Siglo XXIII. La nave del comandante John J. Adams se dirige hacia el lejano planeta Altair 4 para averiguar qué es lo que ha ocurrido con una colonia humana de la que hace demasiado tiempo que no se tiene ninguna noticia. Cuando Adams y sus compañeros llegan al inhóspito y desértico lugar, descubren que únicamente hay ya dos terrícolas residiendo allí: el Doctor Morbius y su hija adolescente Altaira, que viven con su criado, el robot Robbie. Algo extraño ocurre en Altair 4: una presencia terrible persigue a los miembros de la nave, una presencia que parece ser invisible y de la que únicamente el enigmático Morbius sabe algo…
El estadounidense Fred M. Wilcox fue un artesano del cine que, salvo por haber dirigido la mítica “Planeta Prohibido”, no destacó nunca especialmente. Fue conocido por encargarse de las películas de Lassie “La cadena invisible”, “El coraje de Lassie” y “Las colinas de mi tierra”. Pocas obras suyas más he encontrado en libros o en Internet.
Se decía mucho (por lo menos hasta que llegaron películas como “2001. Una odisea del espacio” o “Blade Runner”) que la ciencia ficción era un género de simple entretenimiento y hasta infantil o pueril. Afirmación que era, además de prejuiciosa, completamente falsa. La ciencia ficción, como el género fantástico o el de terror, a menudo esconde en sus tramas aparentemente de evasión espléndidas disecciones del alma humana o críticos retratos políticos y sociales. “Planeta Prohibido”, una de las más míticas obras de este injustamente denigrado género, a finales de los años cincuenta ya trazaba una espléndida parábola sobre la mente inteligente desatada que, tras llegar a la cúspide de su poder, se destruye a sí misma, a su portador y a su mundo (como le ocurrió a la gran raza de los Krell, que poblaron el planeta en el que el filme se desarrolla). Basada sólo parcialmente en “La Tempestad” de William Shakespeare, “Planeta Prohibido” enfrenta al espectador a un fascinante paseo por el subconsciente humano que, más que nunca, produce monstruos, monstruos que son obra de los fantasmas de la soledad, del miedo y, especialmente, de la represión sexual. Contra este subconsciente que produce monstruos, hay instrumentos que pueden usarse: el derecho y la religión, que, de hecho, también pueden fallar, como queda demostrado tras su uso por parte de los protagonistas, que intentan afrontar la amenaza de este subconsciente desbocado por medio de la razón. El mensaje de “Planeta Prohibido” ha sido interpretado de muchas maneras: para unos, es un claro alegato a favor del orden en contra del caos y de la razón en contra de la locura; para otros, es una película destinada a transmitir la idea conservadora de luchar contra los instintos por medio de la obediencia a los mencionados derecho y religión. Tampoco falta quien asegura que la obra está destinada a hacer reflexionar sobre la ciencia llevada a unos extremos en los que no se diferenciaría de la magia: los Krell aprendieron a materializar el pensamiento, y eso les destruyó: además se puede, a partir de este hecho, sacar en claro otro mensaje más; la crítica a los seres que intentan jugar a ser Dios. La polémica todavía sigue en pie, y posiblemente nunca se aclare. Dejando a un lado este aspecto que todavía fascina de la película, hay que mencionar que técnicamente es verdaderamente genial: la ambientación onírica, cimientada en unos escenarios fabulosos y tremendamente inhóspitos y en una extrañísima y siniestra música electrónica, es verdaderamente amenazante, además de imaginativa. El uso del color es igualmente genial, basado en verdes y rojos que crean una contraposición entre el misterio y el peligro muy sugerente. Los escenarios, alardes de tecnología mágica, son preciosos y todavía hoy conservan su encanto, al igual que el vestuario, el diseño del entrañable y mítico robot Robby (hoy icono cultural pop absoluto) y los fabulosos efectos especiales animados del monstruo de “fuego” (hechos por cierto por la casa Disney). Como curiosidad, en el reparto aparece un jovencísimo Leslie Nielsen como uno de los principales protagonistas, acompañado de unos excelentes Walter Pidgeon, Anne Francis y Warren Stevens. “Planeta Prohibido” es una joyita de la ciencia ficción y un clásico que nadie debe perderse y a la que por cierto no le falta ni el humor ni la aventura (no todo en ella son reflexiones más o menos sesudas: divierte además como pocas).
Sin duda una de las obras maestras del cine de aventuras, ciencia ficción y hasta de minifaldas cortitas. Grande entre las grandes. Hasta el póster tiene gancho.
ResponderEliminarsaludos!
Efectivamente, nadie pudo decir en su día que la trama de esta muestra inestimable del cine de ciencia-ficción fuese infantil, por el contrario antes que 2001 y Blade Runner, estuvo "Planeta Prohibído", muestra evidente de una historia adulta e interesante.
ResponderEliminarYo esta película la vi únicamente por saber como era Leslie Nielsen de joven xD
ResponderEliminarLa verdad es que no soy muy amante de la ciencia ficción y no supe valorar esta película como al parecer se merece, simplemente me gustó, pero debería saber más acerca del género para reconocer su maestría.
Increíble película, toda una obra magna en su género, con un guión fascinante. Grande.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo en que existe un prejuicio injusto contra la ciencia ficción y el terror. Para mí son dos de los géneros más difíciles de escribir y es por eso por lo que hay obras tan malas de ambos. Pero cuando te tropiezas con una película buena de ciencia ficción o de terror, te tropiezas con una obra maestra.
ResponderEliminarMuy buena. Creo que has apuntado todas las claves que la hacen una de las películas más importantes en la historia del género.
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