Porco Rosso

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viernes, 19 de mayo de 2017

NUNCA DIGAS SU NOMBRE de Stacy Title - 2017 - ("The Bye Bye Man")


Cansado de la residencia de estudiantes de su facultad, Elliot se muda con su novia Sasha y su mejor amigo John, compañeros de estudios también, a una casa algo apartada y descuidada pero muy grande, con muchos cuartos y muy espaciosa. Los primeros días de convivencia marchan muy bien y los tres inauguran su nuevo hogar con una gran fiesta universitaria que es todo un éxito. Sin embargo, en la mansión empiezan a ocurrir cosas extrañas... Y algo terrible empieza a tomar forma.


La norteamericana Stacy Title es una directora y productora especializada en el terror y en la comedia negra con una filmografía mediocre y olvidable compuesta de los títulos "La última cena", "El Diablo vestido de negro", "Hood of Horror" y "Nunca digas su nombre".


Hoy nos toca hablar, como si de un "deja vu" se tratase, de la enésima película de terror de sobremesa llena de lagunas de bulto y sin coherencia ninguna y, lo que es peor, sin sustos. "Nunca digas su nombre" ("Bye Bye Man" en la versión original) es otro bodriazo palomitero de jóvenes que viven en casa maldita con morador maldito. Ahora se trata el susodicho morador maldito de un monstruo encapuchado que es el que da nombre al filme y que obliga a la gente a matar a otra gente (qué original) y que es una mezcla cutre de Voldemort de "Harry Potter" con el villano de "Sinister" y el payaso de "Saw" (qué original). Aunque la cosa no empieza mal del todo, con alguna que otra sugerencia apañada y un escenario también apañado que da su grimita y su misterio, todo se desmadra en el esperable festival de gente muriendo de forma absurda y de carreras por pasillos y salas oscuras. Todo ello, como he dicho, sin un sólo susto. Pecado mortal en una película... De terror. Tampoco la trama es, como también he dicho, coherente. Todo pasa porque sí, por la cara, porque a la directora le conviene que pase. Habitaciones misteriosas a la vista en las que nadie repara ni entra, maldiciones de andar por casa, secundarios que no vienen a cuento, secundarios tardíos que no sirven para nada, giros de guión gratuitos, un villano con garras a lo Lobezno que sólo las usa para dejar marcas (no sé para qué las tiene, en serio), un mismo intento de susto repetido varias veces y un desenlace lleno de topicazos donde todo arde porque sí y con el esperable epílogo salchichero que llevamos viendo desde principios de los años ochenta y que no se cansan de repetir como si fuese el último grito del género. Ah, sí, también tenemos actuaciones lamentables y unos efectos especiales inexplicablemente malos, pero malos malos, totalmente imperdonables hoy en día (parecen de esos horrorosos de finales de los noventa, cuanto se experimentaba sin gusto con el primer 3D). "Nunca digas su nombre" es otra porquería más de corte televisivo de temporada de esas que en unos meses no será recordada por nadie. No merece nada la pena.

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