El joven y atractivo Dorian Gray vuelve a su Londres natal para, tras haber pasado su infancia en el campo, heredar la gran fortuna de su padre y su mansión. En la capital inglesa Dorian se hace pronto amigo del bondadoso pintor Basil y del desconsiderado vividor Lord Henry, que le sumerge en un mundo de libertinaje absoluto en el que triunfa gracias a su belleza y juventud. Sin embargo, Dorian cada vez es más consciente de que algún día esta belleza y juventud desaparecerán. Sus deseos de ser joven para siempre son entonces proyectados en el hermoso cuadro que Basil ha realizado de él. Comienza la gran aventura de Dorian Gray y, también, su gran pesadilla.
El bastante irregular director inglés Oliver Parker se mueve entre filmes dignos y mediocres y todavía no ha desarrollado una personalidad completa como autor. Su filmografía, en la que hay bastantes adaptaciones de clásicos de la literatura (muchas de Oscar Wilde, el cual pienso que le apasiona debido a todas las veces que le ha revisitado), se compone de su versión de "Otelo", de sus versiones de las obras de Wilde "Un marido ideal" y "La importancia de llamarse Ernesto", del thriller sobre metacine "Fundido a negro", de las comedias "I really hate my job", "Supercañeras" y "Supercañeras II" y de la nueva versión de "El retrato de Dorian Gray".
Estrenada ahora en las salas españolas (no sé por qué, ya que la película es del pasado año 2009), esta nueva versión de "El retrato de Dorian Gray" ofrece giros interesantes en el mito del joven inmortal y de su cuadro maldito pero no llega a ser un producto completo debido a que no desarrolla completamente (lo olvida en favor de las "novedades") los pormenores de la clásica historia de Oscar Wilde. Dorian Gray (un correcto Ben Barnes) lleva ahora su historia más allá y vive, tras viajar por el mundo haciendo gala de su juventud eterna, una época de cambios que deja atrás su ambiente victoriano. Este planteamiento sería interesante si estuviese bien desarrollado. Pero no lo está: dos de los personajes clave de la trama, Sybil Vane y Basil Hallward (buenos Rachel Hurd-Wood y Ben Chaplin), no tienen todo el peso que deberían tener y no se proyectan con suficiente fuerza en el futuro de Dorian. E insisto: son dos personajes clave sin los cuales la obra pierde mucho sentido (especialmente Sybil Vane se echa muchísimo en falta, ya que parece no ser más que una anécdota). Por otra parte, la película termina resultando un filme "de aura de terror" al uso con carreras finales e incendio incluido en el cual, además, el personaje de Lord Henry (buen Colin Firth) pierde casi de golpe toda su idisincracia cínica y por momentos inhumanamente egoísta para intentar pararle los pies a Dorian. Detalles buenos si tiene el filme: el no mostrar el cuadro hasta el final es acertado (aunque es lo poco sugerente que posee la obra) y el poder desarrollar explícitamente (con hechos) la atracción homosexual entre Basil y Dorian (porque los tiempos de hoy lo permiten, vaya) son dignos de reseñar. Pero el conjunto se pierde finalmente en lo mediocre debido a los fallos antes mencionados. Esta nueva versión de "El retrato de Dorian Gray" no es una mala película (es entretenida y por lo menos conserva dignidad alejándose de la ridiculez), pero eso no la salva de ser olvidable. Y es una pena, sobre todo teniento en cuenta que Oliver Parker, su director, tiene gran experiencia adaptando a Oscar Wilde o, por lo menos, debería tenerla.
Tampoco me convenció, creo que pierde fuerza y encima tampoco aporta nada nuevo.
ResponderEliminar¡Saludos!
uffff! qué valor. Yo soy megafan de esta novela, y la verdad es que no me llama nada esta nueva adaptación... Generalmente tolero que cambien cosas en las adaptaciones, pero con Dorian Gray no lo llevaría muy bien, así que por ahora no creo que la vea.
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