La isla de Tanna, en el pequeño país de Vanuatu, en el Océano Pacífico, es uno de los lugares menos occidentalizados del mundo. Sus habitantes viven como vivían hace miles de años, organizados en tribus y comiendo de lo que la naturaleza les da. Sin embargo, aún siendo su isla un lugar idílico, apartado y que siempre ha estado alejado de las grandes guerras de la humanidad, éstos no viven en paz. Las pocas tribus de Tanna están enfrentadas entre ellas y, para mantener una mínima armonía, los adultos casan a sus hijos con los hijos de sus rivales. Algo, sin embargo, ha ocurrido ahora: dos enamorados que han elegido estar juntos por decisión propia no están dispuestos a permitir que les impongan quienes han de ser su marido y su mujer y huyen de su poblado. Por desgracia, en una isla tan pequeña, vivir como un marginado es una pesadilla.
La apartada isla de Tanna, que pertenece al pequeño país de Vanuatu, en el Océano Pacífico, es uno de los lugares más curiosos y apasionantes del mundo. A modo de resumen, diré que el contacto que han tenido sus habitantes con los extranjeros ha sido casi inexistente a lo largo de su historia, que han luchado contra la occidentalización de tal forma que todavía viven hoy en su mayor parte como lo hacían hace miles de años y que sus dioses, entre otros, son un soldado norteamericano llamado supuestamente John Frum y el Príncipe Felipe de Edimburgo. Cómo ha llegado esto a ser así es algo absolutamente fascinante: les invito a explorar sobre esta isla única en el mundo en Internet. "Tanna", dirigida por los australianos Bentley Dean y Martin Buttler, es una película rodada en esta misma isla con actores que se interpretan a si mismos y que narra, basándose en la historia mítica de "Romeo y Julieta" de William Shakespeare, que se repite y se repite a lo largo de los siglos en culturas de todo tipo, la lucha de dos de sus nativos por elegir con quién han de casarse en un contexto de tribus enfrentadas. Estos hechos se dieron en la segunda mitad de los años ochenta, cuando varias parejas de enamorados se suicidaron en la isla como protesta y negándose a resignarse a que sus padres escogiesen a sus maridos y mujeres por ellos. Bentley Dean vivió antes de rodar el filme siete meses en Tanna, y se empapó a fondo de su estilo de vida. Los actores del filme se interpretan a sí mismos y los escenarios son sus propios poblados. Es esta película la única hasta la fecha que ha podido retratar el ambiente, la idiosincracia y la cultura de estos pueblos herméticos. Y lo ha hecho narrando una trama genial que reflexiona sobre la intransigencia y el fanatismo, sobre la guerra y la paz, sobre el amor y la opresión social. Alejada completamente de todo romanticismo, "Tanna" pinta un mundo tan absurdo como en el que vivimos los que tenemos nuestros hogares en las ciudades. En la isla son cuatro gatos, pero están enfrentados entre ellos y se dedican las pocas tribus auténticas que quedan a echarse la culpa unas a otras de las malas cosechas, a despreciarse mutuamente y a trazar fronteras, a propiciar enfrentamientos armados que no llevan a ninguna parte salvo a la extinción. El ser humano es igual en todas partes, y el vivir en plena naturaleza no asegura en absoluto esa vida pura y pacífica que tantos ignorantes dan ya por hecha en estos ambientes.
"Tanna" es de todo menos maniquea además. En la isla hay un poblado cristiano que vive según el estilo de vida occidental: llevan camisetas y pantalones y tienen casas de mejor calidad que las cabañas de los protagonistas, pero son unos fanáticos que parecen deshumanizados y que también tienen reglas restrictivas. Sin embargo, no son tampoco de fiar. Occidente no es El Dorado, pero tampoco lo es la propia Tanna con sus tradiciones estúpidas. En una isla tan pequeña, el marginado no tiene lugar al que escapar, y tiene que elegir por la fuerza entre dos mundos que no tienen escalas de grises. Estamos ante una película fantástica, insólita, llena de imágenes preciosas de unos parajes naturales evocadores y cargados de sugerencia, de mitos, de pasiones ocultas, de raíces milenarias. No puedo dejar de recomendar una maravilla como ésta, que, siendo ya del año 2015, se ha estrenado ahora en unos pocos cines de unas pocas ciudades, por desgracia, y además en época veraniega, cuando las obras de este tipo pasan más desapercibidas. No dejen de verla, si pueden, o de buscarla por Internet. Es única y es toda una lección de condición humana rodada con veracidad, sinceridad y pureza.
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