Documental sobre el "topo" Manuel Cortés, alcalde de la localidad de Mijas, en Málaga, que tras luchar en el bando republicano en la Guerra Civil no pudo escapar de España y que se vio obligado a vivir treinta años escondido en su propia casa de la persecución de la dictadura de Franco.
Por norma general, y quien me lee y me conoce lo sabe, aborrezco (en la ficción sobre todo) el asunto de la Guerra Civil Española. Porque creo que debemos cerrarlo (bien cerrado, eso sí, con respeto y reconocimiento a las víctimas), porque es venenoso hoy en día, porque los casi cuarenta años de dictadura que nos comimos con patatas ya nos hicieron bastante mal y, sobre todo, porque me preocupan mil veces más otros asuntos como la crisis económica mundial que llevamos seis años padeciendo. Sin embargo, cada cierto tiempo aparecen joyitas como "30 años de oscuridad" que dan una nueva y necesaria (sobre todo esto) versión del conflicto y/o de sus consecuencias. Este documental espléndidamente animado cuenta la historia de los llamados "topos" de la Posguerra, que tras la mencionada guerra no pudieron o no quisieron por diversas razones marcharse de España y que, perseguidos por el franquismo, se vieron obligados a vivir escondidos hasta que el dictador otorgó una suerte de "perdón" para ellos tras tres décadas en las que si eran encontrados eran condenados a muerte.
"30 años de oscuridad" se centra en la figura de Manuel Cortés, antiguo alcalde de la entonces pequeña localidad de Mijas, en Málaga (mi ciudad, por lo que el asunto me resulta extremadamente cercano), que tras la Guerra Civil vivió treinta años escondido en su propia casa (en los escondites más diversos e inhumanos) por temor a que lo matasen si se daba a conocer. Junto a su historia, pivotan otras de otros "topos" como él tristemente célebres de toda la geografía española y de ambos bandos, del perdedor y del vencedor (el documental no es maniqueo en absoluto y en ningún momento esquiva decir con claridad que los dos grupos enfrentados cometieron las mismas atrocidades -aunque el que ganó la contienda tuviese treinta años para recochinearse en el poder-). Asistimos a una historia que, como la de la judía Ana Frank, perseguida por los nazis (a la que se menciona oportunamente en la cinta) habla de privaciones constantes, de falta de intimidad total, de aburrimiento insoportable, de frustraciones insalvables, de familias rotas y de inhumanidad absoluta.
En el que según he leído es su debut en el largometraje Manuel H. Martín, mezclando la mencionada animación con imágenes reales de los protagonistas de la historia y con extractos de archivos, ha entregado uno de los más grandes documentales españoles de los últimos años, documental que se centra como he dicho sin maniqueísmos en una parte de nuestra historia que no ha sido demasiado visitada. Así, da gusto ver películas sobre la Guerra Civil. Por desgracia, creo que no van a proliferar en este estilo y tendremos que seguir chupándonos bodrios infames y pueriles de buenos contra malos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario