Wilson es un duro ex-presidiario inglés ya mayor que viaja a Los Angeles con un objetivo: investigar la muerte de su hija Jenny, fallecida al parecer en un accidente de coche. Wilson sospecha que fue asesinada y se acerca al entorno de Terry Valentine, un rico empresario discográfico que fue el novio de su hija y que está según dicen relacionado con el mundo de la mafia y de la droga. Wilson descubre pronto una horrible trama negra.
El incombustible Steven Soderberg, tras la bastante infravalorada "Un romance muy peligroso", insistía, con su habitual capacidad de trabajo, en el género del thriller y justo al año siguiente nos regalaba otra excelente película negra: "El halcón inglés", que también está, pienso, bastante olvidada dentro de su amplia, variada y compulsiva filmografía. Soderberg, una vez más, entrega una historia que a priori hemos visto miles de veces pero, como casi siempre, sabe jugar bien con los lugares comunes para entregar algo interesante. Sobre todo destaca en el filme la labor de sus dos protagonistas, dos viejas glorias entonces como Terence Stamp y Peter Fonda que, como protagonista y antagonista respectivamente, dan lo mejor de sí mismos en dos papeles absolutamente fantásticos. El resto no desmerece: el director, bajo el empaque de un clásico filme de "tipo duro" (y sorprendentemente un Stamp ya mayor da lo mejor de sí mismo en este papel que le viene como anillo al dedo), regala un thriller con acertados ecos de "explotation" y con un también acertado trasfondo sobre la amistad y sobre las relaciones entre padres e hijos que, además, presenta una narrativa que salva temporalmente de forma constante y que mantiene al espectador enganchado desde un primer momento. Queda una estética sobria y fría (a pesar de darse en parajes soleados) y una fotografía muy bella. Polifacético y prolífico, Steven Soderberg se asentaba con seguridad y con un pie siempre en lo comercial y otro en lo independiente.
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