Porco Rosso

Porco Rosso

miércoles, 29 de febrero de 2012

QUANTUM OF SOLACE de Marc Forster – 2008 – (“Quantum of Solace”)


Tras haber acabado con Le Chiffre, James Bond ha capturado a Mr.White y lo ha llevado ante M para que sea interrogado. Algo falla: un agente les traiciona y White huye no sin antes mencionar que pertenece a una organización muy poderosa y desconocida que tiene infiltrados en todas partes. El agente 007 sigue la pista de esta organización y llega hasta el ecologista Dominic Greene, que resulta ser en realidad uno de los cabecillas de dicho grupo criminal, llamado Quantum, y que además hace negocios sucios con el terrorista Medrano. En su camino se cruzan, además de sus aliados René Mathis y Felix Leiter de nuevo, la agente Fields y una misteriosa mujer llamada Camille... Que quiere vengarse de Medrano. Bond, sin embargo, también busca un objetivo parecido: vengar a su amada Vesper Lynd.


"Quantum of Solace" es la continuación directa de "Casino Royale" (desde "007 Al Servicio Secreto de Su Majestad" y "Diamantes para la eternidad" no se daba este hecho de interconectar filmes "en seguido" en la saga de EON) y una cinta de clara transición hacia la tercera parte de este reinicio de las aventuras de James Bond. En ella se narra la historia de la venganza del agente 007 y de Camille, una sobria Olga Kurylenko que realiza un genial papel de mujer fuerte y luchadora y que se unirá a Bond para encontrar al hombre que acabó con su familia. En dicha historia de venganza se solapa la misión del protagonista, que ahora ha de acabar con dos villanos que se mantienen en la línea de antagonista realista del anterior filme: un excelente Mathieu Almaric da vida al patético criminal Dominic Green y un también genial Joaquín Cosio hace lo propio con el repugnante General Medrano (también aparece muy brevemente Mr.White, el villano secundario de "Casino Royale", que suponemos que tendrá más papel en futuras tramas). Ambos están relacionados con una misteriosa organización criminal llamada Quantum de la cual en este filme no se revela apenas nada (salvo que es enorme y poderosa y que además tiene infiltrados en todas partes), organización que, por lo que puedo intuir, será una suerte de actualización de la mítica SPECTRA de los filmes de Sean Connery y de George Lazenby.


Los secundarios de "Quantum of Solace" vuelven a cumplir de manera notable: regresan M, René Mathis y Felix Leiter (que goza ya de un protagonismo más acentuado) y la segunda chica Bond, Fields, está interpretada con solvencia por Gemma Arterton, la cual protagoniza el genial homenaje a "James Bond contra Goldfinger" que el filme contiene. Daniel Craig, por otra parte, no decepciona: se vuelve a comer la pantalla con su personaje brutal, expeditivo, hierático y vengativo y, además, protagoniza una inolvidable escena que no revelo pero en la que muestra una cara sensible y tremendamente emotiva de su atípico Bond, que desplegará unos sentimientos de amistad que hasta entonces no había mostrado. Por otro lado, el genial Marc Forster, autor todoterreno que no le hace ascos a ningún género, rueda con precisión, con sobriedad (dentro de la sobriedad que se puede exigir a un filme de James Bond) y con pulso y nervio una trama muy equilibrada en la que vuelven a brillar unas enormes escenas de acción (especialmente me quedo con la persecución del prólogo, maravillosa) entre las que, por desgracia, abulta una que desentona con el conjunto: la de la precipitación en paracaídas, una tremenda idiotez que, sin embargo, no lastra un excelente filme que termina bruscamente de manera consciente dejando muy claro que la organización Quantum va a dar mucha guerra. A finales de este año, Sam Mendes continuará con las aventuras de este nuevo Bond. La cosa promete.

CASINO ROYALE de Martin Campbell – 2006 – (“Casino Royale”)


Tras acabar con dos importantes criminales, el agente del Servicio Secreto Británico James Bond obtiene la categoría 00 y pasa a ser el agente 007 y a estar exclusivamente dedicado a misiones peligrosas y de importancia clave para Gran Bretaña e incluso para la paz mundial. En su primer trabajo en este grupo de expertos, James Bond detiene en Madagascar al terrorista Obanno, lo cual le lleva, tras varias investigaciones, a un mafioso llamado Le Chiffre, un rico banquero de terroristas y de guerrillas de todo el mundo al que intentará arrestar en el famoso Casino Royale de Montenegro. Bond va a conocer en su misión a un grupo de colaboradores que en el futuro terminarán siendo sus aliados; el agente francés René Mathis, el agente de la CIA Felix Leiter y la agente de la tesorería Versper Lynd... Con la que mantendrá un inesperado romance. También, sin embargo, una terrible trama con tentáculos en todo el mundo le va a envolver ya desde su primera misión.


Como he comentado en otras críticas, los derechos de "Casino Royale", la primera novela de Ian Fleming sobre las aventuras de James Bond, pertenecían a Charles K. Feldman, fallecido en 1968 y habitual productor de Columbia Pictures, que fue comprada por Sony, la cual también terminó por absorver a la Metro Goldwin Mayer, que previamente había adquirido a United Artists... La cual operaba con EON, la productora de Harry Saltzman y Albert R. Broccoli que ha desarrollado hasta la fecha todos los filmes oficiales del espía británico. En su día EON no pudo rodar "Casino Royale" al no disponer de sus derechos (de lo cual surgió la versión cómica de Charles K. Feldman que comenté hace dos días). Tras las mencionadas fusiones de compañías, en el año 2006, por fin salió a la luz el "Casino Royale" oficial, que no fue otra cosa que un reinicio de la saga de James Bond a todos los niveles, saga que ya era muy difícil de seguir por los que no eran fans acérrimos de ella debido a que veinte películas eran demasiadas para mantener una continuidad fluida y con sentido de cara al espectador medio y a que, con seis Bond distintos y cuatro décadas de aventuras interminables, el personaje, que había sido cínico, atormentado, cachondo o brutal según la ocasión, ya aparecía demasiado diluído e incluso corría peligro de volverse anodino (además, convivían en dicha saga títulos tan adultos como "007 al Servicio Secreto de Su Majestad" o "Licencia para matar" con otros tan estúpidos e infantiles como "Moonraker" o "Muere otro día", por lo cual el conjunto estaba ya plagado de lagunas y de baches de guión y de estilo insalvables). Así, el clan de los Broccoli decidió despedir a Pierce Brosnan, de cuyas exigencias de divo estaban al parecer ya cansados (sus cuatro películas arrasaron en las taquillas y dicen él empezó a verse como un elemento indispensable de la saga, lo que le acomodó en todos los aspectos) para sustituirle por un actor no muy conocido entonces llamado Daniel Craig que había aparecido como secundario en películas tan diversas como la primera entrega de "Tomb Raider" o las excelentes "Camino a la perdición" y "Munich". Aunque nadie confiaba mucho en este nuevo Bond (algunos fans llegaron a quejarse de que era feo, rubio y de ojos azules –hay que ser imbécil, ¿qué diablos importa eso?-), lo cierto es que "Casino Royale" supuso una sorpresa totalmente inesperada para todo tipo de público y crítica.


El tal Daniel Craig dejó a todos con un palmo de narices: se comía la cámara interpretado a un agente 007 muy serio y casi hierático, brutal, expeditivo, helado y "realista" que rescataba lo mejor del injustamente olvidado 007 de Timothy Dalton mostrándose además, como el del también olvidado George Lazenby, atormentado y desolado (también se enfrentaba al asesinato de la mujer de la que se enamoraba). "Casino Royale" ha sido a la saga de James Bond lo que, por ejemplo, "Batman Begins" y "El Caballero Oscuro" han sido a la del hombre murciélago. Daniel Craig es, desde mi punto de vista, el mejor James Bond de la historia, el que mejor se pliega al original de las novelas de Ian Fleming y el que de nuevo no renuncia a la acción frenética y a la aventura y al espionaje puros a la hora de protagonizar una trama profunda. Martin Campbell repite como director en la franquicia estrella de EON (se encargó de "Goldeneye") y Judi Dench vuelve a ser M, una M que mantiene la genialidad, la dureza y la comprensión final de la que interpretó en "El mundo nunca es suficiente", la mejor película que protagonizó el irregular 007 de Pierce Brosnan. También es rescatado el personaje de Felix Leiter, que vuelve a ser el aliado principal de Bond y que, por vez primera en la saga oficial, es de raza negra (lo interpreta con notable solvencia Jeffrey Wright). Por desgracia, no aparecen en este reinicio de la historia ni Moneypenny ni Q, aunque no hay que descartar que lo hagan en futuros filmes (esperemos que así sea, porque son personajes míticos que no deberían haber faltado en mi opinión).
El estilo de las nuevas películas del espía británico también cambia notablemente: hay mucho menos humor, Bond es mucho menos mujeriego y sibarita, las chicas Bond son tan protagonistas de la trama como él y los villanos no son megalómanos excéntricos (se encuentran en la línea de los instaurados en la breve etapa de Dalton y en la de los de "Goldeneye" y "El mundo nunca es suficiente"). En definitiva, todo se torna más realista, más posible en todos los aspectos. Siguiendo la estela de filmes de acción modernos como los de la trilogía de Jason Bourne, James Bond protagoniza unas escenas de acción que, sin renunciar a la espectacularidad (y a las "fantasmadas" puntuales –puntuales-), se muestran, como he dicho, realistas (dentro de lo que supone el realismo en un filme del agente 007). Además, como el propio Bourne o como el nuevo Batman de Christian Bale, James Bond sufre como el ser humano que es tanto en lo psicológico (su amada es de nuevo asesinada e incluso... ¡llora!) como en lo físico: recibe golpes, sangra, se despeina, se ensucia y hasta es torturado de manera brutal (en "Casino Royale" concretamente le golpean en los testículos repetidas veces). Y, como he dicho antes también, Daniel Craig borda a este James Bond devorando la pantalla en una actuación soberbia que deja con dos palmos de narices a todos los que le criticaron.


Ya hablando concretamente de "Casino Royale", hay que decir que Martin Campbell realiza una excelente labor de dirección equilibrando a la perfección la acción y los eventos de una trama que incluye un atormentado romance y que trata asuntos como la venganza, la redención, la ambición desmedida o la amistad. Los secundarios por si fuera poco son excelentes y están interpretados de una manera soberbia: a M y a Felix Leiter se les une una genial Eva Green como Vesper Lynd que borda a una de las mejores chicas Bond de la historia (independiente y, como el propio Bond, atormentada), un también genial Giancarlo Giannini como el ambiguo agente René Mathis (el otro aliado de 007 junto al mencionado Leiter), un destacado Jesper Christensen como Mr. White (el villano secundario) y un magnífico Madds Mikkelsen como el gran villano, Le Chiffre, un avaricioso de métodos sádicos y notables debilidades. Para el recuerdo quedan escenas inolvidables de "Casino Royale": su brutal prólogo, su impactante desenlace, la tortura de Bond a manos de Le Chiffre (que duele de sólo recordarla), el romance de 007 con Vesper, la presentación de Felix Leiter, los breves toques cómicos (en especial brilla uno: el del fugaz diálogo con el camarero sobre el martini seco con vodka... -¿lo quiere mezclado o agitado? -¿tengo cara de que me importe?) y escenas de acción como la primera persecución, todo un ejemplo de ritmo frenético y dinámico. "Casino Royale", que catapultó a la fama a Daniel Craig y que revitalizó la saga a la que pertenece, es una obra maestra y el mejor reinicio posible para James Bond. Terminará siendo un clásico indiscutible. Tiempo al tiempo.

NUNCA DIGAS NUNCA JAMÁS de Irvin Kershner - 1983 - ("Never Say Never Again")


Mientras reposa en una clínica de rehabilitación, James Bond comienza a percatarse de que en el lugar ocurren extraños sucesos… No tardan en llegar, por supuesto, los atentados contra su vida. El agente 007 descubre entonces que detrás de todo se encuentra la organización criminal SPECTRA y, concretamente, su importante miembro Maximilliam Largo, un megalómano que tiene en su poder unos misiles nucleares con los que piensa extorsionar a varias potencias mundiales. Bond, con la ayuda de su amigo de la CIA, Felix Leiter, va a pararle los pies. Sin embargo, también se va a encontrar con un enorme problema: su otra aliada principal, la hermosa Dominó, es la amante de Largo, que fue el asesino de su hermano… Lo cual ella ignora.


En 1952 Ian Fleming publicó la primera novela de la larguísima saga de James Bond, "Casino Royale", y ese mismo año, el productor y director Gregory Ratoff se hizo con sus derechos, aunque, al morir de leucemia a sus 63 años, su viuda los vendió a Charles K. Feldman, que fue el artífice de una versión para la televisión de dicha novela que contó con un James Bond encarnado por Barry Nelson (y con el gran Peter Lorre dando vida a su enemigo de turno). Tras el éxito de este telefilme (y el de la novela en la que se basaba, que encumbró a 007 como uno de los grandes héroes de la literatura de espionaje de la historia), el propio Fleming se puso manos a la obra junto al director Kevin McClory y al guionista Jack Whittingham para desarrollar una teleserie que fue cancelada. Tras ello, ya llegaron, como todos saben, Harry Saltzman y Albert R. Broccoli, que se hicieron con los derechos de todas las obras del escritor exceptuando a la mencionada "Casino Royale" para llevarlas a las grandes pantallas, en donde sí que funcionaron, y de sobra. Así, su productora, EON, se ha encargado hasta la fecha de todos los títulos oficiales de las aventuras del espía británico. Sin embargo, debido a numerosos problemas legales y de licencias, existen dos películas no oficiales basadas en el mundo del agente 007. Una es la versión cómica de la mencionada novela "Casino Royale" (de la que hablé ayer) y otra es un filme de 1983 llamado "Nunca digas nunca jamás" que no es otra cosa que un remake de "Operación Trueno", la cuarta película de EON, y que es producto nada más y nada menos que del antes mencionado Kevin McClory, que entabló una batalla legal contra Saltzman, Broccoli y contra el propio Ian Fleming para exigir que se le reconociese co-autor del mundo de James Bond. La cosa le salió bien a medias: fue reconocido co-creador de la organización criminal SPECTRA (los villanos principales de las primeras siete películas de 007 exceptuando "James Bond contra Goldfinger") y de su líder, el mítico Blofeld. Esto le dio además el derecho de crear la mencionada "Nunca digas nunca jamás". Kevin McClory no pudo desarrollar su propia serie del agente 007, que era lo que buscaba, pero sí que pudo golpear a EON con esta película que rivalizó en las taquillas con "Octopussy" y que, aunque al parecer ganó en recaudación la primera, "Nunca digas nunca jamás" casi la alcanzó (entre otras cosas, por volver a tener a Sean Connery dando vida a Bond tras doce años retirado de la franquicia de Saltzman y Broccoli).


Lo que el filme de Kevin McClory ofrece (filme dirigido con solvencia por el habitualmente mediocre Irvin Kershner, especialista en puros encargos como éste o como su mejor obra, "El Imperio Contraataca") es una versión alternativa de "Operación Trueno" que subsana los principales errores de éste, uno de los más flojos de los siete primeros de EON: las escenas submarinas están aquí muy acortadas (en la mencionada "Operación Trueno" eran insufribles) y se ofrece en esta ocasión a un Largo de altura (el de Adolfo Celi era solvente pero estaba ensombrecido por villanos anteriores como Dr. No o Goldfinger) que viene interpretado ejemplarmente por el gran Klaus Maria Brandauer. La película, sin embargo y a pesar de esto, se muestra irregular en líneas generales: puede resultar más divertida que la original, pero también tiene personajes y escenas muy flojas que la lastran.


Comencemos hablando de los méritos de "Nunca digas nunca jamás": Sean Connery, productor en secreto de la película, vuelve a ser 007 (el título del filme es una broma a este respecto: el actor escocés aseguró que "nunca jamás" volvería a serlo) y la verdad es que cumple con solvencia en su papel, que repite conscientemente con todos sus tópicos clásicos (aunque, como Roger Moore en "Octopussy", se ve ya basante viejo para ser un galán y un héroe de acción), mientras que el mencionado Klaus Maria Brandauer, como he comentado, borda a un antagonista excelente, con personalidad, obsesivo y atormentado pero también soberbio y terrible; la chica Bond principal (Dominó, la amante de Largo, que ignora que éste asesinó a su hermano) es una Kim Basinger en estado de gracia y bellísima y Felix Leiter es ahora Bernie Casey, que entrega al primer Leiter de raza negra (el siguiente sería el Jeffrey Wright de "Casino Royale" y "Quantum of Solace") y que tiene considerablemente más protagonismo que el de Rick Van Nutter del primer "Operación Trueno". En el filme se pueden encontrar además escenas geniales como el tango de Bond y Dominó (momento mítico de ambas sagas, oficial y no oficial) y secundarios magníficos como el Blofeld de Max Von Sydow (enorme), de aparición muy breve pero cargada de carisma.


Ya en el aspecto negativo de "Nunca digas nunca jamás", hay que mencionar muchas escenas de acción verdaderamente mediocres entre las que sobresale especialmente la de la lucha con el videojuego de Largo y Bond, muy pulp pero también tremendamente tonta y, además, cutre y ridícula. Por otro lado, hay personajes que pierden muchísimo en la versión del mundo de 007 de McClory: M (Edward Fox) es un gafotas cascarrabias un poco histérico pero sin fuerza, Q (Alec McCowen) y Moneypenny (Pamela Salem) no resultan tan simpáticos como sus dobles de EON y Fatima Blush está interpretada por una Bárbara Carrera muy sexy pero sobreactuadísima que resulta ser vergonzante (otra escena terrible: su lucha final contra Bond). "Nunca digas nunca jamás" es una cinta que subsana muchos de los defectos de "Operación Trueno" pero que cae, inexplicablemente, en otros nuevos. Este filme fue amado por unos fans de Bond y odiado por otros. Yo creo que es una "rareza" aceptable y esencialmente divertida a pesar de sus ridiculeces, pero que desde luego podría haber sido un remake redondo, y no lo fue.

lunes, 27 de febrero de 2012

CASINO ROYALE de John Huston, Val Guest, Kenneth Hughes, Joseph McGrath y Robert Parrish – 1967 – (“Casino Royale”)


Alguien o algo está matando a todos los espías de todos los servicios secretos del mundo, por lo que los jefes de estos deciden, todos juntos, pedir ayuda al legendario agente James Bond, que vive retirado y en paz en su gran mansión de la campiña británica. Bond accede y empieza a preparar a un grupo de nuevos espías para que le ayuden en su nueva y posiblemente última misión. Tras muchas locas investigaciones, por fin sale a la luz el artífice de todo: el sobrino de James, Jimmy Bond, se ha convertido en un peligrosísimo megalómano por culpa de... La envidia que le tiene a su apuesto, fuerte y exquisito tío, al que quiere eliminar de la faz de la Tierra.


En 1952 Ian Fleming publicó la primera novela de la larguísima saga de James Bond, "Casino Royale", y ese mismo año, el productor y director Gregory Ratoff se hizo con sus derechos, aunque, al morir de leucemia a sus 63 años, su viuda los vendió a Charles K. Feldman, que fue el artífice de una versión para la televisión de dicha novela que contó con un James Bond encarnado por Barry Nelson (y con el gran Peter Lorre dando vida a su enemigo de turno). Tras el éxito de este telefilme (y el de la novela en la que se basaba, que encumbró a 007 como uno de los grandes héroes de la literatura de espionaje de la historia), el propio Fleming se puso manos a la obra junto al director Kevin McClory y al guionista Jack Whittingham para desarrollar una teleserie que fue cancelada. Tras ello, ya llegaron, como todos saben, Harry Saltzman y Albert R. Broccoli, que se hicieron con los derechos de todas las obras del escritor exceptuando a la mencionada "Casino Royale" para llevarlas a las grandes pantallas, en donde sí que funcionaron, y de sobra. Así, su productora, EON, se ha encargado hasta la fecha de todos los títulos oficiales de las aventuras del espía británico. Sin embargo, debido a numerosos problemas legales y de licencias, existen dos películas no oficiales basadas en el mundo del agente 007. Una es el filme de 1983 llamado "Nunca digas nunca jamás", remake de "Operación Trueno", la cuarta película de EON, producto nada más y nada menos que del antes mencionado Kevin McClory, que entabló una batalla legal contra Saltzman, Broccoli y contra el propio Ian Fleming para exigir que se le reconociese co-autor del mundo de James Bond, batalla que le salió bien a medias y que le permitió crear dicho filme, del que hablaré mañana. Pues bien, la otra película no oficial sobre el mundo de James Bond fue precisamente "Casino Royale", ya que Charles K. Feldman tenía en su poder los derechos de esta novela.


En un principio, dicho productor, uno de los habituales de Columbia Pictures, trató de adaptar dicha obra escrita de una manera fiel, por lo que, contrariamente a Kevin McClory, quiso acercarse de buenas maneras a Saltzman y a Broccoli para rodar el filme junto a ellos y que éste perteneciese a la línea oficial de la productora de ambos. Sin embargo no hubo, por desgracia, un acuerdo, por lo que Feldman entabló relaciones con Sean Connery para que protagonizase la película... Y él le pidió la exorbitada cantidad de un millón de dólares por hacerlo (estamos hablando de mitad de la década de los sesenta). Feldman entonces decidió cortar de raíz con toda seriedad o relación con la saga de EON y rodar una comedia alocada que parodiase los filmes de James Bond. Sustentándose en lo más estríctamente básico de la primera novela de Fleming, el productor construyó un argumento base y lineal... Que entregó a varios guionistas, directores y actores para que improvisaran sobre él y que después se armaría como un conjunto. Así, "Casino Royale", con un reparto estelar de ensueño (geniales todos sus componentes), fue un extrañísimo popurrí paródido de las aventuras del agente 007 dirigido por cinco directores: John Huston, Val Guest, Kenneth Hughes, Joseph McGrafth y Robert Parrish (aunque el filme fue montado y ensamblado por Guest). El resultado fue tremendamente fallido. Y es que este "Casino Royale" de 1967 que pretendía ser una obra maestra de la comedia caótica (fue un filme carísimo y muy ambicioso en su momento) no es más que, precisamente, un caos, pero un caos insufrible por sus pérdidas constantes de ritmo y por sus gags habitualmente sin la más mínima gracia. Hay un buen montón de personajes que, aunque están interpretados de manera genial por unos actores y actrices soberbios, nadan en una sinrazón completamente descoordinada en la que se alternan unos muy pocos buenos momentos (como los exámenes de elección de nuevos James Bonds o las escenas de espionaje en el extraño mundo expresionista alemán protagonizadas por Mata Bond) con un muy considerable puñado de escenas desgraciadamente patéticas por presentar un humor de tintes absurdos y surrealistas por lo general tontorrón y poco efectivo cuando no directamente vergonzante. El filme estrella de Charles K. Feldman es un delirio desaforado de efectos especiales psicodélicos en el que las escenas están mal atadas (cuando no son completamente incoherentes), los tiempos de cada una están mal repartidos, el ritmo está mal llevado y pésimamente acompasado y el humor, su supuesto punto fuerte, está mal explotado y es inefectivo a casi todos los niveles.


Toda la primera parte del filme, en la casa de M, es infumable; el encuentro con Mata Bond está alargado en demasía, la seducción de James Bond II es innecesariamente extensa, la partida de cartas contra Le Chiffre es soporífera, la muerte del mismo James Bond II es absurda y además desentona en la trama, la aparición de la nave espacial no viene a cuento y el desenlace es brusco, facilón y gratuito (una vorágine de efectos especiales y de personajes chorras verdaderamente cansina que termina, como no, estallando por los aires). Ni siquiera las actuaciones geniales del reparto de "Casino Royale" son capaces de sacarlo adelante. Y agárrense, porque en esta película participan nada más y nada menos que Peter Sellers, Orson Welles y Woody Allen (sin ninguna duda, los mejores papeles, aunque están muy mal explotados), Ursula Andress (haciendo homenaje a "007 contra Dr. No"), David Niven (que fue barajado como el primer Bond junto a Cary Grant), Deborah Kerr, John Huston o Jean-Paul Belmondo. A pesar de resultar un filme pésimo en líneas generales, este "Casino Royale" de 1967 fue la tercera película más taquillera de su año (la superaron "El libro de la Selva" y "Sólo se vive dos veces", la quinta aventura del James Bond de Sean Connery). Charles K. Feldman murió al año siguiente, 1968.

MUERE OTRO DÍA de Lee Tamahori - 2002 - ("Die another day")


En una misión en Corea del Norte, James Bond acaba con el Coronel Moon, terrorista tirano y traficante de armas. Sin embargo, es apresado y pasa catorce meses prisionero y siendo víctima de torturas y vejaciones. Cuando el Servicio Secreto Británico le rescata intercambiándole por el psicótico Zao, el mano derecha de Moon, Bond, desobedeciendo las órdenes de M, escapa del hospital de la base en la que lo recluyen (pues sus jefes creen que le han lavado el cerebro) y comienza a perseguir al recién liberado Zao. Pronto 007 descubre que Moon no ha muerto, sino que se ha operado el rostro y se ha transformado en el magnate de los diamantes Gustav Graves. Junto a las bellas y letales agentes Jinx y Miranda Frost, James Bond va a intentar desbaratar los planes de Moon/Graves y de Zao: utilizar un gran satélite que funciona por medio de diamantes para controlar la luz que llega a la Tierra.


Tristemente, tras el gran filme que fue "El mundo nunca es suficiente", el que le siguió y el que cerró la saga de James Bond definitivamente (saga que volvería a recomenzar con el "Casino Royale" del actual 007, Daniel Craig), fue una de las mayores bazofias perpetradas por el clan de los Broccoli junto a "Moonraker": "Muere otro día". Inexplicablemente, se olvida en este filme el drama psicológico del anterior y se vuelve a aplicar una buena parte de la fórmula de la era de Roger Moore (acción frenética y delirante y mucha comedia) para desarrollar una historia ridícula con personajes planísimos y con escenas de acción vergonzosas. El encargado de dirigir "Muere otro día" es el habitualmente mediocre Lee Tamahori, que entrega la primera película de la gran franquicia de EON que se mueve a ritmo videoclipero: cualquier escena es buena para colocar un flash, una aceleración gratuíta, un zumbido o una distorsión... Que, abusivos y burdos, entorpecen la narrativa además de vulgarizarla notablemente (no hay lugar para el más mínimo suspense o misterio porque todo se justifica mediante un flashback o con una dislocación de la imagen o con un salto de escena absurdo). Para colmo, la trama es predecible desde el primer hasta el último momento por su linealidad e infantilidad (todo en ella se vislumbra a leguas) y sobre todo por el villano de opereta que la articula (y una vez más se vuelve al megalómano excéntrico y gesticulador incansable, completamente descolocado en el año 2002), el Coronel Moon, un militar corrupto de Corea del Norte que se opera para cambiar su rostro y transformarse en el magnate de los diamantes Gustav Graves. Interpretado por dos actores diferentes (Moon es Will Yun Lee y Graves es Toby Stephens), es éste un atangonista previsible, aburrido, sin relieve, sin personalidad y sobreactuado por ambos actores, que se limitan o a permanecer helados (Yun Lee) o a poner muecas sin cesar (Stephens).


Por otra parte, Pierce Brosnan está ya acomodadísimo en su rol, que interpreta con abulia y sin mucho esmero (como le ocurría ya al último Roger Moore), mientras que la chica Bond de turno es una Halle Berry (en aquellos momentos disparada vertiginosamente hacia la gran fama en la que hoy está plenamente asentada) que no aporta absolutamente nada a la trama y que únicamente se dedica a lucir cuerpo y a propinar golpes (para colmo, su papel es larguísimo para lo poco que tiene que ofrecer su personaje). Los secundarios siguen por desgracia la misma línea de los caracteres principales: el aliado del villano, Zao (Rick Yune) es un gorila tópico, mientras que la otra chica Bond, Miranda Frost (Rosamund Pike) ofrece una subtrama de traición al agente 007 muy mal desarrollada y tremendamente predecible. Para terminar, las escenas de acción, montadas a ritmo videoclipero (horrendas) resultan por lo general ridículas y, algunas, hasta provocan la vergüenza ajena (una huída de un palacio de hielo que se derrite, Bond surfeando por un tsunami con paracaídas, Bond en el Aston Martin invisible...). Únicamente es salvable de "Muere otro día" su genial prólogo en Corea del Norte y sus completamente inesperados títulos de crédito, en los que 007 es torturado y vejado por sus enemigos. El resto, puede ir directo a la basura.


Fue una verdadera lástima que la película que homenajeaba los cuarenta años de existencia del espía británico en su versión cinematográfica fuese tan increíblemente patética. Como curisidad, hay que mencionar que, debido al cuarenta aniversario del estreno de "007 contra Dr. No", "Muere otro día" esconde un homenaje a cada una de las películas de la saga oficial de EON (Halle Berry surge de las aguas como la mítica Ursula Andress y más tarde casi la mata un láser al estilo de "James Bond contra Goldfinger", Bond escapa de una avalancha como en "007 al Servicio Secreto de Su Majestad", los diamantes son armas destructoras como en "Dimantes para la eternidad" -además de que Moon se opera el rostro como Blofeld en aquella-, el palacio de hielo del filme recuerda a la base de Stromberg en "La espía que me amó", Bond vuelve a pelear con un villano por su paracaídas imitando el horrendo prólogo de "Moonraker", el clímax en el avión es muy parecido al de "007: Alta tensión", Bond es relegado de su puesto por segunda vez tras "Licencia para matar"...). "Muere otro día" fue la última película que protagonizó Pierce Brosnan y la que cerró la interminable y ya casi absurda en su continuidad saga de 007, que recomenzaría de nuevo con la mencionada "Casino Royale" de Daniel Craig, que por suerte insuflaría mucho aire fresco a una fórmula ya agotadísima hasta lo idiota.

domingo, 26 de febrero de 2012

EL MUNDO NUNCA ES SUFICIENTE de Michael Apted - 1999 - ("The World Is Not Enough")


Debido a una terrible trampa el magnate del petróleo Robert King es asesinado traumáticamente dentro del propio cuartel del Servicio Secreto Británico. James Bond es asignado entonces por M para proteger a su joven hija, Elektra King, con la que comienza una ambigua relación. Pronto, el agente 007 descubre la verdad; Elektra es la amante de quien está detrás de todo, el peligroso terrorista Renard, que no tiene miedo a la muerte porque morirá en poco tiempo y que tiene una bala alojada en la cabeza gracias a la cual no siente ningún dolor. En el pasado, Renard secuestró a la chica y ella ha desarrollado hacia su persona un infranqueable Síndrome de Estocolmo. Bond, junto a la doctora Christmas Jones, experta en Física Nuclear, y colaborando de nuevo con el mafioso ruso Valentin Zukovsky, va a intentar acabar con los planes de Elektra y de Renard: provocar una catástrofe en el Mar Negro para desestabilizar el mercado del petróleo. Sin embargo, todavía 007 va a descubrir algo más: lo que ambos terroristas desean sobre todo es una cosa... Venganza. Y esa venganza puede tener que ver con el propio Bond y con M.


"El mundo nunca es suficiente" es la consagración de Pierce Brosnan como James Bond y la mejor película sin ninguna duda que protagonizó como el espía británico. Michael Apted, cineasta irregular pero capaz, cuando quiere, de entregar clásicos como "Quiero ser libre" o "Gorky Park" u obras muy dignas ("Gorilas en la niebla", "Nell", "Enigma"...), se encarga ahora de la dirección del nuevo filme de los Broccoli para relatar, con pulso y equilibrando perfectamente la acción con el romance y el suspense, una trama en la que el agente 007 se ve, además de en su misión, involucrado en un atormentado y ambiguo trío pasional con el villano de turno (un genial y muy pulp e inspirado Robert Carlyle) y con su amante y también chica Bond (una igualmente genial y esplendorosa Sophie Marceau). El de Carlyle es el primer antagonista (y el último por desgracia) con presencia y verdaderamente aprovechado de la era Brosnan, Viktor Renard Zokas, un terrorista inmune al dolor que, paradógicamente, mantiene una relación de tintes masoquistas con su mencionada amante Elektra King, hija de un millonario que fue secuestrada por él y que ha desarrollado un poderoso Síndrome de Estocolmo hacia su persona. Mientras, James Bond, inmerso en otro juego con Elektra que se le diluye con su aventura de turno, se muestra por primera vez desde "007 al Servicio Secreto de Su Majestad" atormentado por su vida de espía, sorprendiendo al espectador y enseñando una cara amarga y triste que en la era Brosnan (que por cierto muestra aquí su gran capacidad actoral, más acaparada por la acción en los dos filmes anteriores) era impensable (desde "Licencia para matar" el protagonista de la franquicia estrella de EON no se comportaba de manera sombría y 100% humana).


No sólo deslumbran, además, los tres protagonistas principales del filme: M, por primera vez en la saga, muestra su cara desolada (y la gran Judi Dench la borda), desarrollando una importancia clave en la trama que la sitúan, dentro del trío pasional mencionado, como la gran aliada de Bond junto al mafioso ruso Valentin Zukovsky de Robbie Coltrane, que vuelve desde "Goldeneye" y que realiza un papel muy destacado como comparsa (también ambigua) de los héroes. Ya la segunda chica Bond de la historia, la doctora Christmas Jones (una solvente Denise Richards), se muestra menos desarrollada en líneas generales (tal vez quede ensombrecida por el enorme peso de los demás personajes) aunque efectua con dignidad su papel de aliada femenina de 007 cuando Elektra se decanta por Viktor. Dejando a un lado los excelentes personajes, no desmerecen tampoco, sin embargo, en el filme, las escenas de acción, frenéticas e imaginativas por vez primera en la etapa de Pierce Brosnan (genial la lucha de Bond y Christmas para desactivar la bomba en la mina o la loca huída de ésta). "El mundo nunca es suficiente", que dividió como siempre a los fans del espía, que la adoraron y la odiaron a partes iguales, es la última gran película de la saga hasta la llegada del "Casino Royale" de Daniel Craig; una fascinante cinta de acción sobre el odio y el resentimiento y sobre el amor y el dolor y sus muchas veces peligrosas relaciones. Como nota triste, hay decir que Desmond Lewelyn murió en un accidente automovilístico al poco de estrenarse este filme dejando un enorme vacío en la saga que fue cubierto por el ex "Monty Phyton" John Cleese, llamado R.

viernes, 24 de febrero de 2012

EL MAÑANA NUNCA MUERE de Roger Spottiswoode - 1997 - ("Tomorrow never dies")


La nave británica Devonshire se ha hundido en aguas chinas y sus tripulantes han sido misteriosamente asesinados mientras que un avión chino ha estallado también de manera misteriosa cuando se dirigía hacia el propio Devonshire. Estos extraños hechos han desatado unas claras hostilidades entre Gran Bretaña y el gigante asiático que pueden llevar a ambas potencias a una inminente guerra. James Bond es enviado por M para averiguar lo que ha ocurrido realmente y en su investigación descubre que quien está detrás de todo es el gran magnate de los medios de comunicación Elliot Carver, que pretende provocar una gran contienda entre los dos países y controlarla él mismo usando sus periódicos, radios y televisiones. Colaborando de nuevo con el agente de la CIA Jack Wade y con la agente china Wai-Lin, 007 va a intentar sabotear el plan de Carver. Sin embargo, se va a encontrar con un problema añadido: la mujer del multimillonario, Paris Carver, tiene un pasado en común con él...


Dirigida ahora por el mediocre Roger Spottiswoode (tiene en su filmografía una maravilla llamada "Bajo el fuego" pero casi la totalidad del resto de su producción se compone de bazofias como "Socios y sabuesos", "Air America", "¡Alto!, o mi madre dispara" o "El Sexto Día"), la segunda película de Pierce Brosnan como James Bond, "El mañana nunca muere", volvió a ser un gran éxito comercial como su irregular debut, aunque artísticamente sí resultó ser ya completamente fallida y anodina. La fórmula de "Goldeneye" se repitió, pero retornando a los villanos megalómanos que con Roger Moore habían desaparecido y a la idea de decantar la balanza por la acción y la aventura en detrimento del espionaje y del suspense (lo cual también es característico de la mayor parte de la era del mencionado Moore). Estos dos hechos fueron los que lastraron casi por completo este filme.


Ahora el antagonista de turno era el multimillonario Elliot Carver (Jonathan Pryce), que quería provocar una nueva gran guerra entre potencias valiéndose de la manipulación por medio de los medios de comunicación, su principal negocio. Pryce como Carver no funcionaba, y no por ser él un mal actor, sino porque su a veces excesivo megalómano estába ya fuera de lugar en la segunda mitad de la década de los noventa y porque sus frases y poses típicas de excéntrico quedaban bastante ridículas e incluso, por breves momentos, vergonzosas. Por otro lado, Bond se enfrentaba a él en una trama tremendamente lineal y sin sorpresas cimientada en escenas de acción muy espectaculares (como la caída libre desde el cartel del rascacielos de Carver o la posterior escapada en moto) pero nada más. Sí destacaban las dos chicas Bond de la ocasión, la mujer de Carver que tuvo una vieja historia con el agente 007 (una excelente Teri Hatcher que, sin embargo, desaparece demasiado pronto de la trama y que podría haber dado mucho más juego) y la agente china Wai-Lin, que, tras ser su rival en un primer momento, colaboraba mano a mano con el espía británico (y que fue otra excelente Michelle Yeoh que, además, mostró una gran química con Brosnan en las escenas de acción, a las que puso su particular homenaje al cine de artes marciales -se volvió además a mostrar decorados orientales, que desde "Octopussy" no se prodigaron en la saga-). A pesar de esto, los demás secundarios resultaron ser en general endebles: el principal secuaz de Elliot Carver, Mr. Stamper (Götz Otto) no dejaba de ser el clásico gorila de aire nórdico y frío sin mucho papel aparte de propinar golpes, mientras que el agente de la CIA Jack Wade (de nuevo Joe Don Baker) repite como el olvidable aliado secundario cómico de Bond y vuelve a la carga con sus chistes tontos (por suerte por última vez).


No hay mucho más que decir de esta película salvo que sus aciertos, si bien son grandes (sobre todo las chicas Bond) son pocos, mientras que sus fallos son también grandes y bastantes. "El mañana nunca muere" es esencialmente entretenida y no llega a ser una bazofia como por ejemplo lo es "Moonraker" o la posterior "Muere otro día", pero sí que pasa completamente sin pena ni gloria en una filmografía a la que no tiene nada que aportar (lo que ocurre, por ejemplo, con "Octopussy" o con "Panorama para matar").

GOLDENEYE de Martin Campbell - 1995 - ("Goldeneye")


De vacaciones en Montecarlo, James Bond descubre el robo de un helicóptero Stealth y la existencia de la letal asesina Xenia Onatop, relacionada con dicho robo que, además, está directamente emparentado con otro, el de una poderosísima arma llamada Goldeneye que genera pulsos electromagnéticos capaces de aniquilar toda clase de circuitos electrónicos y que se encontraba en una base rusa que ha sido destruida por completo. Tras estos hechos, M designa al agente 007 para una nueva misión: proteger a la única superviviente del robo del Goldeneye, la informática Natalya Simonova. Colaborando con ella, con el mafioso ruso Valentin Zukovsky y con el agente de la CIA Jack Wade, James Bond hace un terrible descubrimiento: su antiguo compañero Alec Trevelyan, el ex agente 006, al que él creía muerto desde hacía años, es el amante de Xenia Onatop, el colaborador de un viejo general ruso renegado llamado Ourumov al que él también se enfrentó y la mente criminal que está detrás de todo lo que está ocurriendo...


Tras el fracaso (injustísimo) que supuso "Licencia para matar", la saga de James Bond estuvo tan paralizada que, de hecho, incluso estuvo a punto de desaparecer. Durante los años ochenta, el agente 007 había ido siendo poco a poco derrocado en las taquillas por otros personajes de acción y de aventuras como Indiana Jones, John McClane (de "La Jungla de Cristal"), Martin Riggs y Robert Murtaugh (de "Arma Letal"), Axel Foley (de "Superdetective en Hollywood") Rambo, la Teniente Ripley (de "Alien"), Robocop o Terminator. Fue una década de grandes sagas comerciales que arrasaron en las salas y, mientras Roger Moore era demasiado viejo e incluso patético en sus últimos filmes, Timothy Dalton era demasiado serio y brutal y carecía de la vena cómica que otros como los mencionados Indiana Jones o John McClane tenían (esta vena fue una clave básica de éxito de muchas sagas de esta época). Con semejante panorama, Albert R. Broccoli por fin se retiró de la producción de su saga estrella y se la entregó definitivamente a su hija Bárbara y a su hijastro Michael G. Wilson, que esperaron, desde el fracaso de "Licencia para matar", cuatro largos años para volver a arriesgarse a proyectar un nuevo filme de James Bond. Los cambios que experimentó la saga fueron a todos los niveles: Timothy Dalton no continuó como protagonista (al parecer él tampoco lo deseaba) y fue Pierce Brosnan su sucesor, Robert Brown tampoco fue ya M y su papel pasó a la genial Judi Dench (se deja ligeramente ver en esta nueva etapa que el anterior M, el de Bernard Lee y Brown, o "murió" o "se jubiló"), Moneypenny es ahora la solvente Samantha Bond y el director elegido para el nuevo filme del agente británico, "Goldeneye", ya no es el agotado John Glenn, sino el solvente creador de cintas de acción y de aventuras Martin Campbell (que repetiría con los Broccoli en "Casino Royale", ya con Daniel Craig como Bond). Únicamente el eterno Desmond Llewelyn repitió como Q hasta su muerte en 1999 en un accidente de tráfico (tras lo que fue sustituído por el ex "Monty Phyton" John Cleese, que se llamaría R), mientras que desgraciadamente Felix Leiter, de nuevo completamente desaprovechado por EON, no aparecería en esta etapa tras haber perdido una pierna en "Licencia para matar" (aunque tampoco es esto una excusa para desechar a este personaje, ya que en la saga de las novelas le ocurría lo mismo y continuaba con sus misiones en silla de ruedas y usando una prótesis). Este último hecho, por supuesto, volvió a disgustar mucho a los fans de las mencionadas novelas, en las que Leiter era un secundario muy importante (aunque EON lo rescataría de nuevo y por suerte en la etapa de Daniel Craig).


Pierce Brosnan es tal vez el Bond más comedido que ha existido hasta la fecha: mantenía el tipo exquisito y cínico de Sean Connery pero aportándole el toque más serio de George Lazenby, desechaba prácticamente todo el humor esgrimido por Roger Moore y era violento como Timothy Dalton pero sin llegar a ser tan excesivamente brutal. Fue desde mi punto de vista una elección muy acertada para la segunda mitad de la década de los noventa y para los primeros años del decenio pasado, aunque, exceptuando a la excelente "El mundo nunca es suficiente", sus aventuras resultaron en general flojas (y concretamente "Muere otro día" me parece una bazofia de la talla de "Moonraker"). Los villanos también se mantuvieron en la línea de los de los filmes de Dalton: dejaron de ser megalómanos locos salvo excepciones para buscar objetivos criminales más realistas. "Goldeneye" supuso el irregular estreno de Brosnan como James Bond, que para la ocasión se enfrentaba a un viejo compañero, el agente 006 (interpretado de manera genial por el gran Sean Bean), al que creía muerto y que, siendo ahora un mercenario, se disputaba con él la poderosa arma que da título al filme. Las chicas Bond en esta cinta y en toda la era de Brosnan ya fueron plenamente protagonistas de la acción principal en una saga que, desde el final de los tiempos de Roger Moore, ya se había alejado definitivamente del machismo galopante del que comenzó haciendo gala (incluso M es ahora una mujer): Izabella Scorupco da vida a Natalya Simonova, que ayuda al agente británico con unos "enigmas informáticos" para los que él no está tan preparado como ella, mientras que la compañera de 006, la letal y bastante pulp asesina ninfómana Xenia Onatop, ayuda asímismo al villano de turno en igualdad de condiciones (ya lo hizo la May Day de "Panorama para matar", con la que ésta guarda similitudes que supongo que no son casuales) y está magníficamente interpretada por Famke Janssen.


"Goldeneye" cuenta con unos personajes muy bien ideados y con carisma y, además, con unas escenas de acción verdaderamente destacadas y que, espectaculares por todo lo alto, no resultan ridículas como las protagonizas por el Bond del último y a veces patético Roger Moore (aquí especialmente brilla uno de los mejores prólogos de la saga, el de la escena del puenting en la presa rusa, y una persecución en tanque verdaderamente divertida). Sin embargo, "Goldeneye" se muestra irregular en lo que personajes secundarios se refiere: el villano informático Boris Grishenko (Alan Cumming) no deja de ser un informático tópico (gafotas, estrambótico y siempre haciendo comentarios supuestamente chistosos sobre sexo) y el general renegado Ourumov (el alemán Gottfried John) tampoco deja de ser el militar helado y sin escrúpulos clásico, mientras que el primer aliado de turno de Bond, el agente de la CIA Jack Wade (curiosamente interpretado por Joe Don Baker, que fue también el villano Brad Whitaker de "007: Alta tensión") es bastante insufrible como secundario cómico sin mucha gracia (para haber colocado a este tontorrón personaje, los Broccoli podrían haber rescatado a Felix Leiter). Sí se salva, en cambio, el segundo aliado de 007, el mafioso ruso Valentin Zukovsky (muy bien interpretado por un solvente Robbie Coltrane).


Sin embargo, "Goldeneye" tiene, sobre todo, un enormísimo fallo: la relación que tendría que existir entre James Bond y su viejo amigo el agente 006, relación de lealtad y amistad traicionada, está pésimamente explotada en el filme y logra lastrarlo completamente. El personaje de Sean Bean, lleno de posibilidades, viene sin embargo y por desgracia muy diluído y sembrado de lagunas (en realidad, no queda claro del todo el porqué de su actuación) y su pasado junto a Bond apenas aparece esbozado en el prólogo. Una verdadera lástima, ya que el primer filme de Pierce Brosnan como Bond podría haber sido un gran enfrentamiento entre agentes y no pasa de ser una película esencialmente digna y divertida. "Goldeneye" fue un enorme éxito de taquilla que revitalizó por completo la saga estrella de Albert R. Broccoli, que falleció al año siguiente de su estreno.

jueves, 23 de febrero de 2012

LICENCIA PARA MATAR de John Glenn - 1989 - ("Licence to Kill")


James Bond y Felix Leiter han detenido juntos al despiadado señor de la droga Franz Sánchez, acusado de 396 asesinatos. Sánchez, sin embargo, con influencias incluso en la CIA o en la DEA, escapa gracias a un enorme soborno y captura a Leiter y a su mujer Della el mismo día de la boda de ambos... Bond, padrino del matrimonio, encuentra a Della asesinada y a Leiter vivo aunque con el cuerpo destrozado. Por primera vez, el agente 007 va a desobedecer las órdenes de M y le va a dar la espalda a su país... Y va a ser para vengar a su amigo y a su mujer. Con la ayuda secreta de Q y de Moneypenny y con la colaboración directa de la agente de la CIA Pam Bouvier, Bond se va a infiltrar en la organización de Franz Sánchez.... La terrible venganza del agente 007 está en camino.


Si "007: Alta Tensión" fue un experimento muy irregular, "Licencia para matar", la última película de la franquicia de los Broccoli que dirigió John Glenn, fue el excelente filme que sentó las bases definitivas de lo que fue el efímero James Bond de Timothy Dalton, el Bond violento, brutal, hierático y vengativo que acababa de manera bestial con sus enemigos y que, por desgracia, no fue más allá de esta película (Daniel Craig recogió el testigo mucho tiempo después). El agente 007 está verdaderamente desconocido en esta cinta en la que, para vengar el asesinato y la violación de la mujer de Felix Leiter y la tortura de éste (que le deja sin una pierna y con el cuerpo destrozado), elimina de manera completamente despiadada a los responsables y se pone en contra de su propio jefe M y de su país, que le exige que se dedique a otra misión. Timothy Dalton, ya plenamente cómodo en su papel, borda a este Bond y, literalmente, se come la pantalla en la que es una de las mejores interpretaciones del espía británico de EON. Lo mismo se puede decir de su enemigo de turno, el gran Robert Davi, que da vida magistralmente a Franz Sánchez, un señor de la droga tan brutal como el protagonista del filme y que se erige como uno de los villanos más despreciables y odiosos de la historia del agente, villano algo olvidado que ha de ser constántemente reivindicado y que está al mismo nivel de terrible carisma de otros como el Dr. No, Goldfinger, Blofeld, Scaramanga o Tiburón (sólo que éste ya no es un megalómano o un asesino pulp, sino un mafioso con los pies en la realidad -es lo que ganan los antagonistas de la desgraciadamente cortísima etapa de Timothy Dalton-).


Por otro lado, los secundarios tampoco desmerecen de los dos personajes principales: Felix Leiter, de nuevo David Hedison (extrañamente el Leiter de "Vive y deja morir" -recordemos que hasta la fecha siempre había estado interpretado por diferentes actores en cada filme-), por fin goza del protagonismo que se merecía; el que es el mejor amigo (y casi único) de Bond es brutalmente torturado por Sánchez (un tiburón le deja, de hecho y como he comentado, sin una pierna) y su mujer es violada y asesinada en el mismo día de la boda de ambos, por lo que la misión principal de 007 en este filme no es otra que la de vengarles a los dos, para lo cual va a hacer absolutamente todo lo que está en su mano, incluída la utilización de cualquier método sádico. Lo mismo se puede decir de Q y de Moneypenny, que se erigen como los aliados del protagonista en esta ocasión, aliados que, después de tantos años de trabajar con él, son incapaces de no ayudarle en su venganza a pesar de que ha desobedecido las órdenes de M (que le comprende pero que no puede hacer nada por su causa salvo desearle suerte) y de que se ha convertido en un proscrito dentro del Servicio Secreto Británico. Por último, la hermosa Carey Lowell, la chica Bond de turno (esposa de Richard Gere), es, de nuevo, otra mujer independiente que colabora con el agente y que le ayuda en su vendetta de una manera activa (aunque, por supuesto, termine en sus brazos), mientras que los numerosos secuaces de Sánchez (entre los que está un jovencísimo Benicio del Toro) se suelen alejar de lo estrambótico para retratar a simples mafiosos repugnantes y crudos.


Las escenas de acción también son destacadas, especialmente la persecución final y la venganza de Bond, mientras que la violencia en el filme supera la vista en todos los anteriores, y con creces (y eso que en su día "007 contra Dr. No" fue acusada de violenta): la esposa de Felix Leiter es como he dicho violada y asesinada y a él un tiburón le devora una pierna, Sánchez le arranca el corazón a uno de sus enemigos, uno de sus secuades muere en una cámara de descompresión y cuando por fin James Bond se encuentra con él, le recuerda la afrenta sufrida por Leiter y ejecuta su venganza a sangre fría. Queda en el filme ya un poco fuera de lugar la exótica base pulp (con mago fraudulento incluido) en la que Sánchez ejecuta sus conspiraciones, pero es lo único que desentona del sobrio y violentísimo conjunto. "Licencia para matar" es una maravilla que, por desgracia, no sirvió para que Timothy Dalton (que tenía un contrato para por lo menos un filme más con los Bróccoli) continuase siendo el protagonista de la franquicia estrella de EON: fue un fracaso comercial y, hasta casi seis años después, la saga, que estuvo a punto de darse por cerrada, no pudo reactivarse (lo hizo con "Goldeneye" y con Pierce Brosnan haciendo de 007). Es tremendamente triste e injusto que precisamente dos de los mejores Bond de la historia (George Lazenby y Dalton) y dos de sus películas ("007 al Servicio Secreto de Su Majestad" y "Licencia para matar") fuesen tan mal valorados en su día. Por suerte, hoy ambos (y los filmes mencionados) han sido reivindicados y alzados al estatus del culto.

sábado, 18 de febrero de 2012

007: ALTA TENSIÓN de John Glenn - 1987 - ("The Living Daylights")


En unas prácticas de entrenamiento en Gibraltar en las que James Bond participa, dos agentes de su división son asesinados por un extraño que escapa dejando en el cadáver del 004 una nota que dice: "Muerte por espía". Bond y M descubren que dicha nota pertence a la organización rusa SMERSH, dedicada a eliminar a agentes enemigos. Cuando 007 es asignado a proteger al general ruso Georgi Koskov, que ha desertado del KGB, una misteriosa violoncelista intenta asesinarle, tras lo que él la hiere y la deja escapar. Koskov acusa entonces al general Pushkin, el actual jefe del mencionado KGB, de lo que está ocurriendo... Pero Bond hace unas terribles averiguaciones: Koskov miente, trafica con armas y con opio y además está aliado con un peligroso mercenario fanático de la guerra llamado Brad Whitaker. Junto a su amigo de la CIA Felix Leiter, con quien se reencuentra, 007 va colaborar con Pushkin para desenmascarale. Sin embargo, se va a encontrar con un problema extra: la violoncelista que intentó matarle es la amante de Koskov y va a reaperecer en su misión...


Tras "Panorama para matar" la fórmula del James Bond de Roger Moore ya estaba demasiado agotada y los Broccoli se enfrentaban a un posible descalabro con su sucesor. Por ello, se intentó volver al 007 de Sean Connery y de George Lazenby, al 007 más serio de las novelas de Ian Fleming. Timothy Dalton, el elegido finalmente para suceder a Moore, fue este 007 serio y, además, el más violento y brutal de todos hasta la llegada del actual Daniel Craig, 007 cuya segunda película, por desgracia, fue un fracaso comercial que le impidió prolongarse más allá de dos cintas (tras él, llegó el más convencional Pierce Brosnan). Dalton, no tan olvidado como George Lazenby pero sí ensombrecido por Connery, Moore e incluso por el mismo Brosnan, hizo propio a un James Bond como he dicho violento, brutal, vengativo, muy serio e hierático, mucho menos mujeriego y que incluso llegaba a desobedecer las órdenes de M y a asesinar de manera bestial a sus enemigos. Este James Bond gustó a los fans de las novelas de Fleming, pero suscitó reacciones tanto de amor como de odio entre los fans de las películas, ya que el cambio de registro del agente británico había sido tremendamente abrupto e inesperado. Las dos únicas películas que protagonizó fueron la comentada hoy y la mencionada "Licencia para matar".


"007: Alta tensión" abre una nueva etapa para el espía estrella de EON en todos los aspectos: supone el debut de Dalton como protagonista y el de la solvente Caroline Bliss como la nueva Moneypenny, es la última misión del personaje con la Guerra Fría de por medio (por consiguiente, también la última aparición del ambiguo General Gogol de Walter Gotell) y es la película que presenta la nueva fórmula de la saga, fórmula que, sin renunciar a la acción frenética y a la exhibición de efectos especiales, vuelve a dejar de lado la pura aventura que Roger Moore había asentado para centrarse mucho más en las tramas de suspense clásicas. Tal vez por resultar un experimento total y además muy arriesgado, sea "007: Alta tensión" (de nuevo dirigida por John Glenn) una película tan irregular (no lo sería la que le siguió, la mencionada y genial "Licencia para matar" -la breve consagración de Dalton en su papel-). James Bond se enfrenta ahora a la organización terrorista SMERSH (la "SPECTRA original" de las novelas de Fleming) y a dos villanos que suponen todo un soplo de aire fresco en la saga: el fanático de la estrategia militar Brad Whitaker (divertidísimo Joe Don Baker) y el traicionero y conspirador sin dignidad Georgi Koskov (un excelente Jeroen Krabbe). Ambos suponen, como he dicho, un soplo de aire fresco porque no son ya megalómanos millonarios, sino verdaderas sabandijas patéticas que se sirven de las trampas y de la falsedad para hacerse de oro a costa de los bandos enfrentados en la Guerra Fría. No son villanos especialmente carismáticos, pero sí bastante despreciables (de manera consciente) y adecuados a unos nuevos tiempos en los que la vieja idea de dominar el mundo se va dejando de lado a favor de otras más realistas y posibles. La chica Bond de turno también es destacada y lo mismo se puede decir de la mayoría de los secundarios. Maryam d'Abo interpreta muy bien a Kara Milovy, la violoncelista rusa engañada por Koskov, una chica Bond frágil pero no tonta y bastante independiente a pesar de enamorarse perdidamente de su ocasional aliado británico (ya el machismo se había ido de la saga de manera definitiva), mientras que John Rhys Davies hace un excelente papel como el General Ruso aliado de Bond Leonid Pushkin y Andres Wisniewski hace lo propio con el letal asesino Necros. También hay que decir que "007: Alta tensión" contiene escenas de acción que, siendo espectaculares por todo lo alto (la mejor, el combate final en el avión contra Necros), escapan, por fin y con limpieza, de la ridiculez que habían alcanzado en la era de Roger Moore.


Ya en la parte negativa del filme, hay que comentar que Felix Leiter (ahora John Terry), que vuelve a colaborar con Bond después de seis películas y trece años sin aparecer en la saga, lo hace sin pena ni gloria por culpa de la maldita manía de los Broccoli de no otorgarle el protagonismo que tiene en las novelas de Ian Fleming, que es mucho (aunque esto quedaría parcialmente subsanado en "Licencia para matar"). Sin embargo, sin ninguna duda lo peor de "007: Alta tensión" es el hecho de que, cuando en anteriores entregas no había ocurrido esto (por lo menos de manera tan descarada), en ésta los rusos aparecen diabolizados como en tantas tristes películas de acción la década de los ochenta, especialmente cuando Bond viaja a la Afganistán dominada (con afganos prisioneros, torturados o ejecutados sin cesar por soviéticos monstruosos) y colabora con los rebeldes en una guerra abierta en el desierto que recuerda demasiado y peligrosamente a la de la patética "Rambo III", película que vería la luz al año siguiente, 1988. "007: Alta tensión" es, como he dicho, un irregular experimento, y además arriesgado, que intentó con un éxito medio instaurar al agente británico serio de Timothy Dalton.