Porco Rosso
lunes, 18 de septiembre de 2017
EL NIÑO Y LA BESTIA de Mamoru Hosoda - 2015 - ("Bakemono no Ko")
Kyuta es un niño de Tokyo que acaba de perder a su madre, con la que vivía desde que sus padres se divorciaron. Asqueado del resto de su familia, egoísta e hipócrita, se pierde en las calles de su ciudad y encuentra de casualidad un pasaje a un mundo especial... Un mundo mágico de bestias antropomorfas. Allí, conoce a Kumatetsu, un oso que es uno de los guerreros más grandes de este reino y que se va a convertir en su maestro de las artes de la lucha. Kyuta comienza un entrenamiento en el que se va a encontrar a sí mismo.
"El niño y la bestia", de 2015, es la última película de Mamoru Hosoda hasta la fecha y en la que de nuevo explora como base la relación de los seres humanos con los animales, aunque en un tono muy diferente del de la delicada y melancólica "Los niños lobo", su anterior obra. Aquí un niño japonés de Tokyo que ha perdido a sus padres acaba viviendo en un mundo mágico poblado de animales antropomorfos en el que conoce al que será su maestro, un guerrero oso un tanto particular. Al clásico relato de aprendizaje y de formación juvenil, de viaje iniciático, Hosoda añade multitud de asuntos diferentes que sabe integrar a la perfección en una tragicomedia de relaciones entre padres e hijos. El mayor mérito de "El niño y la bestia" consiste en tratar multitud de temas bien expuestos y cerrados y hacerlo desde una perspectiva que contenta tanto a los niños como a los adultos (signo de las buenas películas de animación, pienso, desde Pixar hasta el Estudio Ghibli). Las relaciones mencionadas entre padres e hijos, entre maestro y discípulo, entre madurez e infantilidad (y no necesariamente el adulto ha de ser el más maduro), el amor, la amistad, la honradez, el perdón, la bondad, el autoconocimiento, la superación, el encuentro del "yo oscuro" que late en el interior de todos y hasta el racismo o incluso el especismo están presentes en "El niño y la bestia". Todo ello está articulado en torno a una película fantástica de acción y de lucha llena de momentos tanto de comedia como de intimismo romántico. El equilibrio es perfecto, así como la fuerza evocadora de la trama y de los mundos que dibuja. El espectador se ve cautivado desde el primer momento por su clavada combinación de melancolía, de drama, de cachondeo canalla (impagables todas las escenas del entrenamiento del chico y sus peleas con sus maestro) y de acción (excelentes todas las escenas de este tipo y también las de combates de artes marciales). El filme le atrapa y no le suelta en ningún momento.
También destaca esta película por su cuidadísima e imaginativa animación, llena de fluidez, con un diseño de personajes cargado de carisma y con unos escenarios sencillamente soberbios que nos transportan a dos mundos opuestos pero complementarios (el Tokyo gigantesco y metropolitano lleno de coches y de tecnología y el mundo de las bestias, integrado en la naturaleza y caracterizado por sus edificios de estilo del Mundo Antiguo de los humanos con referencias fantásticas a muchas culturas terrestres). Si hay algo que tal vez hay que echarle ligeramente en cara a este genial filme tal vez sea el hecho de que cerca de su desenlace se alarga quizás demasiado. Esto sin embargo no lo lastra en absoluto. "El niño y la bestia" es otra joya más de uno de los nuevos directores de animación japoneses que más futuro tienen por delante. El año que viene Mamoru Hosada estrena película: "Mirai". ¡Loco por verla!
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