Porco Rosso

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jueves, 21 de enero de 2016

EL HIJO DE SAÚL de László Nemes - 2015 - ("Saul Fia")


1944. Saúl es un judío húngaro que ha sido internado en un campo de concentración nazi y que, dentro de su desgracia, es un privilegiado: le han nombrado "Sonderkommando" y pertenece al cuerpo de trabajadores que lleva a los demás prisioneros a las cámaras de gas y que después se encarga de eliminar sus cadáveres. Saúl come más y mejor que sus compañeros y goza de privilegios dentro del campo. Un día, encuentra en la enfermería a un niño muerto, recién gaseado, y se propone algo: que su cuerpo no vaya a los hornos crematorios y que sea enterrado según el rito de su religión. Esta tarea se va a convertir en su tabla de supervivencia moral en un mundo de barbarie y desesperanza total.


"El hijo de Saúl", el debut en el largometraje del director y escritor húngaro László Nemes, es una de las películas más duras que he visto en mi vida. Visitamos una vez más los horribles campos de concentración de los nazis, pero desde una perspectiva totalmente nueva en todo los aspectos y, especialmente, en el técnico. Viajamos al mundo de los llamados "Sonderkommando", los prisioneros judíos (y también a veces no judíos) que eran los encargados de dirigir a los demás prisioneros a las cámaras de gas y posteriormente llevar sus cadáveres a los hornos crematorios. A pesar de su situación miserable, estos "Sonderkommando" eran auténticos privilegiados que comían más y mejor que el resto del campo y que vivían más tiempo antes de ser ejecutados. Saúl es uno de estos hombres y, asfixiado por tanta barbarie, decide ocuparse de que el cadáver de un niño sea enterrado convenientemente conforme a los preceptos de su religión. A partir de aquí, empieza un viaje terrorífico a la crueldad más absoluta, a la deshumanización más delirante y a la desesperación más inimaginable. En su búsqueda de un rabino por todo el campo de concentración, Saúl nos llevará por la insolidaridad, la violencia, la barbarie del peor de los genocidios, el programado por los nazis, sistemático y escrupuloso hasta lo enfermizo en sus horarios. László Nemes sigue a Saúl desde su espalda: su chaqueta marcada por la X de color rojo que le otorga su estatus de prisionero especial será lo que tenga el espectador frente a él durante todo el filme. El resto del plano será muy cerrado, desenfocado a veces, y por ello la sensación de horror será terrible. En un estilo que es casi de documental (y así catalogaré la película en las etiquetas del blog por lo especial de su forma), asistiremos a una suerte de visita guiada por un campo de concentración "activo". Se juega como he dicho con el desenfoque, con el fuera de campo, para mostrar horrores pesadillescos que se asoman a la pantalla y desaparecen.


Veremos cadáveres de todas las edades y sexos amontonados, maltrato a judíos, ejecuciones "en directo", cámaras de gas, mataderos humanos. Todo ello en un aura gris, opresiva, infernal, profundamente deprimente. László Nemes no se corta un pelo, y entrega una película incómoda, antipática, que se vuelve agónica de forma consciente porque es lo que busca. Y Géza Röhrig, el actor principal, al que no conozco de nada, está absolutamente soberbio. El desamparo y el heroísmo que transmite es increíble, y cala hasta el tuétano. "El hijo de Saúl" es una de las propuestas más perturbadoras del recién cerrado 2015 y una de las películas imprescindibles que ahora hay en la cartelera. Es un retrato de la desesperación más terrible, pero también es otro retrato humanista de la esperanza, de la valentía a pesar de todo, de los actos heroicos que las personas son capaces de realizar en los peores momentos. Sí, es cierto que las guerras y las grandes injusticias sacan lo peor de nosotros, pero irónicamente también sacan lo mejor. No se pierdan esta maravilla.


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