de su mente, que divaga entre tontería y tontería sin ser muy consciente de por qué pasan las cosas que pasan en la pantalla. Es todo tan horroroso, tan triste. Ah, sí, y también sale Bruce Willis ahondando ya en esa deriva peligrosa que está tomando su carrera en los últimos años, llenándose de porquerías anodinas y cutres al más puro estilo de lo que suele hacer ya Nicolas Cage (y miren que cuando quiere Willis, como Cage, es un buen actor). Todo esto es una puta mierda pinchada en un palo. Y parece que habrá tercera parte. ¡Vamos allá! ¡Ole!
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