La historia de la filmografía de Orson Welles es, desgraciadamente y en una parte importante, la historia de un buen número de proyectos frustrados. Después de haber cambiado la historia del cine para siempre con la genial y polémica "Ciudadano Kane", el director se lanzó a rodar, basándose en la novela homónima de Booth Tarkington, "The Magnificent Ambersons" (traducida en España como "El cuarto mandamiento"). Fue ésta su primera película frustrada. Originalmente, duraba 131 minutos, pero por exigencias comerciales de la RKO, la productora que la produjo, valga la redundancia, se quedó en apenas 88. Orson Welles declaró que los 45 minutos que se suprimieron guardaban precisamente el núcleo principal de la trama del filme y que sin ellos nada tenía sentido. Incluso, según dijo, la parte final de la obra no fue ni siquiera rodada por él, sino por un sustituto no acreditado impuesto por los que ponían la pasta. Para colmo de males, esto no sirvió ni siquiera para que la película tuviese éxito en las taquillas: fue un sonado fracaso. La historia de "El cuarto mandamiento" es verdaderamente penosa, porque la película tanto en lo visual como en lo argumental apuntaba maneras y guardaba toda la calidad y toda la inventiva propia de Orson Welles.
El filme narra la historia de los miembros de una familia de los USA de principios del siglo XX, los Ambersons que le dan su título original, historia que es un retrato más, como lo era "Ciudadano Kane", de la idiosincracia norteamericana y de otro Sueño Americano frustrado. El poder, la hipocresía, la represión sexual y amorosa, el clasismo, el machismo, el oscurantismo de una sociedad moralmente atrasada y podrida, la intolerancia, la llegada de la industrialialización y sus consecuencias y por supuesto el poder destructor del dinero aparecen retratados en su máximo esplendor crítico. Los diálogos son lúcidos, la trama es minuciosa y está llena de grandes escenas dramáticas y los actores están excelentes. Desgraciadamente, los últimos veinte minutos de la cinta son un despropósito. De repente, Orson Welles no está. Es bien cierto, como dije: lo quitan de en medio y, de golpe y porrazo, una historia brutal y socialmente crítica se convierte en una historia de humildad y superación con uno de los "happy end" más chorras y forzados de la historia del cine norteamericano. Realmente, la productora metió un patón gigantesco y se cargó todo el proyecto. Welles tenía razones para quejarse. "El cuarto mandamiento", una prometedora obra, termina siendo nada, pero nada de nada. Para tirarse de los pelos.
Exceptuando la escena final, y a pesar de los recortes de la productora, estamos ante una de las obras mas hermosas y poéticas de la historia del cine. Ahí reside la grandeza de Orson Welles, contra la belleza inmortal de sus imágenes no pudieron las tijeras de RKO. Es decir, totalmente en desacuerdo con lo que dices.
ResponderEliminarSaludos.