Porco Rosso
jueves, 29 de octubre de 2015
TRANCE de Danny Boyle - 2013 - ("Trance")
Simon Newton, empleado de una casa de subastas de arte, se une a una banda criminal para robar el cuadro "Vuelo de brujas" de Francisco de Goya. El atraco sale bien pero, cuando Franck, el jefe de la banda, abre la bolsa donde debería estar la pintura la encuentra vacía... Todo se complica porque Simon, que ha recibido un golpe en la cabeza durante el robo, está en el hospital y no recuerda lo sucedido. Franck sospecha de él y piensa que intenta timarles... Comienza un oscuro y peligroso juego para ambos y para Elizabeth, una hipnoterapeuta que va a intentar descubrir qué ha ocurrido analizando psicológicamente a Simon.
Tras "127 horas", Danny Boyle volvió a cambiar de género una vez más para su última película (hasta la por llegar biografía de Steve Jobs), "Trance", en la que volvía a la historia negra que cultivó en sus inicios. Y la cosa le sale bien a medias. Estéticamente la cinta es impecable, pero como thriller está tan obsesionada por darle miles de vueltas supuestamente sorpresa a su trama y por rizar el rizo sin parar que al final la cosa se sale bastante de madre y nos queda un desenlace que no revelo pero que es totalmente increíble (en el peor de los sentidos). "Trance" tiene una estética perfecta y bella, cargada de estilo brillante, con una fotografía hermosa, unos actores con carisma y perfectamente delineados en sus papeles (Rosario Dawson especialmente está inmensa y se come la pantalla) y una historia que intenta ser en todo momento profunda y proponer dilemas atractivos (relaciones entre la verdad y la mentira, digresiones sobre las trampas de la memoria, relaciones personales complicadas y ambiguas, reflexiones sobre el arte y su relación con la vida -muy interesantes-...). Sin embargo, todo esto queda bastante lastrado por lo que he dicho, por esas ansias de retorcer lo retorcido hasta los últimos límites. Esto resiente el ritmo (porque uno ya se va oliendo el pastel a mitad del filme y se pierde bastante interés a causa de ello), precipita el conjunto en cierto aburrimiento final, se carga el inicio de la historia, lleno de garra, y deja al espectador con cara de tonto (para algunos el final de "Trance" es digno, para mi está cogidísimo con pinzas y deja montones de cabos sueltos -y algunos hasta son de bulto-). En fin, lo que le ocurre a la última película de Danny Boyle es lo que le ocurre a miles de thrillers: en su búsqueda de la sorpresa total (búsqueda que demasiadas veces ni siquiera concluye) la trama se deshilacha y todo queda en un timo de prestidigitador malo. El thriller es un género difícil y que requiere precisión de cirujano. Si no la tienes, la pifias.
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